Salieron por un helado, como recompensa por haber salvado la vida de esa hermosa joven amestrisana, que le había robado el corazón. Era una gratificación tonta para algo tan grande como lo que había hecho, pero era lo único que ella podía pagar. Además, era la excusa perfecta para hacer las pases oficialmente, ya que él, no creía que lo haya hecho.
-¡Keilot, por favor! ¡Ya te dije que todo está bien entre nosotros!- habló ahogada -¡Te lo he dicho más de diez veces! ¡Por favor, suéltame! ¡No respiro!-
Él la llevaba abrazada contra su pecho con todas sus fuerzas, impidiendo que tocará el suelo con sus pies, mientras caminaban por la calle hacia la heladería. De más esta decir que, las personas del lugar los miraban muy extraño.
-Si te suelto, ¿Prometes no marcharte y mucho menos ignorarme después de que lo haga?- preguntó como un niño de tres años, que no quería dejar ir su juguete más preciado -¿Lo prometes?-
-Si, lo prometo...- contestó igual que antes -Lo prometo con el corazón, si quieres- tenía la mejilla apoyada contra su pecho -Nunca más volveré a dejarte pero, por favor ¡Suéltame! Quiero respirar...-
Le explicó de la forma más tierna posible para que pudiera entenderle.
-Bien, te soltaré- aflojó un poco su agarre -Pero te abrazaré de todas formas- la besó en la frente antes de soltarla -No vaya a suceder que huyas de mí e intentes subirte a otra cornisa a rescatar aves pérdidas- dijo un poco en burla y un poco en serio.
-¡Oye! Yo creí que era Calep, mi rescate en las alturas esta totalmente justificado-
Se defendió como pudo, ante su patético desempeño al escalar tejados.
-Ohhh...Mi tierna, dulce e inocente Gaia- mencionó en tono sarcástico, rozándole la nariz con la suya -Las aves arcoiris de la luna, sólo aparecen en las noches de luna llena en estado salvaje- explicó como todo un profesional en la materia, después de soltarle el rostro -Calep, no tiene ese comportamiento, porque está domesticado y además, vive en interiores- la observó de reojo, era tan bonita que lo volvía loco -Ahora, cuando esa ave apareció en la cornisa esta mañana, ¿No te resultó algo extraño?-
-No, es que, ignoraba eso...- frunció el ceño al ser tan tonta -Sinceramente, no lo sabía, hasta recién que lo comentaste- justificó, avergonzada de su propia ignorancia.
-Entiendo, ¿No imaginaste que podía ser un truco?- dijo un tanto molesto, pero habló, tranquilamente -También, explícame ¿¡Qué cosa acababa de pasar por tu mente que subiste de esa manera a la cornisa!?- señaló hacia la nada. Era como si pudiera verla sobre un tejado -Era un ave Gaia, en algún momento iba a bajar-
Ella estaba segura que la regañaria por la estupidez que hizo y por haber puesto en peligro su vida de esa manera, pero esta vez, iba a escucharla.
-No te molestes conmigo, Keilot. Comprende que, cuando lo ví alejándose de mí a pesar de intentar acercarme y llamarlo para que no lo hiciera...- le hablaba de frente, mirándolo a los ojos para que escuchará y entendiera -Sentí que algo dentro de mí se rompía y no quería perderlo, que se alejara de mí- agachó la mirada -Tú no comprendes lo que es ver que alguien importante en tu vida quiera estar lejos de tí- apretó sus labios al darse cuenta lo que había dicho -Bueno... Quizás si-
Se removió incomoda al recordar la historia de su amigo con esa bella cazadora. No sabía lo que decía, ya que estaba un poco molesta por todo lo que paso. Aún así, él se acercó y le acarició el rostro con ternura.
-Créeme, sé perfectamente lo que se siente- suspiró juntando sus frentes -Eso mismo sentí cuando tú te alejaste de mí- se separó de ella que estaba totalmente impactada, besándola en la mejilla -Bien, quiero un helado de chocolate-
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Una Alquimia llena de Magia
FantasyUn naufragio. Dos hermanas separadas por la tragedia. Dos rumbos desconocidos. Una profecía por cumplir. Un pasado que recuperar. ¿El destino las volverá a unir? Libro 1 de la trilogía: Sol y Luna