Capítulo 33

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- Te echo mucho de menos - dije sonriendo.

- Yo también, Alice - respondió a través de la línea - no me acostumbro todavía a no verte por aquí - su voz se escuchó melancólica.

- Ni yo, Jared.

- Mi hermana dice que estás diferente, ¿puedo saber a qué se debe?

- Tu hermana lo que es, es una chivata - dije y mi mejor amigo se rió.

Atravesé el pasillo de la sección de camisetas para llegar hasta la zona de vestidos de invierno y empecé a husmear en todas las perchas que estaban colgadas.

- ¿Entonces es cierto? - preguntó emocionado - ¿Quién es el culpable de tu sonrisa? - rápidamente la imagen del chico de los tatuajes se cruzó en mi mente.

- Vale, vale, sí.

- ¿Sí, qué? Alice, ¡por dios! Sé más específica - dijo quejándose.

- Digamos que mi corazón ahora tiene otro motivo para latir - sonreí de nuevo.

- Te has puesto hasta profunda - rió - ¿cómo es y cuál es su nombre?

- Creo que ya lo conoces.

- ¿Ah sí? No le pongo cara.

- Ajá, lo conociste cuando viniste con mi prima Vanessa a visitarnos.

- ¿No me digas que es el tío ese de la chica rubísima?

- Sé más exacto - dije usando su mismo tono de voz.

- El tatuado y antipático - contestó y ambos empezamos a reír por la breve pero acertada descripción de Louis, aunque lo de "antipático" ya no tanto - ¿Es él, Alice?

- Has acertado - contesté poniendo en su sitio la percha que había sacado.

- Increíble.

- Lo sé.

- Por la manera en la que estuvimos bromeando pensé que había algo, pero no imaginé que fuese a llegar a este punto.

- Pues fíjate...

- ¿Él siente lo mismo por ti?

- Bueno, no es que nos hayamos jurado amor eterno.

- Sabes a lo que me refiero...

- De momento creo que sí, pero ya veremos qué es lo que pasará.

- Ya sabes lo que siempre te digo.

- Que no me confíe.

- Y que seas tú misma.

- Eso siempre.

- Esa es la actitud. Bueno jolie tengo que dejarte, voy a comprar algo de comida para sobrevivir este mes - dijo con dramatismo y me carcajeé un poco.

- De acuerdo, ¿hablamos otro día?

- Claro, cuando tú quieras.

- Cuídate - respondí antes de colgar mi teléfono.

Volví a meter el móvil en mi bolso y caminé un poco más por la tienda mirando cada prenda que se interponía en mi camino. No muy lejos de donde me ubicaba se encontraba una pila de ropa interior y lencería y, sin dudarlo, me acerqué a ellas.

Asombrada miré todos los modelos de lencería de seda y de encaje que había, decantándome por un conjunto de dos piezas de seda de color blanco roto, pero era demasiado caro así que lo dejé en su sitio y cogí otro, esta vez de encaje color negro, como el color característico de mi chico favorito.... Inmediatamente pensé en su reacción y al imaginarlo mordí mi labio inferior. Sin duda, quería vivirlo en carne y hueso.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora