Besos.
Caricias.
Abrazos.
Lentamente abrí los ojos y esbocé una sonrisa al ver al causante de mi despertar.
- Buenos días, dormilona - dijo con una sonrisa de oreja a oreja.
Observé a Louis detalladamente, tan guapo como siempre, con su pelo alborotado, su torso desnudo, su sonrisa perfecta y su pene erecto. La combinación perfecta para recibir un nuevo día. Y mejor aún si era Navidad.
- ¿Cómo has dormido? - me preguntó.
- Creo recordar que ayer no dormí mucho... ¿por qué sería?
- No lo sé, dímelo tú - respondió dejando besos por mis pechos.
Anoche, después de charlar un rato más con su abuela, Louis y yo subimos de nuevo a la habitación y nos quisimos hasta altas horas de la madrugada. Él era insaciable y yo estaba conociendo una parte de mí que ni yo misma sabía que existía.
Dentro de esta habitación no quedó un solo rincón que no haya sido testigo de nuestra extraña pero intensa relación. Bueno sí, la terraza... pero hacía demasiado frío para ponerlo en práctica.
- Date la vuelta - ordenó y yo rápidamente hice lo que me pidió.
Louis llevó sus manos a mi empapada vagina, colocó su pene en mi entrada y entró en mí con un solo movimiento. Sus embestidas iban aumentando a medida que la excitación iba creciendo entre nosotros. Nuestros movimientos eran acompasados y nuestros cuerpos parecían conocerse casi de toda la vida.
- Siempre estás tan lista... nunca voy a cansarme de ti - dijo llevando su mano hasta mi clítoris mientras seguía moviéndose en mi interior.
- Oh Louis - gemí.
El chico de los tatuajes sabía perfectamente lo que estaba haciendo y cómo debía hacerlo. Era un dios y yo, hipnotizada por él y por sus encantos, pensaba disfrutar de sus virtudes al máximo, casi como si fuesen solo mías.
De un movimiento me dio la vuelta, de manera que ahora estaba recostada sobre mi espalda, frente a él. Sus ojos gritaban ese deseo que ambos sentíamos el uno por el otro y nuestros cuerpos, si eso era posible, eran uno solo.
- Dámelo, Alice - dijo sabiendo que estaba al borde del precipicio, otra vez - dámelo solo a mí.
Y con esas palabras me dejé llevar arrastrando a Louis conmigo. Esto era mucho mejor que el paraíso. Y si me preguntáis qué era, tampoco sabría describirlo.
- No sé qué voy a hacer cuando empecemos la universidad de nuevo.
- Puedes venir a buscarme a mi habitación siempre que quieras.
- ¿Incluso si está Martin? - pregunté alzando una ceja.
- Podríamos comprobar el nivel de ruido necesario para que se despierte.
- O podríamos simplemente acostumbrarnos a que nuestra vida no incluye despertarnos juntos.
- Yo veo mejor la primera opción - contestó Louis saliendo de mi interior - ¿qué te parece si nos damos una ducha y abrimos los regalos?
- ¿Ducha rápida o ducha ducha? - pregunté mordiéndome el labio.
- Eres insaciable... - dijo negando con la cabeza.
- Y tú un provocador.
- Entonces, señorita insaciable, vaya con el señor provocador a darse una ducha.
ESTÁS LEYENDO
Los polos opuestos se atraen
Novela JuvenilSegunda temporada de "Te conocí en París". Alice comienza una nueva vida lejos de Francia y del que pensó que era el gran amor de su vida. Tras trasladarse a su nueva residencia, lucha cada día por superar el engaño de Philip, aunque esta tarea será...