Capítulo 23

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El chico de los tatuajes me estaba esperando al lado de su precioso Audi blanco, vestido con ropa oscura y aunque su expresión no decía absolutamente nada, se veía increíblemente apetecible.

- Hola - dije cuando me encontraba casi al lado suya.

- Sube al coche - respondió totalmente serio.

Inmediatamente hice lo que él me había pedido y, tan pronto como me había puesto el cinturón, aceleró su coche. Louis no hablaba, ni siquiera me miraba, pero por la manera en la que cogía el volante, podía asegurar que estaba enfadado.

- ¿Pasa algo? - pregunté, aunque él me ignoró.

De un momento a otro, Louis aparcó el coche en uno de los huecos que encontró y salió de él dando un portazo. Al principio me asusté porque no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba pasando, por lo que me limité a verle por el espejo retrovisor mientras daba vueltas alrededor del coche como un león enjaulado. Pensé mil veces en quedarme dentro y esperar que él mismo se tranquilizara, pero viendo que eso no iba a suceder, salí.

- ¿Qué pasa? - pregunté abrazándome a mí misma.

- ¿Que qué pasa? ¡Me pasas tú! - gritó.

- ¿Yo?

- Sí. Tú y tu maldita forma de volverme loco.

- ¿Volverte loco yo a ti? No perdona... tú ya venías loco de fábrica, Louis - dije en su mismo tono.

- ¿Me puedes decir qué cojones hacías besándote con Steve? - bramó.

- ¿Qué? - pregunté aturdida - Yo no me he besado con él.

- ¿Quieres dejar de mentirme? ¡Te he visto!

- ¿Y tú quieres calmarte? - le dije acercándome a él - Steve y yo no nos hemos besado y, si lo hubiéramos hecho, tampoco es que tengas derecho a reclamarme. Además, que tú fuiste el que me animó a participar.

- Yo te animé a participar, no a que te besaras con mi amigo en mis narices.

- ¡Pero es que no nos hemos besado!

- Era eso lo que querías, ¿verdad? - preguntó inexpresivo - Volverme loco y luego irte con el primer tío que se te cruzara por delante.

- ¿Pero de qué estás hablando?

- Nada - dijo antes de volver a entrar en su coche.

Yo di un paso hacia el vehículo, pero ni siquiera me había dado tiempo a pestañear cuando vi que lo arrancaba y me dejaba allí, en medio de la calle y sola. Observé cómo poco a poco se iba alejando con su carísimo coche y en ese preciso instante me di cuenta de lo estúpida que estaba siendo al intentar mantener esta "relación" (si es que podía llamarse así) con él. Louis y yo no éramos nada, pero me había montado una escena de celos en plena calle que me había dejado totalmente enfadada y llena de ira. Tenía que tranquilizarme, por lo que sin pensarlo, entré en la primera cafetería que vi, pedí una taza de té y comencé a pensar en nosotros dos.

Yo ya lo sabía, él era un chico con problemas, pero eso era una cosa y otra la manera en la que me había tratado hoy. Él había sacado sus propias conclusiones y no fue capaz ni siquiera de escuchar lo que le estaba diciendo.

- Idiota - susurré dándole un sorbo a mi taza.

Y así pasé varias horas, aunque a decir verdad, estaba tan sumida en mis pensamientos que ni siquiera me di cuenta del tiempo que había pasado y de las mil y un llamadas que tenía del tío borde que me había dejado sola en una ciudad que no conocía.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora