Se sentía ridícula ingresando a la posada en esas fachas. Claro, a Gaia no le importaba, porque Keilot la cubrió con su saco. Eso, obviamente, era tener suerte.
Sus amigas, al verlos en el umbral de comedor, llegaron a ellos con miradas de desconcierto.
-¡Dea! ¡Te ves horrible! ¿Qué fue lo que pasó contigo?- pregunto la cazadora -¿No me digas que caminaste dormida y pasaste la noche en el jardín, otra vez?-
Todos rieron por la historia ridícula que había contado su amiga, excepto ella, que literalmente, quería matarla.
-¡Cleo, por favor! Yo no hago esas cosas- se excusó como pudo.
-¡Claro que si! Cuando fuiste de vacaciones a mi casa en el verano, te encontramos durmiendo en el jardín, tres noches seguidas- siguió relatando, como si estuviéran solas en el mundo -Sin contar, el día que te encontramos durmiendo en la rama de un árbol, en ropa interior-
Sino se callaba, iba a matarla. No sabía como, ni cuando, pero sus amigos y los de Gaia, llegaron allí para escuchar la historia. Excepto Lai, seguramente estaba fuera de la posada.
-Cleo...Al pueblo, no le interesan mis hábitos nocturnos, ¿Si?- habló, pausadamente, para que le entendiera. Mientras todos los demás, reían de su miseria a carcajadas -¡Si, claro! ¡Burlense de la hechicera!- reclamó, aunque ella también reía -¡Bien, basta! Lo importante aquí, es que Gaia, casi se mata por buscar a su ave en la cornisa. Por esa razón, yo me veo así, intente que no se matará, antes de que llegará Keilot a salvarla-
Explicó, sin más, mientras la nombrada se hacía la desentendida y los demás, la miraban extraño.
-¿Es cierto?- preguntó Cleo, dudosa. Las muchachas, asintieron -¿Qué extraño? Porque Calep estuvo toda la mañana con nosotros, mientras tomábamos el desayuno y jugaba con Leki-
Señaló al pájaro en el hombro de Alphone.
-¿Qué?-
Preguntó la alquimista, mientras palidecia y la hechicera, estaba petrificada.
-Lo siento, Gaia. Tendría que haberte dicho que él me siguió hasta el comedor, pero no quise hacerlo porque estabas dormida- se disculpó su amiga Winry, por su descuido -Lo siento-
-Bueno, por suerte fue un susto y no me pasó nada- se excusó, haciéndose la tonta por el estúpido error que cometió -¡Aquí nadie murió por un pájaro que no era suyo, señores! ¡Sigan con sus actividades!-
Despacho a todos para que no la regañaran, pero ella olvidó, que Dea no era como los demás. Sin nombrar a Keilot que, luego tendría una charla con esa muchacha que le robaba el aliento con solo mirarlo con sus hipnóticos ojos.
-Gaia-
La llamó esa hermosa hechicera con su mejor sonrisa de ángel caído, mirándola. Ella, por otro lado, retrocedía a cada paso que daba.
-¿Si, linda?- dijó con voz dulce y compasiva -¿Sucede algo?-
-Voy a contar hasta tres y en ese transcurso de tiempo, te quiero fuera de mi vista antes de estrangularte- sonrió diabólica, comenzando a contar -Uno...dos...tres-
Corrió tras ella gritando que la mataría, mientras su amiga reía nerviosa para no ser asesinada.
Después de la guerra de almohadas hasta la muerte, que ella ganó, se encontraba tomando té y comiendo galletas, sola, en el comedor de la posada. Estaba muy aburrida.
Todos se habían ido y la dejaron allí. Winry y Cleo, fueron de compras, Majic y Al, estaban en la librería desde la tarde, Edward y Orphen ¿Quién sabe? Salieron juntos y no dijeron donde. Por otro lado, Gaia y Keilot, fueron por un helado para hacer las pases. Mientras que ella, estaba allí, aumentando el talle de su trasero comiendo eso.
ESTÁS LEYENDO
Una Alquimia llena de Magia
FantasyUn naufragio. Dos hermanas separadas por la tragedia. Dos rumbos desconocidos. Una profecía por cumplir. Un pasado que recuperar. ¿El destino las volverá a unir? Libro 1 de la trilogía: Sol y Luna