Capítulo 66

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Ahora estaba acostada en la cama haciendo zapping, aunque no había ni un solo programa bueno en la tele. Pero bueno... tampoco es que le estuviese prestando demasiada atención, puesto que mi cabeza no paraba de pensar en lo que había pasado con Louis.

Después de varias horas en las que no había hecho absolutamente nada, justo cuando el sueño comenzó a apoderarse de mí, unos golpes en la puerta hicieron que llevara las manos a mi pecho y que frunciera el ceño. Así que, sin más dilación, apagué la tele y me levanté para abrir la pequeña puerta.

- Grítame, tírame un jarrón en la cabeza, pégame, dime que me odias, pero por favor... no me sigas ignorando. Me estás matando - habló antes de que yo pudiera hacerlo.

- No puedo creerlo - dije y miré hacia la izquierda - ¿Cómo has sabido dónde estaba?

- Doris - contestó.

Los tres chicos que le acompañaban comenzaron a tocar con sus instrumentos algo parecido a música clásica. Yo fruncí el ceño de nuevo y él mostró una leve sonrisa.

- Te traje música - dijo y yo lo miré frustrada.

- De verdad, a veces creo que te esfuerzas en ser intolerable, ¿acaso quieres que me echen? - pregunté - ¡Son las dos de la madrugada! Hay más gente aparte de mí en este lugar.

- No lo hice con mala intención - se disculpó haciendo que yo soltase un largo suspiro y lo mirase de nuevo.

- Dile a los violinistas que se vayan y entra, así podremos acabar con esto de una vez por todas - dije dándome la vuelta.

Me dirigí al pequeño frigorífico que estaba en la misma sala del motel para sacar un bote de zumo. Después de unos minutos, él apareció a mi lado, aunque todo rastro de la seguridad que lo caracterizaba reapareció.

- Eres imposible, ¿sabes? - le dije.

- Algo tenía que hacer para que me hablaras, ya no podía aguantar tus... tus aires de orgullo.

- ¿Aires de orgullo? ¿Me estás llamando orgullosa? - dejé de hacer lo que estaba haciendo - ¿Tú a mí? - dije clavando mi mirada en sus ojos azulados.

- Sí Alice, eres muy pero que muy orgullosa.

- Esto es de locos... - susurré aunque sé que me escuchó - si has venido hasta aquí para decirme eso, creo que lo mejor será que te marches por el mismo camino por el que has venido.

- Está bien, está bien - dijo esbozando una sonrisa divertida mientras levantaba sus manos en señal de derrota.

- De todas formas, si soy así es porque te lo mereces - añadí dándole un vaso de zumo, pero él me miró y acto seguido miró el vaso.

- ¿No tienes algo más... fuerte?

- ¿Cómo qué? ¿Alcohol?

- Podría ser - contestó.

- No, no voy a darte alcohol. Además, tú ya llevas un par de tragos encima. No voy a contribuir a que termines borracho esta noche.

- Oh vamos... no seas mala. Bebamos un poco para entrar en calor.

- Yo no quiero entrar en calor.

- ¿De verdad me merecía que me ignoras de ese modo?

- ¿A ti qué te parece?

Lo miré fijamente a los ojos y me alejé de él, porque no tenía ganas de explicarle las razones obvias por las que le había ignorado. Rápidamente me agaché para buscar si había algún rastro del dichoso alcohol. Esto iba a ir para largo.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora