Más allá del horizonte

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Mar de Amestris, barco de pasajeros hacia Keisalhima.

Al llegar al comedor y encontrar la mesa de sus dos amigos y "el otro", con el que mantenían una relación conflictiva y complicada, observaron que, Alphone estaba comiendo tranquilamente un sándwich con un vaso de leche, mientras miraba atentamente la discusión que Winry y Edward mantenían frente a él.

-Tomate la leche, Ed- acercó un vaso hacia él -A menos que quieras dejar de crecer, como antes- le ordenó -Además, sino la pruebas, no sabrás que es deliciosa y que puede llegar a gustarte con el tiempo-

-No me molestes, Winry- mencionó con el ceño fruncido -No me gusta la leche y lo sabes- miraba con repulsión el vaso frente a él -Y no vas a obligarme a tomarla, ya soy un adulto ¡Déjame en paz!- alejó el vaso.

-¡Bien! ¡Entonces, serás un enano toda tu vida!-

Le gritó a la cara, como era su costumbre.

-¡No me digas enano! ¡Soy una cabeza más alto que tú! ¡Mecánica loca de automail!-

Ella temblaba como un diapasón por la rabia y el enojo que sentía. Si no fuera porque estaban en público, lo hubiera golpeado en la cabeza con su llave inglesa.

-¡Ingrato, egoísta, maldito alquimista de ojos fríos y malvados!-

-¿¡QUÉ TIENE QUE VER ESO CON MIS OJOS!?-

Gritó colérico a centímetros de su rostro. Una nueva discusión, se había desatado entre ellos.

-¡Ojos de malvado! ¡Ojos de malvado!-

Cantaba, provocandolo cada vez más.

-¡REPITELO! ¡BASTA, WINRY!-

Cuando Alphone los vió acercándose, intervino en la discusión de ambos para apasiguar la tempestad.

-Eeehh... Hermano, Winry...-

-¿QUÉ QUIERES? ¡NO ME INTERRUMPAS!- Le gritó a su hermano, quién señalaba a sus amigos -¡Oh! ¡Ahí estas! ¿Ya terminaste con tu rabieta? Hace más de quince minutos que estábamos esperándolos- la hostigó para molestarla -Pero como nunca llegaron, comenzamos sin ustedes...Como puedes ver- finalizó, señalando la mesa con las dos manos -Además, ¿Por qué estás tan abrigada? ¡Hace calor aquí!-

-¡Eso no te incumbe, Ed! Ahora, cállate, tómate tu leche y déjame en paz- respondió, irritada -Sino quieres que te obligue a hacerlo- advirtió -Y créeme, no será por la boca-

De forma inconsciente y mirándola desafiante, tomó el vaso de leche entre sus manos y lo bebió de un sólo trago, sin respirar.

-No es necesario, monstruo-

Comentó, arrogante. Por otro lado, ella ignoró su insulto y se dirigió a su amiga, que sonreía satisfecha.

-Ves, Win. Sólo se necesitaba un poco de persuasión- la nombrada asintió, orgullosa -Ahora, tengo mucha hambre y también mucho calor- tiró de la chaqueta que la cubría, incomoda y sofocada -Voy a quitarme esto-

-¡De ninguna manera!- mencionó impertérito -No te quitarás mi chaqueta por nada del mundo, aunque sientas que estás en el infierno- detuvo sus manos, cuando quiso quitarsela -Ahora, siéntate-

La aferró por los hombros y con un leve empujón, la sentó en una silla junto a su amiga que los miraba divertida.

-Pero, Keilot ¿Mira a tu alrededor?- señaló con ambas manos a varías direcciones del bufet -Hay muchas chicas de mi edad o mayores que yo, que están vestidas con atuendos más reveladores que el mío- tiró de nuevo de la chaqueta para perder un poco de calor -Podríamos decir que el mío, es el menos revelador de todos-

-¡Me importa un comino lo que usen las demás!- refutó sin tregua -¡La chaqueta se queda y ya!- ultimátum.

- Está bien- contestó cansada de discutir con él -Hablando de atuendos, mira a esa chica alta de cabellos oscuros que esta ahí, Win- indicó a su amiga, señalando a una mujer que estaba de espaldas con una larga capa hasta el suelo -Seguro que su atuendo es hermoso, mira el largo de su capa- cuando volteó, quedó petrificada -¿Eso es ropa interior?-

Les preguntó a todos los presentes en la mesa, excepto a Keilot, que se dirigió al bufet por la cena de ambos. Sus amigos, simplemente, cayeron de sus sillas al suelo por la estúpida pregunta que hizo.

-¡Eres increíble!- exclamó Edward, molesto, como siempre -¡No puedo creer que seas la hija de la maestra y que realices esas preguntas tan estúpidas!-

-¡Fue solamente una pregunta, Edward!- respondió, matándolo con la mirada -¿¡No entiendo porque te enfadas de esa manera!?- reclamó indignada. Siempre lograba sacarla de sus cabales -¡Erudito semidesarrollado de la moda de las mujeres!-

Lo insultó, como era su costumbre y él río irónico, para hacerla enfadar mucho más.

- Dejame instruirte y sacarte de tu ignorancia, pequeña ilusa- mencionó con su ego hinchado, al saber algo que ella no -La mujer que ves ahí, es una hechicera y el atuendo que lleva puesto, es uno muy antiguo y clásico de otras tierras- se cruzó de brazos, mirándola burlón -Por esa razón, ignoras el tema-

-¿De verdad?- contestó en el mismo tono que él -Pues, a mi me parece ropa interior, en vez de un traje-

-Aunque no lo creas, bonita- colocó un plato frente a ella -Lo que él dice, es cierto- tomó asiento junto a Alphone -Ese atuendo, es originario de una región del continente, llamada Saillune-

Afirmó el cazador, mirándola con dulzura y ella, respondió con una linda sonrisa.

-¿Has estado ahí, Keilot?- preguntó el menor de los hermanos.

-Por supuesto, Al. Soy un cazador, he visto cosas y viajado a lugares más allá del horizonte-

-¡Vaya! Eso suena interesante- agregó con entusiasmo la otra chica del grupo -Algún día tendrías que contarnos tus aventuras por esas tierras, ¿No es verdad, chicos?-

-Si, eso sería increíble ¿No crees, hermano?-

-Si, como sea- contestó sin interés, poniéndose de pie -Me voy a descansar, ¿Ustedes vienen?-

Preguntó a su novia y a su hermano, señalándolos.

-Si, claro... Adiós-

-Adiós, chicos-

Ambos saludaron a sus amigos a la vez, dejándolos solos.

-Keilot, ¿Cómo es Saillune?- preguntó con interés.

-No puedo explicarte como es exactamente, Gaia- respondió, metiendo una porción de carne a su boca -Tendrías que ir allí, pero sus habitantes utilizan magia blanca y entre ellos, caminan dragones con aspecto humano-

-¿De verdad?- indagó con los ojos llenos de ilusión. No podía creer lo que él decía -Keilot, prométeme que algún día, me llevarás contigo a viajar más allá del horizonte, ¿Si?-

Rogó, tomando las manos de su amigo entre las suyas.

-Por supuesto que si, bonita. Por ti, daría la vuelta al mundo si lo deseas-

Afirmó sinceró, apretando y besando sus pequeñas manos con ternura. Ese cazador, era muy dulce a pesar de tener ese oficio tan violento.

-¡Muchas gracias!-

Le dió una abrazo gigante de esos que roban corazones y curan las tristezas del alma, para luego, seguir cenando tranquilos o al menos, eso creían.

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora