Prólogo

92 7 9
                                    

-¡Nicholás! ¿Qué fue eso?-

Lloriqueo una hermosa mujer de cabellos negros y ojos color fuego. Temblando por el miedo y la desesperación, imaginando lo peor.

-Es él, Alegra. Nos ha encontrado- llegó a ella tomándola de los brazos -No llegaremos a Amestris y mucho menos a Keisalhima...Lo siento, cariño-

Contestó el hombre de cabellos castaños y ojos avellanas, descendiente de alquimistas amestrisanos.

-No digas eso. Hicimos todo lo posible- enfatizó la mujer, acariciando el rostro de su amado -¡Además! ¡No permitiré que ese monstruo toque a mis hijas!- finalizó firme.

-¡MAMÁ! ¡PAPÁ! ¿QUÉ ESTÁ PASANDO!?-

Gritó una pequeña niña llamada Dea, que corría en su dirección con su hermana Gaia detrás de ella, llorando de miedo, mientras se aferraban de las manos.

-¡No pasa nada, cariño!- se arrodilló frente a sus hijas -No tengan miedo, no va a pasar nada...Lo prometo...Mamá esta aquí-

Les explicó a sus pequeñas con la voz rota y abrazándolas con sus ojos llenos de dolor.

-¡Pero que hermoso cuadro familiar!- expresó irónica, una voz distorsionada detrás -Que pena que tenga que terminar ¿No lo creés, Hechicera del Silencio?-

La mujer se puso de pie, luego de besar a cada una de sus hijas y quitando lágrimas de amargura de sus mejillas.

-¡No te lo permitiré!-

Espetó, mirando fijamente al demonio frente a ella y avanzado hacia él. Pero su esposo la detuvo, atravesando un brazo en su camino.

-¡Dejala, Alquimista Elemental!- los apuntó a ambos - Acabaré con ella, antes de acabar contigo y después, las destruiré- miró a las pequeñas.

-¡Eso es lo que tú creés! ¡Maldito!-

El demonio, atacó a la familia sin piedad. El alquimista, apoyó sus manos enguantadas con círculos de transmutación en el suelo, materializando un muro frente a ellos.

La hechicera, que manipulaba la magia del silencio, contraatacó al ser de ojos rojos con un hechizo poderoso. Causando una gran explosión, que hirió gravemente a los progenitores y a su contrincante. Dejando inconsciente a las niñas, que fueron lanzadas lejos de ellos.

Ambos padres, desesperados, se acercaron para tratar de alejarlas lo más rápido posible de ese monstruo, que quería aniquilarlas. Utilizando el último rastro de fuerzas que les quedada, las enviarían lejos. Las observaron por última vez y las alejaron de sus vidas, para siempre.

-Te quiero mucho...mi niña-

Susurró la mujer, arrastrándose por el suelo y apuntando su mano hacia su hija Dea, transportándola, a solo los dioses y el destino lo sabían. Suspiró cansada y con una triste sonrisa en su rostro, bajando su brazo lentamente, murió.

-Lo siento, cariño... Tengo que hacerlo- explicó agitado -Deseo que seas feliz-

Besó a su hija Gaia por última vez, antes de transmutar sobre ella hacia el portal de la verdad. Entregando a cambio su vida y los recuerdos de ella, como intercambio equivalente, desapareciendo juntos cuando el circulo terminó.

-¡Malditos! ¡Lo lograron!- vocifero el demonio, frustrado -¡Separadas no podre encontrarlas hasta la próxima Luna de Sangre!-

Así fue, como preso de su furia, destruyó el barco por completo.

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora