Jessica:
—Nunca imaginé que las cosas estuvieran, tan mal, cuando te...va...vas...a don... —trastabilla mientras habla no puede ni siquiera terminar la frase, eso llama mi atención mientras estoy comiendo, levanto un poco la mirada encontrando un Andrew asombrado, queriendo esconder esa sonrisa que se comienza a dibujar en sus labios.
Al darse cuenta que ha sido descubierto elude el contacto visual acomodando sus anteojos.
—¿Acaso estabas en cautiverio? —inquiere en un tono serio nada creíble, tapa su boca aguantando una risa.
A mí no me importan los buenos modales en este instante o que el restaurante esté casi lleno. Lo único que quiero es saciar ésta jodida hambre que me cargo y es que no precisamente estuve en cautiverio, pero mi dieta de esta semana consistía en Nutella, helado, pan tostado y fruta que Jaqui dejó, mi plan en un principio era suicidarme muriendo de inanición pero fallé en el intento.
Apenada contesto con una sonrisa sin decir palabras por mi salvaje forma de comer, tomo la servilleta y limpio lo que pudo haber quedado de restos de comida en mi boca.
—Me regreso a California con mis padres, si todo sale como espero me voy la próxima semana. —hablo contestando su pregunta de hace un rato.
No estoy loca, fue la mejor decisión que pude pensar y tomar en estos días, no quiero quedarme en un lugar dónde todo me recuerde a él, así tenga que sacrificar mi trabajo y amigos creo que es lo mejor para los dos.
—Estas segura de lo que vas hacer, yo te extrañaría mucho. —con algo de pesar toma mi mano en un intento de caricia.
Carraspeo incómoda y de inmediato al darse cuenta la quita para seguir hablando.
—Además ni siquiera le has dado la oportunidad de defenderse. —elevo los ojos en un gran suspiro y continuó comiendo. Que está pasando aquí, ahora él se pondrá de su lado, claro como es hombre, que acaso piensa que estoy ciega o que lo que vi fue producto de algún tipo de alucinación bastante real y de mal gusto, o ya sé, mejor aún, cuando hablemos me dirá que lo hizo como despedida de soltero, en realidad lo que tenga que poner de excusa no lo quiero escuchar me dolerá más.
Hablo después de pasar bocado. —Por el momento es la mejor decisión que he tomado, y ni creas que me harás cambiar de opinión, mejor cambiemos de tema, quieres. —se resigna y da un trago a su bebida sin quitarme la mirada.
Continuamos la cena con el ambiente ameno, entre risas, la agradable plática.
Su compañía ayuda a mejorar mi estado ánimo, quién lo diría, me ha relajado haciéndome sentir tranquila olvidando por un momento la pena que me aflige.
Luego de un rato, inconsciente comienzo a jugar con el anillo de compromiso, que aún llevo puesto y me hace recordar al hombre que me lo dió, de nuevo entro en mi estado de tristeza sintiéndome incapaz de pasar un minuto más aquí, fue demasiado rápido intentar ser yo otra vez, es imposible fingir que no duele, que me da igual, sé que aunque me vaya a California, Japón u otra galaxia jamás dejará de doler, porque yo lo amo.
Llegará el día que el recordarlo no me genere ningún tipo de emoción, acaso llegará el día que pueda dejar de amarlo con esta intensidad y pasión; lo dudo, mi corazón le pertenecerá por siempre.
Las ganas de volverme a encerrar en mi fortaleza llegan junto con la necesidad de volver a estar sola y llorar.
—Ya me quiero ir. —interrumpo lo que Andrew dice con emoción, causando desconcierto que se ve reflejado en sus ojos, pero la verdad es que desde hace un rato le perdí el interés en la plática y ya no sé ni de que demonios me está hablando.
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La Mejor De Las Coincidencias© [COMPLETA]
RomanceJessica Miller de 24 años, una joven linda, sencilla, divertida e independiente, en una situación poco agradable y algo vergonzosa conoce al multimillonario Vladimir Collins, un hombre maduro y antipático, que después de conocer a Jessica y a pesar...