Capítulo 53

201 31 2
                                    

Lo cierto es que siempre he pensado que la mala suerte es uno de los rasgos que más me definen, sin embargo, no pensé que fuese a llegar a tanto.

Mi familia estaba bien, en el trabajo me iba de perlas y mi relación con Louis iba viento en popa. Digamos que, centrándonos en este último aspecto, estos tres días después de su cumpleaños habían sido mágicos, llenos de amabilidad y buen rollo. Así que estaba claro que esta rachita buena tenía que acabarse algún día.

Por tanto... ¿podría considerarse una coincidencia o una obra del destino que Philip hubiese decidido aparecer justo ahora?

A simple vista sí, aunque yo prefería considerarlo una putada. Desde luego lo era. O al menos, estaba segura de que Louis lo llamaría así.

Él, mi queridísimo e infiel ex novio había comentado una de mis fotos en Facebook, la primera foto que me tomó Louis. Sí, sí. Aquella en la que yo contemplaba Manchester bajo mis pies, en su lugar favorito y también mío desde aquel preciso día.

Philip Goachet: très jolie!

Evidentemente no le respondí y, por tanto, evité por tierra, mar y aire hablar del tema con mi celoso pero irresistible chico de los tatuajes. Sin embargo, tuve que abortar la misión, aunque esta vez la suerte sí que estuvo de mi lado y, digamos que, la conversación terminó por desviarse... un poco.

- ¿No crees que va siendo hora de hablar con él? - me preguntó. - Llevas ignorándolo casi seis meses y todavía te escribe.

- Lo que menos quiero es hablar con él - respondí.

- Entonces déjame que lo haga yo.

- ¿Tú? - le pregunté - ¿Para qué?

- Pues para que se entere de una vez por todas que eres mía.

- ¿Y cómo se lo harías saber? - le pregunté seductoramente mientras envolvía mis brazos alrededor de su torso desnudo.

- Pues... - dijo recibiéndome entre sus brazos - podría enviarle algunas fotos en las que estás en mi cama y otras en las que estamos besándonos - añadió esbozando una sonrisa - ¿te parece bien?

- ¿Dejarías que él viese mi desnudez? - le pregunté escandalizada.

- Sabes que sería capaz de arrancarle los ojos antes de que eso pasase - me contestó seriamente.

- ¿Te haces una idea de lo sexy que me pareces cuando te pones así?

- Me hago una ligera idea - contestó con una pícara sonrisa - pero creo que podrías demostrármelo.

Y durante esa tarde no hicimos otra cosa más que amarnos y demostrarnos mutuamente lo muchísimo que nos necesitábamos. Pero claro, si la suerte me acompañó durante ese día, digamos que al día siguiente fue todo lo contrario.

Mi teléfono sonaba sin parar y yo ya había cancelado unas veinte veces las llamadas de aquel número. Sin embargo, en un momento determinado de la mañana, decidí tomarme la clase libre y contestar el dichoso teléfono sin saber, por supuesto, que esa sería una de las peores decisiones que había tomado nunca.

- ¿Quién es? - pregunté.

- Alice - dijo la voz que se encontraba al otro lado de la línea.

Me quedé helada. No podía ser.

Recé mil veces porque mis recuerdos me estuviesen jugando una mala pasada, pero no. No fue así.

- ¿Philip? - pregunté con temor.

- Por favor, no me cuelgues - contestó confirmándome que era él.

No voy a negar que, efectivamente, pensé en colgarle y apagar mi teléfono, pero era hora de enfrentar la realidad. Si algo había aprendido durante estos últimos meses es que huir no servía de nada y yo... yo ya había huido de él bastante tiempo.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora