Mi madre me decía que cuando una persona te gusta de verdad, tu corazón te lo dice. Te habla. Se comunica contigo. Y, cuando eso pasa, tu cabeza no puede hacer otra cosa más que admitir lo evidente. Pues bien, eso era justo lo que a mí me pasaba con el chico de los tatuajes. Quizás no me creáis, pero de verdad os digo que mi cuerpo lo sentía incluso cuando mis ojos aún no lo han visto.
Lentamente me giré sobre mí misma para contemplarlo. Tan guapo y atractivo como siempre. Lucía increíblemente perfecto, impecable. Con o sin ropa. Y a mí se me hacía la boca agua solamente de pensarlo.
- En boca cerrada no entran moscas, Alice - dijo Cléa dándome un leve codazo.
- Eso - respondió Hope - disimula un poco que se te va a caer la baba.
- Si se me cae hasta a mí - contestó esta vez mi mejor amiga.
¿Y qué podía responderle yo a Doris si lo que había dicho era totalmente cierto? Louis estaba como un queso, tal y como lo describió ella el primer día que llegamos a la residencia. Y mira que yo nunca he sido muy amante del queso, pero desde que lo conocí, he descubierto que él era mi marca favorita.
- ¿Nos vamos o vais a seguir devorando con la mirada a mi hermanastro? - preguntó Hope intentando parecer molesta.
- Solo un ratito más - respondió Doris de nuevo.
Pero desde luego, más lo devoré con la mirada cuando vi que se acercaba a mí como si él fuera un león y yo, su presa. Siempre era así. Y es que así me sentía cada vez que me miraba. Me abrasaba. Lo deseaba.
- Hola - dijo esbozando una sonrisa de lado.
- Hola - respondí.
Louis y yo nos miramos durante algunos segundos, guardando en nuestros recuerdos cada uno de los detalles de esta noche, casi como si fuera la última que pasaríamos juntos.
- Estás preciosa.
Su comentario me hizo sonrojar y, por primera vez en toda la noche, me alegré por el atuendo que había elegido hoy: falda negra, jersey gris, medias y botas negras. Cómoda e informal.
- ¿Todavía tienes ganas de ir a la bolera? - me preguntó.
- ¿Cuáles son tus planes?
- Puedes hacerte una idea - respondió sintiendo que sus ojos se paseaban con libertad por todo mi cuerpo.
- Y si nos quedamos, ¿qué pasaría? - le pregunté casi en un susurro.
- Podríamos pasar el fin de semana juntos. Solos tú y yo.
Instantáneamente sentí que mi cuerpo se estremecía. Y es que el simple hecho de imaginarlo hacía que en mi interior comenzase a librarse una lucha interna entre lo que debería hacer y lo que me gustaría hacer.
- La idea resulta realmente tentadora - le dije haciendo que en su mirada apareciese un leve destello de ilusión - pero verdaderamente me gustaría pasar un rato con nuestros amigos y contigo.
- ¿No puedo hacer nada para convencerte de lo contrario?
- Podrías y seguro que lo conseguirías - contesté - pero en este momento no me gustaría que lo hicieras.
- ¿Segura?
- No mucho - respondí con una risita.
El chico de los tatuajes acortó la distancia que nos separaba, pasó su brazo derecho sobre mis hombros y besó dulcemente mi cabeza para después hacerlo en los labios. Al principio comenzó siendo un beso casto, pero todo rastro de pureza desapareció en el momento en el que nuestras lenguas se encontraron, cortándome casi la respiración. Y cuando estaba al borde de posponer los planes con nuestros amigos y dedicarme exclusivamente a él, se separó. Dejándome con ganas de más.
ESTÁS LEYENDO
Los polos opuestos se atraen
Teen FictionSegunda temporada de "Te conocí en París". Alice comienza una nueva vida lejos de Francia y del que pensó que era el gran amor de su vida. Tras trasladarse a su nueva residencia, lucha cada día por superar el engaño de Philip, aunque esta tarea será...