Los rayos del sol que entraban por el pequeño tragaluz de la enfermería hicieron que lentamente abriese mis ojos. El pequeño cuarto azul y blanco en el que me encontraba se veía tenue y silencioso.
Los recuerdos de la noche de ayer inundaron mi mente y, al recordarlos, sentí un breve pero intenso escalofrío. Por ello, moví mi cuerpo para estirarme un poco y me fijé en el reloj que estaba colgado justo enfrente mía: las ocho y media de la mañana.
El sonidito provocado por las teclas de un móvil hizo que girara mi cabeza hacia el lado izquierdo de la camilla y me sorprendí al encontrar a Louis sentado en la silla de al lado, con su ropa de color oscuro mirando muy concentrado su móvil, tanto que no se había dado cuenta de que había despertado.
- Hola - sonreí.
- Hola - contestó con una voz demasiado ronca, quizás como señal de que acababa de despertarse.
- ¿Qué haces aquí? Las clases acaban de empezar - pregunté sin que mi sonrisa desapareciera.
- ¿Cómo estás? - me preguntó ignorándome.
- Mejor.
Louis asintió y volvió a mirar su móvil. Mis ojos recorrieron su cuerpo y me di cuenta que la silla era demasiado pequeña para un cuerpo tan grande, por lo que la postura se veía demasiado incómoda. La vista me encantaba, pero cuando llegué a sus manos me di cuenta sus nudillos estaban rojos y llenos de pequeños cortes.
- ¿Qué te ha pasado? - no respondió y ni siquiera me miró - ¿Qué le has hecho a Matt? - pregunté presa del pánico.
Esta vez Louis levantó la cabeza y me miró fijamente, aunque su mirada mostraba una furia y un enfado que consiguió sobrecogerme el alma.
- Nada, pero me hubiese encantado - respondió con odio - le prometí a mi hermanastra que no tocaría ni un solo pelo a ese desgraciado, pero para la próxima vez...
- No habrá próxima vez, Louis... - dije en un tono tranquilo.
- Eso tú no lo sabes.
- Créeme que sí lo sé - contesté haciendo que él levantase una de sus cejas - ¿Cómo te has hecho eso?
- Con algo tenía que descargar mi rabia, ¿no? - dijo mostrando poca importancia al asunto.
En un acto reflejo me senté en la camilla frente a él y sostuve sus manos con las mías. Louis tembló ligeramente cuando sintió mi contacto. Me imaginé lo peor...
- Golpeé la pared imaginándome su cara - añadió.
Rápidamente me levanté y abrí un pequeño armario de puertas de cristal. De allí saqué un bote de agua oxigenada y bastante algodón, y luego volví a sentarme.
- Alice, no tienes porqué...
- Calla - le ordené y cogí sus manos de nuevo.
Con cuidado derramé un poco de agua oxigenada en el algodón y comencé a pasarlo por sus nudillos.
- Lo siento - dije al ver que Louis comenzaba a quejarse.
Poco a poco fui curándolo mientras sentía como su intimidante mirada azulada estaba pendiente de todos y cada uno de mis movimientos.
- ¿Podrías dejar de hacer eso? - preguntó un tanto desesperado.
- ¿El qué? - dije sin dejar de mirar hacia sus manos.
- Esos gestos con la cara - dejé un momento lo que estaba haciendo y le miré - sacas lo peor de mí, Alice.
Mis mejillas comenzaron a arder y me puse nerviosa.
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Los polos opuestos se atraen
Teen FictionSegunda temporada de "Te conocí en París". Alice comienza una nueva vida lejos de Francia y del que pensó que era el gran amor de su vida. Tras trasladarse a su nueva residencia, lucha cada día por superar el engaño de Philip, aunque esta tarea será...