Capítulo 72 (Maratón)

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Mel llevaba dormida un par de horas y aún no había logrado ponerme en contacto con Tiffany, pero sí lo había hecho con Doris. Por lo visto, de lo único que se hablaba en la residencia es del intento de suicidio de una de las estudiantes y ella, desesperada por no saber nada de mí, pensó que quizás yo había intentado quitarme la vida.

Me había quedado algo traspuesta en el incómodo sofá del hospital y, de no ser porque mi móvil vibraba sin parar, no me hubiese enterado de la llamada de mi mejor amiga y, muchísimo menos, de las otras quince que ya tenía perdidas.

- ¿De verdad me crees capaz, Doris?

- Yo que sé, nena. Lo siento. No estás pasando un buen momento y cuando me enteré de todo lo sucedido, fui a buscarte y no te encontré. Me asusté un montón.

- No pasa nada - suspiré.

- ¿Cómo está Mel?

- Se recuperará. No quiero dejarla sola, nena.

- No lo hagas, Alice. ¿Quieres que vaya a hacerte compañía?

- No, tranquila. Prefiero que te quedes ahí y si ves a Tiffany, le digas que tengo hablar con ella. Llevo varias horas intentando contactarla, pero es imposible. Me dijo que estaba en una entrevista de trabajo, pero eso fue antes de que yo encontrase a Mel. Necesito ponerme en contacto con sus padres o con algún familiar directo - dije dándome cuenta de que Mel había despertado y que me miraba fijamente.- Tengo que colgar, nena. Hablamos luego.

- Está bien. Estaré al pendiente. Y, Alice.

- Dime.

- Llámame con lo que sea.

Después de eso, la chica del pelo multicolor no dijo ni una sola palabra. Más bien, se limitó a acomodarse en la cama y a mirar a cualquier parte de la habitación, menos a mí.

- Lo siento por haberte despertado - me disculpé, pero ella no me dijo absolutamente nada.- ¿Te encuentras bien, Mel?

- No quiero que te pongas en contacto con mi familia - cerró los ojos y suspiró.- No quiero hablar con ellos y muchísimo menos, verlos.

No entendía muy bien qué era lo que le pasaba, pero intuía que lo que hizo tuvo algo que ver con su familia. No era tonta y sabía sumar dos más dos, pero no quería meterme tampoco dónde no me llamaban.

- Está bien.

- ¿No vas a preguntarme por qué?

- No.

- Pero...

- No es necesario que me digas nada, Mel - la interrumpí.- Tú y yo no...

- Siempre me he sentido como un objeto. Todos los tíos que me han gustado alguna vez no me han tratado como algo más que un polvo ocasional. Estoy cansada de eso. Soy una persona y tengo mis sentimientos, ¿sabes? - me interrumpió ella esta vez - Yo... yo me enamoré de Louis el primer día que lo vi. Escuché que él era un tío que no buscaba ningún tipo de compromiso, que no repetía. No sé por qué, pero por un momento me creí capaz de hacerlo cambiar de idea - rió irónicamente.- Hice de todo para que se fijara en mí: me hice su amiga, confié en él y me acosté con otros para darles celos, incluso con Jim. Ese tío es un ser despreciable - añadió negando con su cabeza, como si quisiera olvidarse de aquel recuerdo.- Me costó mucho que se fijara en mí de la forma en la que yo quería, pero cuando por fin lo conseguí, me advirtió de que sus intenciones conmigo no iban más allá de esa noche. Me prometió que nuestra amistad no cambiaría y yo acepté. Estaba completamente extasiada porque por fin iba a conseguir lo que llevaba ansiando desde que lo conocí - añadió sonriendo esta vez.- Lo hicimos y fue la mejor noche de toda mi vida. Él me trató muy bien, incluso se quedó unos minutos después de haber acabado, pero luego se fue. Me dejó sola y confundida, Alice - ella parecía estar reviviendo todos esos momentos, pues las facciones de su cara cambiaban demasiado rápido.- No supe nada de él durante tres largos días y yo estaba volviéndome loca porque deseaba verlo y deseaba repetir esa noche, aunque luego volviese a dejarme sola. Lo busqué por todos lados y lo encontré en una de las fiestas universitarias del Campus. Charlamos un par de minutos, un tío me sacó a bailar y lo perdí de vista. Esa misma noche, cuando regresé a mi habitación, los encontré a él y a Tiffany. Desde entonces me alejé. No quise volver a su amiga. No lo quería cerca de mí. Tenía la esperanza de que él me echara de menos o que, no sé, quizás que me reclamase por haberme alejado. Pero nada de eso pasó. Él no me buscó y yo seguí enterándome de que se acostaba con muchas más tías de la que podría recordar.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora