Capítulo 36

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- Doris, necesito tu ayuda.

- Nena, cada vez que me dices eso alguien sale herido.

- No creo que este sea el caso - respondí divertida.

- ¿Tiene que ver con Louis?

- Y conmigo.

- Desembucha.

- Verás, yo... necesito ir al médico.

- ¿Al médico? ¿Estás enferma? - preguntó alarmada.

- No a ese médico.

- Entonces a cuál.

- Al ginecólogo - contesté mientras mis mejillas comenzaban a teñirse de color rojo.

- ¿Para qué? ¿No estarás embarazada, verdad?

- ¡No! - dije nerviosa.

- Joder, Alice, me habías asustado - respondió ella.

- No seas tonta.

- No sé, últimamente cada vez que te veo estás con él y no hay más de diez centímetros de distancia entre vosotros... no me quiero imaginar cuando estéis solos.

- ¡Doris!

- ¿Qué? - preguntó divertida.

- ¿Vas a acompañarme o no?

- Solo dime una cosa.

- ¿El qué?

- ¿Por qué vas a ir al ginecólogo justo ahora?

Ante esta pregunta tenía dos opciones: la primera, mentirle. Y la segunda, contarle la verdad. Así que, estaba claro que la mentira quedaba totalmente descartada.

- Bueno... la píldora es un método eficaz.

- ¿Os habéis cansado de usar preservativos o qué?

- Algo así - contesté tímida.

- ¡Estoy emocionada, Alice! - respondió ella simulando secarse una lágrima.

- ¿Por qué?

- Te me haces mayor sexualmente hablando.

- Hablas como si fueras una experta.

- No mucho, pero seguro que algo puedo enseñarte - dijo guiñándome un ojo.

- Cada día me sorprendes más - contesté negando con la cabeza.

- No sería tu amiga si no lo hiciera, ¿no?

- Por supuesto - reí.

- Bien... entonces, ¿para cuándo tenemos cita?

A decir verdad, la cita con la ginecóloga fue mejor de lo que pensaba, exceptuando el momento en el que tuve que hacerme una prueba de embarazo que por supuesto salió negativa. Pero claro, en un caso así, lo normal es que pierda hasta el color de mi cara. Sin embargo, esta es otra de las muchas anécdotas que Doris y yo llevamos a cuestas: mi primera visita al ginecólogo y mi primera prueba de embarazo.

- Entonces mañana a las ocho y media tenemos que volver para el análisis de sangre, ¿verdad? - pregunté a la doctora.

- Exacto - respondió.

- ¿Y cuánto tardarán los resultados?

- No mucho, te daré cita para dentro de cuatro días.

- Perfecto.

El análisis de sangre también fue bien, salvo un pequeño mareo que se solventó con facilidad. Pero vamos, que era normal, porque las agujas y yo nunca hemos sido amigas.  Tres días más tarde ya tenía las pastillas recetadas y con planes de comenzarlas la semana próxima.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora