Un mar de recuerdos

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Era temprano en la mañana y el grupo estaba saliendo de la comisaría, después de haber firmado unos papeles y pagar la fianza por los "delitos cometidos".

Estaba tan feliz, había encontrado a su hermana. Bueno, en realidad, se habían reencontrado. Pero aún así, iba a poder continuar con todo lo que abandonó por buscarla.

Una persona caminaba junto a ella e inició una conversación mañanera. Algo muy extraño en ese hechicero negro de ojos color fuego y cabello oscuro.

-Lo hiciste bien, ¿Cómo supiste que la canción ayudaría?-

Habló con la voz ronca y entre bostezos, pero igual se entendió. Su cabello se veía horrible, parecían las cerdas de un animal.

-La verdad hechicero, fue solamente suerte- Comentó sin preámbulos. Pero había llegado el momento de tragarse su orgullo y hacer algo que ni en sus peores sueños podría hacer -Orphen...Ggg-Gra-Gracias por ayudarme en esto-

Ya lo había dicho y no volvería a repetirlo... Bueno, quizás una vez más.

-No hay de que. Yo busqué a Azalie, mi hermana, por cinco años. Sé lo que se siente-

Le estaba contando su vida, eso sí que era nuevo.

-Si, lo sé... Aún así, gracias-

Hizo el intento de abrazarlo, pero él, la detuvo con su mano.

-No-

Musitó seco y sin emoción, al igual que su corazón. Pero nadie rechaza un abrazo de Dea Fleming.

-¡Oohh! ¡El hechicero quiere que lo abracen!-

Cantó con sus brazos extendidos. Él quiso evitarlo, pero fue más rápida y subió a su espalda, mientras él gritaba para que se apartara.

-¡NIÑA! ¡QUI-TA-TE!-

-Nop-

-¡CLEO! ¡POR FAVOR AYÚDAME! ¡ESTÁ PEGAJOSA Y HUELE RARO! ¡QUITALA! ¡QUITALA! ¡QUITALA!-

Rogó a su novia que la alejara de él, mientras corría con ella a cuestas. Todos reían del ridículo espectáculo que ambos interpretaban.

-¡Ay! ¡Orphen! No seas llorón ¡Aguántate! ¡No molestes!-

¿Que clase de novia era esa? Pensó, mirándola...Bueno, era Cleo. Pero su hermana no lo era y se interpuso en el camino de ambos.

-¡Dea Alexandra Fleming!- exclamó -¿Qué creés que estás haciendo perturbando a este pobre hombre? ¡Baja de ahí! ¡Ahora!-

Ella conocía esa mirada. Los años pasan, pero la esencia queda y en este caso, seguía intacta.

-¡Nop! ¡Ven, sube!- le extendió una mano.

-¡Está bien!-

Respondió feliz de la vida, subiendo de un salto a la espalda del hombre frente a ella.

-¡NO!-

Gritó él lleno de pánico. Esas dos muchachas iban a matarlo...Pronto.

Así fue, como las dos, subieron a la espalda de Orphen, hasta que él, no puedo soportarlas y cayeron los tres juntos, al suelo. Pero ellas seguían sobre él, abrazándolo y brincando, divertidas.

-¡MAJIC! ¡AYUDAME! ¡VEN!- rogó a su discípulo.

-No, maestro. No me arriesgare a que me lastimen otra vez por usted-

Negó sin tregua, caminando con su amigo Alphonse, lejos de él.

-¡EDWARD! ¡AYÚDAME! ¡SOY TU AMIGO!-

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora