Capítulo 60

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El chico de los tatuajes conducía su precioso Audi absorto en sus pensamientos haciendo, quizás, un intento por mantener a raya el nerviosismo que sentía por lo que iba a pasar en las próximas horas. Sin embargo, tenía que reconocer que Louis se lo tomó mucho mejor de lo que esperaba.

2 horas antes

- ¿A tus padres? ¿Ahora?

- ¡Sí! - grité - Están en Crawley Down, en mi pueblo, ¿no es genial?

- Sí, bueno... no sé - respondió contrariado - ¿y si no les caigo bien?

- ¿Desde cuándo el chico más borde y antipático que he conocido y conoceré en toda mi vida se preocupa por si le cae bien a alguien? - pregunté con un deje de diversión.

- Pues desde que voy a conocer a tus padres. - respondió pasándose las manos por el pelo - Es la primera vez que voy a hacer esto, ¿sabes?

- ¿En serio? - pregunté sorprendida.

- Totalmente - contestó serio.

- No tienes nada por lo que preocuparte, Louis. De verdad te lo digo. - dije tomando su mano - Seguro que a mis padres les caerás genial.

Y con esa casi promesa, conseguí que Louis se tranquilizase, cogiese una mochila con algo de ropa y arrancase su coche en dirección a mi pueblo.

Actualidad

Aunque claro, el nerviosismo que sentía era palpable sobre todo cuando, después de casi cinco horas de viaje, divisé la señal que anunciaba que habíamos llegado a mi pueblo.

- Ya casi hemos llegado. Hay tres rotondas. Sigue todo recto en las dos primeras y, en la tercera, coge la primera salida. Una vez allí, la tercera calle a la derecha.

El chico de los tatuajes siguió una a una mis indicaciones y en menos de lo que canta un gallo estábamos parados frente a mi pequeña y reconfortante casa, aunque a Louis parecía transmitirle de todo menos paz y tranquilidad.

- Louis - lo llamé.

- Dime.

- Mi familia no va a comerte - dije con una sonrisa - aunque quizás yo sí - añadí haciendo algo parecido a un rugido. Él sonrió, aunque era una sonrisa claramente forzada.

- No creo que a tus padres les guste eso.

- Siempre puedes hacerme callar - le contesté.

Sin dejar que me respondiera, salí del coche y abrí el maletero para coger las mochilas con nuestra ropa. Me encantaba dejarlo con la palabra en la boca, pero me gustaba todavía más que fuese él el que me dejase así.

- No me provoques de esa forma - dijo mirándome a los ojos.

- ¿Por qué? - pregunté desafiante.

- Porque todavía no eres consciente de lo que soy capaz.

- ¿Y de qué eres capaz?

- ¿De verdad quieres saberlo?

- ¿Tú qué crees? - pregunté. Él se limitó a observarme, por lo que proseguí - Quiero saberlo todo sobre ti, Louis.

Louis esbozó una sonrisa, de esas con las que es capaz de hacer que me sienta deseada y terriblemente caliente.

- Bien. Luego no me digas que no te lo avisé. - dijo acercándose muy peligrosamente a mí - Primero, empezaría por chupar cada parte de tu cuerpo, deteniéndome en tus preciosos y perfectos pechos. Luego bajaría hasta tu sexo comprobando lo húmedo y preparado que está para recibirme, justo como ahora - añadió acercando su boca a mi oído haciendo que cerrase los ojos para imaginar la escena - y te daría placer hasta que te corrieras para mí... solo para mí. - dijo peligrosamente - Y terminaría enterrándome en ti hasta que me suplicaras compasión.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora