Capítulo 71 (Maratón)

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Normalmente se dice que las personas están en el lugar equivocado en el momento equivocado. Sin embargo, las cosas siempre pasan por algo. Llámalo razón, coincidencia o destino, pero siempre tienen un porqué aunque a priori, a veces, no se entienda.

Las personas son producto de sus propias decisiones, aunque a veces puedan afectarnos aquellas que son tomadas por otras ajenas a uno mismo. No obstante, eso no quitaba que hubiese decisiones malas, buenas y regulares; a corto, a largo y a medio plazo; permanentes y temporales, decisivas y de trámite.

Así que sí, yo era de las que pensaba que una simple respuesta o acto cambiaría el transcurso de las cosas. Y un claro ejemplo de esto sería, nada más y nada menos, aquella soleada pero fría mañana de un jueves de enero en la que decidí quedarme en la residencia en lugar de salir con mis amigos a pasear por el Campus.

No tenía nada que hacer, pero tampoco me apetecía salir. No porque hubiese vuelto de nuevo a la espiral sin salida que era Louis, sino porque verdaderamente se me antojaba quedarme en la cama y aprovechar la tranquilidad que me brindaba el momento. No por nada, sino porque durante los últimos días había estado algo solicitada en mi trabajo como fotógrafa en la agencia de la madre de Hope y, además, había estado atendiendo algunas propuestas de trabajo que rechacé tan pronto como me las ofrecieron.

Así que, teniendo la oportunidad delante de mis ojos para descansar, me dispuse a ello. Sin embargo, el sonido de llamada de mi teléfono móvil evitó que pusiera la cabeza en la almohada y me dejase llevar por los brazos de Morfeo.

Al ver quién me llamaba, me sorprendí. Desde luego, no era frecuente ver el nombre de Tiffany en la pantalla de mi teléfono móvil, pero eso no me supuso ningún impedimento para atenderla. A fin de cuentas, ella me caía bien.

- Dime Tiffany.

- Hola Alice, ¿te pillo ocupada?

- No, para nada - mentí pensando en la pedazo de cita con mi cama que acababa de interrumpir.

- ¡Genial! ¿Estás en la residencia?

- Ajá. ¿Por qué? ¿Ocurre algo?

- Sí, pero no - rió.- Resulta que voy camino de una entrevista de trabajo, pero me he dejado en mi habitación el papel donde apunté el número de referencia que me dieron para poder hacerla. ¿Te importaría acercarte a mi dormitorio y pasarme una foto por WhatsApp?

- ¿Yo? ¿Y dónde está tu compañera de habitación?

- Mel no responde mis llamadas. No sé nada de ella desde anoche - contestó.- Eres mi última esperanza, Alice.

- Está bien - reí yo esta vez-, pero ¿cómo se supone que voy a entrar? No tengo llave.

- No te preocupes. Al final del pasillo hay dos extintores, ¿no? Pues detrás del de la derecha, el que está más cerca de la salida de emergencia, hay una llave de repuesto. Cógela y entra. Cuando salgas, cierra la puerta y quédatela. Iré más tarde a buscarte para que me la devuelvas.

- Vale. Te mando ese número en unos minutos. No tardo.

- Gracias Alice, de verdad. Eres un sol - dijo y colgó.

Guardé mi móvil en el bolsillo derecho de mi pantalón, me recogí el pelo en un moño bastante bien hecho y salí de mi habitación para dirgirme a la de Tiffany y su flamante, odiosa y desaparecida compañera.

Encontré la llave sin problemas, aunque la sorpresa llegó cuando, al abrirla, no me hizo falta. El corazón me dio un vuelco al pensar que Melanie podría estar dentro, pero estaba claro que no me iba a acobardar. A fin de cuentas, solo estaba haciéndole un favor a su compañera, así que el plan era bastante fácil: entro, le mando el número de referencia a Tiffany y vuelvo a mi habitación para retomar mi plan romántico con mi cama.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora