Capítulo 37

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La respiración del chico de los tatuajes me daba justo en el cuello, provocando que mil y un escalofríos recorrieran mi cuerpo. Lentamente abrí los ojos, dándome cuenta que estaba desnuda y, casi por instinto, me aferré a las sábanas cuando me percaté que me encontraba en su habitación.

Maldije internamente en cuanto pensé en su compañero de habitación y se me aceleró el pulso por el simple hecho de imaginar que había pasado la noche desnuda con un Louis que también iba ligerito de ropa y con nuestro amigo durmiendo (o intentándolo) al lado. Rápidamente alcé la vista rogando a todos los dioses para que no estuviera allí y afortunadamente, la cama de Martin estaba hecha y no presentaba signos de que él hubiese estado durmiendo allí, pero... ¿dónde habría pasado la noche?

Mucho más tranquila me recosté de nuevo frente a él, admirando su hermoso rostro y su pelo castaño revuelto... como de costumbre. Por instinto, puse la mano en su mejilla y con mi dedo pulgar comencé a acariciarla, brindando suaves toques para después peinar y despeinar su ceja derecha. Louis arrugó el ceño y movió su cara dándome a entender, incluso dormido, que me estuviera quieta. Acto seguido besé sus labios suavemente y, aunque me hubiese encantado quedarme en esta posición y admirar a este hombre que tenía delante, era hora de levantarse.

Faltaba una hora para que las clases empezaran de nuevo, así que entré en el baño para darme una ducha rápida. Me metí en la bañera y cogí uno de los botes de gel de baño que estaban en el suelo marcado con la letra "L". Por supuesto, esa era la inicial del chico de los tatuajes, del chico que dormía plácidamente al otro lado de la puerta, y sin más demora, me lo eché en las manos y empecé a enjabonarme. Su olor inundó mis fosas nasales y yo me sentí plena al tener su olor impregnado en mi piel.

Unos quince minutos más tarde, me vestí apresuradamente al intuir que Martin podría llegar en cualquier momento e irrumpir en el cuarto baño, pero cuando salí todo seguía igual a como lo había dejado... Louis seguía en la misma posición en la que estaba unos minutos atrás, con el torso desnudo y las sábanas ocultando sus partes íntimas. Terriblemente irresistible.

Intenté peinarme con las manos, pero mi pelo no es que me ayudase mucho, así que terminé considerándolo como una causa perdida y me dirigí a coger mi bolso. En silencio me disponía a salir de la habitación, pero le eché un último vistazo al chico que en estos día era el responsable de todos mis males y alegrías, y mordí mi labio inferior cuando mi mente ideó una perversa travesura que tenía que llevar a la práctica sí o sí. Desesperadamente busqué un rotulador rojo en mi bolso y cuando lo encontré, me acerqué a él peligrosamente y con letras mayúsculas escribí en su torso tatuado: PROPIEDAD DE ALICE GRESTEL. NO TOCAR.

Reí internamente al imaginar su reacción cuando despertase e inmediatamente me sorprendí al saber que no tenía ni idea de cómo reaccionaría, pero lo que sí tenía claro era que iba a divertirme. Sin tentar mucho a la suerte, decidí salir a paso lento de la habitación y dirigirme a clase.

- ¡Hope! - exclamé haciendo que frenase antes de entrar en la clase de Arte. Ella me miró confundida.

- Alice, ¿dónde has estado? - susurró cuando llegué a su lado - Doris estaba como loca - añadió mientras nos sentábamos en uno de los sitios libres.

- ¿Doris? ¿Qué le pasa? - pregunté utilizando su mismo tono de voz.

- Pues que lleva buscándote desde ayer por la noche.

- Turner, Grestel ¿algo que añadir? - interrumpió la Srta. Amber.

- No, lo sentimos - contestó Hope.

Las clases se me pasaron rapidísimas, tanto que ni siquiera me había dado cuenta de que Hope y yo ya estábamos sentadas en la cafetería a la espera de nuestros amigos. Minutos más tarde, vimos llegar a Martin y a Doris charlando animadamente pero cuando se percataron de nuestra presencia, ella aceleró el paso dirigiéndose a la mesa en la que la hermanastra de Louis y yo nos encontrábamos.

Los polos opuestos se atraenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora