Presentimiento especial

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Dublith, Amestris.

La pequeña alquimista, estaba disfrutando de una taza de café en la sala con sus padres, después de la cena, como todas las noches. Pero, no podía dejar de moverse y golpear su pie, insistentemente contra el suelo, mientras miraba los minutos pasar. Notando su evidente nerviosismo, su madre, la observaba inquisitiva.

-Gaia, hija ¿Sucede algo? Te noto un poco nerviosa...-

Claro, no era estúpida, sabía que algo le sucedía.

-No, mamá. No es nada...Ignórame-

Contestó mordiendo la uña de su dedo meñique, mirando el reloj de pared.

-¡De ninguna manera! ¡Ahora mismo me dirás que te ocurre!- exigió, mirándola fijamente -Es por un chico, ¿Verdad?-

Su hija la miraba como si se hubiera vuelto loca.

-¿Chico?- mencionó su padre de manera interrogativa, levantando la vista del periódico -¿Sabés algo de esto, Izumi?-

Preguntó a su esposa en tono inquisidor.

-¡Por supuesto que no! Justamente, es lo que le estoy preguntando. Vamos, Gaia. Habla-

Si estaba nerviosa, ahora lo estaba el doble, por culpa de la mirada acusadora de sus padres. Por suerte, casualidad o destino, alguien escuchó sus plegarías y llamó a la puerta.

-¡Yo abro!-

Gritó, poniéndose de pie como un resorte y corriendo como un animal que estaba a punto de ser devorado, hacia la puerta de entrada. Al abrirla, se encontré con su salvador, pero la bienvenida, no fue muy amistosa o grata.

-¡Hola! -

Saludó con su brillante sonrisa de héroe y bien arreglado.

-¡Llegás tarde!- le cortó sin más -¿Dónde estabas? ¡Se suponía que ibas a llegar hace media hora! ¡Casi me muero de los nervios esperándote, Keilot!- susurró exaltada.

-Fui a ducharme y a ponerme presentable- se defendió -No iba a llegar a tu casa con la ropa de trabajo y apestando a sudor-

Finalizó con el ceño fruncido por su no tan cordial bienvenida.

-Si, si, lo que sea- hizo ademanes sin importancia - Vienés a pedir permiso para un festival, no mi mano para casarnos- tiró de él, introduciéndolo a la casa -Ahora, pasa y prepárate... Esto será difícil-

Su amigo, caminó un poco aturdido por la advertencia, hacia la sala. Al entrar allí, la joven carraspeó incomoda y sus padres, los observaron desde sus respectivos lugares.

-Mamá, papá... Él es Keilot, un amigo y compañero de trabajo...- movía sus brazos en vaivén sin saber que decir -Y vino aquí para hablar con ustedes sobre un tema delicado-

Lo empujó, levemente hacia adelante, mientras observaba las distintas reacciones de sus padres. El hombre de gran porte, palideció y la mujer de cabellos oscuros, miraba al muchacho, expectante, como analizándolo.

-Eeehh...Bueno...mmm... Buenas noches señor y señora Curtís, como ella dijo, yo soy Keilot, amigo de su hija- miró de reojo a la hermosa chica junto a él, por un segundo -Y venía a hablar con ustedes, en nombre de los dos, para solicitar su permiso para...-

Fue interrumpido, estrepitosamente, por la voz grave del padre de ella.

-Si es su mano lo que viene a pedir, joven. Ahorrese el discurso, porque la respuesta es ¡NO!-

Finalizó su monólogo, haciendo énfasis en la última palabra.

-Trágame Tierra y escúpeme lejos de esta vergüenza-

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora