— ¡No! ¡Me niego! ¡Mamá!
Wendoly se aferraba a mis piernas mientras Nicolás intentaba sacar a Wen del auto. Está idea de la psicóloga no está funcionando y sólo hemos logrado que las niñas tengan pesadillas. Ya van dos semanas que tenemos que dormir con ellas porque al momento en el que nos vamos, despiertan llorando.
—Vamos, pequeña revoltosa —le dijo Nicolás con tranquilidad, intentando mantener la compostura ante la mirada de todos los padres—. Me prometiste que no pelearíamos si te compraba un pastel, ¿recuerdas?
— ¡Yo quería pastel de chocolate, papá! —gritó entre llanto, aferrándose al asiento delantero.
No. Lo siento mucho por la psicóloga y sus métodos pero yo no voy a seguir torturando a mis pequeñas.
—Sube al auto Nicolás y llévanos por unas hamburguesas —ordené, quitándolo de la puerta para subir en la parte trasera con las niñas—. Y no olvides que tenemos que pasar por la editorial después.
Wen se abrazó a mí y siguió llorando resentida. Su corazón latía muy rápido y me sentí aún peor.
—Vi a las niñas jugando con Derek —dijo tía Alaska entrando a mi oficina—. ¿No funcionó la guardería?
— ¿Qué crees? —tiré una montaña de papeles en una caja vacía—. Wen llora y grita como si la estuvieran torturando. Es horrible sólo de presenciar, no quiero ni imaginar cómo se ha de sentir ella.
—Si, Demi hizo el mismo berrinche cuando intenté llevarla a la escuela — se sentó en la única silla libre, la mía—. Chase no tardó mucho en conseguirle un tutor privado.
—No quiero que tengan una vida tan encerrada como las nuestras —arqueó la ceja y rápidamente me expliqué mejor—. Quiero decir que quiero que conozcan a más personas, personas con vidas normales.
—Pero el problema de ellas no es conocer a personas —agarró un chocolate de la segunda gaveta. ¿Cómo sabe que ahí escondo mi chocolate?—, el problema de ellas es el temor a ser abandonadas de nuevo.
— ¿Y qué podemos hacer? Porque me niego rotundamente a hacerlas sufrir de nuevo.
— ¿Lucas no te contó? —Negué con la cabeza, confundida— pondrá una guardería en el tercer piso, para que las empleadas no tengan que pagar por una guardería.
—Eso es genial pero...—el foco de las ideas se encendió— conocerán a más niños y no estarán tan asustadas porque conocen la editorial y saben que todos estamos cerca.
— ¡Bingo!
Besé la mejilla de mi tía antes de salir corriendo de la oficina, emocionada por contarle a Nicolás.
—Nick, Nick —toqué la puerta sin parar pero cuando no abrió, entré de golpe— Nic... ¿Hola?
La oficina está vacía. ¿Donde está este hombre?
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Hamilton Lover |Serie Hamilton| #2 (TERMINADA)
RomanceUna escritora de novelas románticas que le huye al amor... Irónico, ¿no? ¿Cómo se puede vivir la vida cuando sientes un vacío? ¿Qué pasa cuando te rompen el corazón y luego te quedas... sola? ¿Puedo seguir mi vida como si nada? No sé y de igual form...