Caminaban de regreso a la posada. Estaban a unos cuantos metros de llegar, pero entre ellos, existía un silencio un tanto incómodo, hasta que la joven tomó el valor romperlo, a pesar de la cara de pocos amigos de él.
-Qué personas tan agradables las que conocimos hoy, ¿Verdad?- habló, pero él frunció aún más el entrecejo, ignorando su pregunta -Tenías razón, Cleo es una chica muy hermosa y además Dea, su amiga, es muy linda, ¿No creés?-
Volvió a ignorarla. Y ahora, ¿Qué le pasa? Pensó, ingresando a la posada con él.
-Buenas noches-
Se despidió sin mirarla y se encaminó hacia su habitación. No podía dejarlo ir así, tenía que saber que le sucedía. Seguramente, tenía que ver con su encuentro con Cleo.
-Keilot, espera ¿Qué sucede contigo? Estás ignorandome desde que dejamos la librería y ahora, te despides de mí sin siquiera mirarme- se acercó a él, preocupada - Estás así por Cleo, ¿Verdad?-
Volteó, sin dar un paso más y río irónicamente con la voz ronca.
-¿Eso creés? Pues, la verdad, no- mencionó sarcástico -La culpable de mi mal humor, justamente no es Cleo, eres tú-
Finalizó, apuntándola con ira.
- Estás bromeando, ¿Verdad?- negó, más furioso que antes -¡Bien! Entonces, ¿Puedo saber que fue lo que hice para que te pusieras así?-
Preguntó con mal humor como él.
-¿En verdad quieres saberlo?- ella asintió -¡Muy Bien! ¡Te lo diré! ¡No vuelvas a meter tus narices en mis asuntos! ¿Queda claro?-
Lo miró, atónita. No sabía de lo que le estaba hablando.
-¿¡De qué rayos estás hablando, Keilot!?- exclamó histérica, por su advertencia -¿Cuándo me metí en tus malditos asuntos? ¡Explicalo!-
Furioso, se acercó a ella y la tomó del brazo con fuerza. La muchacha chilló por el dolor y la sorpresa de su accionar.
-¡Escúchame bien!- la apuntó con su dedo -¡Es la última vez que te interpones en una batalla entre el hechicero y yo con tu maldita alquimia! ¿Comprendes?- Exclamó. Se había vuelto loco -¿¡Qué hubiera pasado si él te hubiera atacado y yo no estaba ahí para impedirlo!? ¡Seguro ahora, estarías muerta!-
Gritó ciego de la rabia, aferrando más su agarre en ella. Era muy fuerte.
-¡Suéltame, Keilot! ¡Estás loco! ¡Me lastimas!- sollozó de dolor -¡Déjame! ¡Por favor!-
-¡NO! ¡ME ESCUCHARÁS!- exclamó una vez más -¡No quiero que te vuelvas a acercar a él! ¿¡Entiendes!?-
- Está diciendo que la sueltes y te recomiendo que lo hagas-
Amenazó el alquimista de acero detrás de él.
-¡No te metas en esto, Ed! ¡El problema es con ella, no contigo!-
Refutó, mientras ella agradecía como nunca antes, su presencia allí.
-Te lo diré una vez mas ¡Suéltala! o te daré una lección, que nunca en tu maldita vida, olvidarás cazador. Te lo advierto...-
Habló tranquilamente pero de manera amenazante.
Lo que provocó que aflojara su agarre sobre y que ella, quitara de forma brusca su brazo, mirándolo con terror y acariciando la zona afectada. Cuando se dió cuenta de la expresión en su rostro, su actitud pasó de furiosa a culpable, en un instante.
-Gaia, lo siento. Yo no...-
Dió un paso hacia ella, pero la situación la había superado por completo. No queria escucharlo, tenía que irse de allí.
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Una Alquimia llena de Magia
Viễn tưởngUn naufragio. Dos hermanas separadas por la tragedia. Dos rumbos desconocidos. Una profecía por cumplir. Un pasado que recuperar. ¿El destino las volverá a unir? Libro 1 de la trilogía: Sol y Luna