Capítulo 6

411 39 10
                                    

A la mañana siguiente me desperté a las nueve y veinte de la mañana. Había dormido demasiado poco, pero al menos había dormido. Todavía sentía mucho calor en mis mejillas, por lo que seguramente las tendría rojas de tanto llorar.

No podía parar de repetir en mi mente las palabras que Louis me dijo anoche: "te he echado de menos esta semana" ... "Te deseo, Alice". Incluso notaba sus labios besándome y no sabía a ciencia cierta si estaba furiosa porque me había gustado o porque había sido una completa estúpida. Enfadada, me pasé la mano por los labios, como si ese gesto borrase el recuerdo de nuestro beso.

Me levanté de la cama de un salto y, sin despertar a Cléa, entré en el cuarto de baño para asearme. Más tarde, saqué una camiseta color rosa claro, unos shorts color negros y unas Nike del mismo color que la camiseta. Cuando terminé de arreglarme, salí de mi habitación y me acerqué a la de mi mejor amiga. Miré a ambos lados del pasillo y llamé desesperadamente a su puerta.

- Ya va, ya va - escuché la voz de Doris detrás de la puerta y casi al instante la abrió.

- Pasa - dijo e hizo un gesto con la cabeza.

- Buenos días, Ali - me saludó Hope.

- Buenos días - le sonreí sin mostrar mis dientes.

- ¿Estás lista, Doris? - pregunté impaciente.

Realmente quería salir de la residencia lo más pronto posible y evitar cualquier tipo de encuentro con los ojos azules del chico tatuado. Quizás por la vergüenza o quizás por no saber exactamente cómo reaccionaría.

- Sí, nena. Ya nos vamos - dijo cogiendo su bolso - ¿Dónde quieres ir?

- A cualquier sitio que esté lo suficientemente alejado de aquí.

- Bien, vamos - respondió abriendo la puerta de su habitación.

Los pasillos de la residencia estaban desiertos... Lo normal un sábado a las diez de mañana, me imagino. Sin embargo, yo seguía andando rápido.

- ¿Pero se puede saber qué te pasa? ¿Por qué vas tan rápido? - preguntó mi mejor amiga.

- Solo hazlo, nena. Te contaré cuando hayamos salido de aquí.

Mi amiga se encogió de hombros, pero hizo exactamente lo que yo le había pedido. Varios minutos más tarde, por fin habíamos logrado salir de la residencia, aunque la verdad es que solo conseguí respirar tranquila unos veinte minutos más tarde, cuando Doris y yo estábamos en un parque en el que vagamente se escuchaba el ruido de los coches.

- ¿Y bien? ¿Quieres contarme lo que pasó anoche?

- No te lo vas a creer, Doris - dije.

- Pues desembucha de una vez.

- Anoche, cuando llegamos a la residencia, ¿te acuerdas que te dije que subieras? - pregunté esperando el asentimiento de mi amiga, que no tardó en llegar - Vale, pues fuera, en uno de los bancos, estaba sentado Louis, el hermanastro de Hope.

- ¿Y qué pasa con él? - preguntó.

- Digamos que, las veces que hemos hablado, lo único que hemos hecho ha sido discutir. Me pone de muy mala leche su aire arrogante y gilipollas, pero el lunes pasó algo en la facultad.

- ¿El qué?

- Pues uno de sus amigos, Jim o Tim, la verdad es que no recuerdo su nombre, empezó a molestarme y él me defendió. Así que, cuando lo vi más tarde, le di las gracias, pero él volvió a decir tonterías y a comportarse de una forma muy borde, así que lo mandé a la mierda. Desde ese día no volvimos a vernos, hasta anoche.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora