Una noche fría

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La Torre de los Colmillos, Taflem.

A muchos kilómetros de la ciudad de Dublith, más precisamente, en otro continente conocido como Keisalhima, una bella hechicera, despertaba de una horrible pesadilla que era parte de un traumático recuerdo.

A muchos kilómetros de la ciudad de Dublith, más precisamente, en otro continente conocido como Keisalhima, una bella hechicera, despertaba de una horrible pesadilla que era parte de un traumático recuerdo

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-¡No! ¡Por favor! ¡No!- gritó exaltada y completamente empapada de sudor -¡Dioses! Otra vez esa maldita pesadilla de ese maldito día...Todos los años en esta misma fecha, vuelve a mí una y otra vez- formuló, su turbada mente -Esos ojos, ¿Por qué me aterran tanto? Yo he visto esos ojos...No puedo recordar en quién-

Murmuró, con sus manos cubriendo su rostro. Intentó dejar de temblar, pero no podía hacerlo. No logró identificar, si era por el frío de la noche o por el terror que la agobiaba.

-¡Dea! ¿¡Estás bien, pequeña!? ¿¡Qué pasó!?- preguntó preocupado su maestro, azotando la puerta de la habitación -Alguien vino a atacarte, ¿Dónde está? ¡Lo mataré!- Exclamó al universo, inspeccionandolo todo -¡Krylancelo! ¡Si eres tú! ¡Sal ahora mismo! ¡No es gracioso!-

Detrás del maestro de cabellos rojizos, se encontraba Eris, su discípula, totalmente desorbitada y sofocada por la corrida hacia la habitación. No pudo evitar que una risa sollozante, saliera de su garganta, ante las locuras de su maestro.

-Maestro- la ignoró completamente y siguió con su búsqueda -¡Maestro!- Ignoró el llamado, otra vez. Mientras Eris, lo observaba desde el umbral de la puerta, caminar de aquí para allá -¡Qué alguien me de paciencia, por favor!- suplicó a la nada -¡Suficiente! ¡MAESTRO HARTIA!-

El nombrado, se detuvo ante su grito histérico, mirándola con ojos desorbitados por el terror. Por otro lado, su otra discípula, intentaba no reírse a carcajadas. Ese hombre, a veces, era un completo bobo.

-¿¡Por qué me gritas, niña!? ¡No ves que intentaba protegerte y atrapar al que te atacó!-

Reclamó, gesticulando con sus brazos de una forma muy extraña, al borde de un colapso nervioso.

-Lo siento, maestro. Pero usted, estaba ignorándome y además, ¿Por qué mueve los brazos de esa manera tan extraña al hablar?- cuestionó lo último, para molestarlo. Pero recibió una mirada de irá de su parte -Bien, bien, lo siento...- Carraspeó y se removió en su cama, un poco incomoda después de disculparse -Ahora... Eris, Maestro... Recuerdan que día es mañana, ¿Verdad?-

El hombre estaba, literalmente petrificado, mientras que su alumna, corrió hasta su amiga para abrazarla.

-¡Oh! ¡Amiga! ¿Otra vez esa terrible y horrible pesadilla?- Ella, asintió -Lo siento tanto. Sé lo mucho que te atormenta esta fecha durante los últimos diez años...-

Mencionó consolándola y acariciándole el cabello.

-Lo siento mucho, Dea- realmente, era muy malo consolando a la gente, pero al menos con ella, lo intentaba -Pensé que algo malo te había sucedido...fue un grito, terriblemente, desgarrador-

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