Después de tanto tiempo que llevo aquí encerrada en estas cuatro paredes, he perdido la noción del tiempo. No sé qué día, mes o año es. Sufrir por un verdadero amor es una mierda. No he podido dormir y cuando apenas lo intento o el cansancio de tanto llorar me hace dormitar, la imagen de ellos dos llega a mí como una pesadilla que de inmediato me hace abrir los ojos sin poder mantener la calma.
No he tenido cabeza para pensar o encontrar soluciones, lo único que puedo hacer es seguir llorando.
Tampoco he sido capaz de encender el teléfono, quizás por el miedo a encontrar algún mensaje de él, o de no encontrar nada. Lo único que quiero es olvidarme del mundo entero y que me dejen llorar tranquila hasta deshidratarme y que no quedé ni una gota en mi cuerpo.
Inerte sobre la cama, observo el techo con la mirada pérdida y sin ver algo en específico, no tengo ningún pensamiento en la cabeza, solo me dejo consumir poco a poco por el dolor. De pronto comienzo a escuchar el timbre del departamento pero no me molestaré en levantarme e ir a ver quién lo presiona tan insistente, no pienso abrir, y mucho menos quiero llevarme la sorpresa de que sea él.
Al imaginar que podría ser Vladimir del otro lado de la puerta, mi corazón comienza a latir desesperado. Y aunque no quiero verlo algo me hace levantar. Camino con mucha cautela para no ser escuchada, solo quiero verlo a través de la mirilla de la puerta por última vez.
Me detengo a un costado de la puerta deteniendo la respiración, sin poder evitar que las lágrimas empañen mis mejillas, la curiosidad es muy grande pero no puedo dar un paso más.
—Amiga no me puedes engañar se que estas ahí, abre por favor. —una sensación de alivio o decepción me purga el alma al escuchar que es Jaqui la que está aquí.
Sigo sin hacer nada prefiero que se vaya.
—Sé lo que pasó con Vladimir. —agrega siendo cuidadosa en sus palabras. —Quiero saber cómo estás.
—No tienes por qué excluirme, Te quiero mucho Jessi..., somos las mejores amigas lo recuerdas. —se escucha triste.
No lo pienso más y abro la puerta. Sin darle oportunidad a reaccionar, la abrazo fuerte, aguantando por primera vez las ganas de llorar, no quiero que se dé cuenta de lo mal que estoy, basta con mi cara y aspecto que hablan por si solos.
Me observa de arriba abajo cuándo me separo de ella. —De dónde sacaste eso. —señala lo que traigo puesto. Un mameluco gigante de pikachu.
—Lo dejaste olvidado en un cajón, es lo que he usado éstos días, no tengo ropa aquí. —le digo con pena.
—Jessi solo has pasado una noche aquí. —eleva una ceja
Esto será más difícil de lo que pensé ya comencé a delirar.
—¡Trajiste helado!. —cambio el tema simulando alegría.
—Dos cubetas. —me entrega una y entro al departamento dejando que ella cierre la puerta. —También traje rosquillas y otras cositas.
Me siento en el sofá, aferrando el bote de helado al cuerpo mientras intento abrirlo, es de chocolate mi favorito, aunque en estas circunstancias mis papilas gustativas y cerebro no distinguen sabor alguno les da lo mismo si como un plato de vegetales o chocolates.
—Amiga..., como estas yo... —la detengo levantando una mano.
—No quiero hablar de nada de lo que pasó, no por ahora por favor. —comprende mis palabras y evita sacar el tema de nuevo.
Se sienta a mi lado y enciende el televisor para ver alguna película, me deja elegirla pero no se me ocurre nada, la mayoría hablan de amor y cursilerías de ese tipo que para mi han muerto.
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La Mejor De Las Coincidencias© [COMPLETA]
RomanceJessica Miller de 24 años, una joven linda, sencilla, divertida e independiente, en una situación poco agradable y algo vergonzosa conoce al multimillonario Vladimir Collins, un hombre maduro y antipático, que después de conocer a Jessica y a pesar...