Capítulo 31

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Me gustaba mi carrera y también la manera en la que la estaba llevando a cabo, sin embargo, lo que más me gustaba por encima de todo eran los descansos entre una clase y otra, sobre todo si mi mejor amiga también los tenía. Justo como ahora, sentadas en uno de los bancos de madera del Campus.

- Nos va de maravilla, Tom es un amor y me trata como un reina.

- ¡Vaya! Me alegro tanto por ti, Doris - dije sonriendo.

- Gracias nena - respondió sonriendo - cada vez que pienso en la conversación que tuvimos tú y yo sobre él, me siento como una estúpida.

- No deberías - le dije mientras mordía la manzana roja que había comprado - es normal que en una relación a distancia hayan altibajos, pero a fin de cuentas, lo más importante es que os queráis, seáis felices y que tengáis ganas de estar juntos.

- De momento, cumplimos todo eso.

- Espero que dure muchísimo - respondí sinceramente y ella sonrió.

- Mira quién viene por ahí - comentó mi amiga señalando.

Observé donde ella estaba apuntando y de lejos vi que mi persona favorita en estos momentos se dirigía hacia nosotras.

- Hola - me saludó sentándose a mi lado en el banco.

- Hola - le sonreí, luego su mirada se posó en mi mejor amiga.

- Doris - la llamó en forma de saludo.

- Louis - dijo ella de igual manera mientras hacía un movimiento con la cabeza.

- ¿Dónde están los demás? - le pregunté a Louis.

- Ni lo sé ni me importa - contestó mirando al frente.

Él estaba observando todo lo que ocurría a nuestro alrededor. Louis tenía los brazos apoyados a ambos lados del respaldo del banco mientras la brillante luz del sol le daba directamente en la cara haciendo que sus ojos azules se viesen más claros de lo normal, al igual que con su pelo, más castaño y reluciente. Finalmente me paré en su típico vestuario negro y en la forma tan sexy en la que lucía siempre a pesar de llevar una ropa claramente informal. No era justo que sin ni siquiera esforzarse se viera sencillamente perfecto.

- Voy un segundo a la cafetería, ¿quieres algo? - negué con la cabeza y alcé la mano para enseñarle mi manzana mordisqueada.

Louis sonrió de lado y se levantó para entrar en el edificio que estaba frente a nosotras. Acto seguido, me giré en mi asiento para prestarle toda mi atención nuevamente a Doris.

- ¿Qué pasa? - pregunté al ver que una amplia sonrisa se dibujaba en su rostro.

- Nada, nada - contestó mientras intensificaba su sonrisa y bajaba su mirada hacia sus pies - tengo que comprarme unas botas nuevas - añadió.

- Ya empezamos... esas están bien y además son muy bonitas.

- Siempre me dices lo mismo.

- Será porque tengo razón.

- Es cierto que son bonitas pero ahora no sé... - dijo mirándolas y me reí.

- Bueno si alguna vez dejas de ponértelas, dámelas - mi mejor amiga asintió.

Minutos más tarde el chico de los tatuajes apareció de nuevo y se sentó en el mismo sitio de antes.

- Toma - dijo y una sonrisa ocupó mi cara entera.

- ¿Y esto?

- No lo sé, lo vi en la nevera de la cafetería y me acordé de ti - dijo encogiéndose de hombros.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora