Pasaron los días y del Louis romántico y cariñoso de las vacaciones no quedaba ni rastro. Es más, creía que incluso había estado evitándome y yo, en vez de pasar de él como estaba haciendo conmigo, lo buscaba. Y por más que lo buscaba, menos lo encontraba. Así que, tenía que reconocer que después de cinco días así, estaba enfadada. Muy enfadada.
Tenía mis motivos, ¿no?
- ¿Y qué hay mejor que una fiesta para que te calmes un poquito? - me preguntó mi mejor amiga después de recibir veinte veces mi negativa a salir de fiesta - ¡Nada! - añadió sin dejarme contestar - Así que, nena, ponte tus mejores galas que hoy es noche de chicas.
- No nos puedes decir que no, Alice - dijo esta vez mi compañera de habitación - ya ni me acuerdo de cuándo fue la última vez que salimos juntas.
- Tiene razón - contestó Doris.
- Piensa que en menos de un mes, con los exámenes y el trabajo en el estudio de mi madre, no podrás hacer nada de esto - añadió Hope.
- Está bien - dije derrotada al saber que no valía de nada seguir negándome - ¿dónde se supone que vamos a ir en nuestra noche de chicas?
- Ya lo veréis, os va a encantar - respondió Hope - solo os voy a decir que os pongáis falda.
Y a decir verdad, el sitio no estaba nada mal, aunque es cierto que no era un bar al que pudiéramos ir muy a menudo, ya que la música latina, los cócteles y los camareros que allí trabajaban formaban una mezcla más que explosiva.
Lo cierto era que no recuerdo con exactitud cuándo fue la última vez que sentí la verdadera necesidad de quitarme los tacones. Y eso que los míos eran bajitos. Aunque, desde luego, hacía mucho tiempo que no me reía tanto y me lo pasaba tan bien con estas tres locas a las que tengo como amigas.
- ¡Chicas! - dijo Hope mientras llenaba de nuevo nuestros chupitos - Esta ronda va por vosotras, porque sois la pera.
Por supuesto, ni que decir tiene que mi compañera de clase de Arte estaba ebria, igual o incluso un poco menos de lo que lo estaba yo.
- Y tú eres la caña, Hope - le respondí yo mientras sentía cómo el ardor de la bebida se hacía presente en mi garganta.
- ¿Otra ronda?
- Eso ni se pregunta, Cléa - contestó mi mejor amiga.
Si os soy sincera, tengo vagos recuerdos de lo que pasó esa noche. Me acuerdo que bebí más de lo que mi cuerpo aguantaría en situaciones normales, que bailé hasta que mis pies me pidieron un descanso y que llegué a la residencia a trompicones. Lo que no recuerdo es en qué momento acabamos durmiendo mis amigas y yo en las dos camas de noventa centímetros de mi habitación. Y a día de hoy, todavía seguía siendo un misterio, pero bueno... el caso es que esa mañana tuve una resaca de mil demonios, pero mi humor había vuelto a la normalidad y, aunque los bailes latinos nunca habían sido de mi agrado, estaba deseando volver a aquel antro.
- ¿Sabes, Hope? - dijo mi mejor amiga llamando nuestra atención - Deja que la próxima vez elija el sitio yo.
- ¿Y eso por qué? ¿No te gustó? - preguntó ella contrariada.
- No... bueno, sí - contestó Doris - pero ahora no puedo sacarme de la cabeza esas canciones.
- Pues bien contenta que estabas cuando se te acercó Carlos Manuel para bailar contigo - respondió Cléa burlándose de ella.
- Ay, Carlos Manuel... - dijo Doris suspirando - mira que ya me tenía ganada con ese moreno natural y esos ojos negros, pero cuando me cogió de la cintura y comenzó a cantarme al oído esa canción en español... yo creí que me desmayaba en cualquier momento.
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Los polos opuestos se atraen
Ficção AdolescenteSegunda temporada de "Te conocí en París". Alice comienza una nueva vida lejos de Francia y del que pensó que era el gran amor de su vida. Tras trasladarse a su nueva residencia, lucha cada día por superar el engaño de Philip, aunque esta tarea será...