capítulo 4.

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Vladimir:

Mientras desayuno, termino de leer unos archivos que me enviaron el día anterior a mi correo, son los estados de cuenta de la empresa, reviso atento y con detalle cada número, cada cifra, en una que otra ocasión tengo que dar masaje en el puente de la nariz, quizás por ser viernes o los estragos del cansancio acumulado de toda la semana son los que se apoderan de mi cuerpo en verdad me siento exhausto y aún tengo muchos papeles que revisar pero entre una y otra cosa, enseguida sin darme cuenta, hago derramar un poco de jugo en mi traje, cuando de inmediato después de una palabrota, y una sonrisa bastante boba me es inevitable que recuerdos de mi inició de semana me lleguen a la mente...

Lunes:

Al despertar caigo en cuenta de la cruda de mierda que me cargo, un fuerte dolor de cabeza taladra mi cerebro pero esto me pasa por hacerle caso a Steve.

El hijo de puta lleva semanas diciendo que me estoy convirtiendo en un viejo amargado y aburrido, dice que el tener 31 años no me convierten en un anciano, en eso estoy de acuerdo, simplemente creo que he madurado, cosa que a él le falta, en fin, ayer me saco de mi apartamento, diciendo todas esas tonterías, y pués no me quedó de otra qué aceptar tomarme un trago con él en un bar no muy lejano, luego de un rato un trago se convirtió en dos..., tres..., cuarto..., hasta que terminamos con una botella cada quien, y es por eso que ahora es mi cuerpo el que paga las consecuencias, no recuerdo ni la hora en la que salimos de ese lugar.

Ahora mismo tomo un baño para quitarme el horrible olor a licor, el dueño y jefe de la empresa no puede andar todo apestoso o dar una mala impresión que dé pie a una crítica destructiva de mi persona, ¡Oh no!, eso sí, que no, yo soy todo lo contrario, siempre me he destacado por dar una buena imagen, y no solo para la revista "Forbes".

Termino de vestirme con uno de mis mejores trajes de diseñador, impecable sin una sola arruga, me miro al espejo y no me agrada en lo absoluto lo que veo, soy 85% ojeras y 15% cara, luzco terrible, hoy será preferible no quitar las gafas obscuras en todo el día no quiero asustar a nadie.

Después de sobrevivir a un infarto por ver mi cara con resaca, conduzco hacía la oficina nunca me ha gustado traer chofer no soy un inútil que no puede conducir su propio vehículo. Me detengo en un semáforo y frente a mí me muestra tentador un Starbucks, solo hago un par de maniobras y entro para comprar un café, por lo general este tipo de cosas las hace mi secretaria pero hoy quise hacerlo yo, no creo que sea mucha ciencia.

Al entrar sólo veo una linda chica en la fila, eso esta muy bien para mi, no soy de mucha paciencia, esperar no es lo mío y mucho menos hacer inmensas filas, me detengo detrás de ella y lo que me faltaba esta coqueteando con él empleado, tengo que soportar toda la escenita, hasta un beso le manda ella, por Jesús esta mujer si que esta ciega que le puede ver a este sujeto que parece hijo de Jackie Chan versión pirata, en cambió ella parece ser una bonita mujer, con un buen cuerpo al menos la vista que me da es muy buena.

Observó su trasero, redondito y levantado que dan ganas de darle un apachurron, su cabello dorado se ve sedoso y bien cuidado, es algo bajita a pesar de traer tacones pero eso no le quita todos sus demás atributos, en cambio el mocoso este, si que esta horrible, sí, horrible porque feo le queda corto, empiezo a imaginarme la escena como la bella y la bestia, pero dudo que él llegue a convertirse en Príncipe.

Siento algo caliente sobre mí sacándome de mis pensamientos, bajo la mirada y todo mi traje se ha  estropeado, comienzo a buscar mi pañuelo con el intento fallido de limpiar un poco el desastre, levanto la mirada para ver la cara del causante encontrando los más hermosos y tiernos orbes verdes que brillan como esmeraldas, facciones de un ángel, sus labios color cereza se mueven, creo que se está disculpando o algo así pero no logro entender lo que dice, habla muy rápido y yo estoy hipnotizado como un verdadero idiota contemplando lo que tengo al frente.

De pronto me viene a la mente el coqueteo que estaba teniendo con el empleado y el coraje regresa a mí, porque esa fue la causa por la que me tiró el café.

—En lugar de estar coqueteando con el personal deberías fijarte por donde caminas niña.  —le dije algo molesto y serio porque ahora tendré que regresar a cambiarme de ropa y voy a llegar tarde a la oficina y yo odio llegar tarde.

Para mi sorpresa me contesta "enojada", hasta las mejillas se le han puesto coloradas, ¿que acaso el enojado e indignado, no debo ser yo?.

—Ya me da igual.

—Grandísimo idiota, arrogante. —me insulta mientras trata de empujarme con el hombro pero logro hacerme a un lado y solo la observo, nunca en mi vida una mujer se había atrevido hablarme de esa manera y no conforme con sus palabras, me muestra el dedo medio, pero que muchachita.

—Y luego dices que no eres una niña. —le grito antes  de que salga del lugar, la escena me resultó algo cómica y divertida, que hasta he olvidado mi dolor de cabeza y logró sacarme una sonrisa, misma que desaparece cuando el pendejo del empleado con el que estaba ella, habla pidiéndome mi nombre para ponerlo en el vaso del café, con una sonrisa rebosante de oreja a oreja, pero en lugar de eso le doy la mas sería de las miradas y al parecer logro intimidar.

En eso, el timbre del teléfono me saca de mis recuerdos.

—¿Número desconocido? —quien diablos podrá ser, frunzo el ceño y dudo en un principio en contestar, pero lo hago, hago silencio por un momento hasta que escucho una voz chillona del otro lado que me obliga a despegar el teléfono de la oreja, dice mi nombre y no me es conocida en lo absoluto.

—¿Con quien tengo el gusto? —esto es lo único que se me ocurre decir

—Soy Kim, que no te acuerdas de mi, guapo —trato de recordarla pero nada, sólo espero que no sea alguien que quiera colgarme algún milagrito por que yo siempre tomo las debidas precauciones. —Nos conocimos en el bar, la noche del domingo pasado.

—¡Ah! Kim, lo siento no conocí tu voz —miento en realidad no tengo ni puta idea quien sea —A que debo tu llamada. —le digo mientras observo la hora y ya se está haciendo tarde.

—Bueno ese día antes de salir del hotel, me dijiste que querías volverme a ver y..., pues hoy es viernes y pensé... —¿hotel?... Escuche bien, creo que ese día terminé hasta el culo de borracho porque no me acuerdo de nada, tendré que preguntarle a Steve si el sabe algo.

—Lo siento saldré de viaje, por un largo tiempo no sé cuando voy a regresar. —comienzo a aburrirme en ésta charla.

—Este es mi número, cuando regreses me puedes llamar.

Si claro como no, eso no sucederá ni en tus mejores sueños.

—Hasta luego. —corto la llamada sin más

Tomo las llaves del auto y salgo con el tiempo justo para la reunión de hoy.

La Mejor De Las Coincidencias© [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora