Dublith, Amestris.
Mañana comenzaría el viaje a Kiesalhima. El tiempo estimado del mismo era de, aproximadamente, una semana hasta llegar a destino. Hacía dos días que habían llegado Winry y los hermanos Elric, a la casa de la joven. Ahora ella y su amiga mecánica, preparaban su equipaje.
-Dime, Gaia ¿Dónde conociste al cazador?-
Preguntó, en tono sugerente.
-Fue, simplemente, casualidad de hecho- aclaró, doblando una camisa entre sus manos -Dos días después de mi cumpleaños y de que ustedes se marcharán, fuí con mis padres al centro por unos recados y lo conocí en la tienda donde trabaja, mientras realizaba la compra-
Contestó sin importancia, metiendo las últimas prendas de equipaje en su mochila, la cual, se veía muy grande y pesada.
-Y, ¿Tiene novia?- volvió a peeguntar -No lo pregunto porque yo esté interesada, es simple curiosidad-
-Pues...verás- respondió jugando con un largo rizo de su cabello -Llegó a Amestris para olvidar a una chica que le rompió el corazón. Ella se enamoró de un hechicero- se sentó en su cama, mirandola –¿No creés que es triste?-
Comentó melancólica, sin saber porque.
-Si, si que lo es. Debió de querer mucho a esa chica, como para dejar todo y marcharse a un país desconocido ¿Verdad?- asintió en total acuerdo -Ahora, ¿Cuándo partimos?-
-Según Keilot, tenemos una semana de viaje de aquí, hasta Kesialhima. Partiremos a más tardar mañana, después del desayuno- cerró la mochila que estaba con mucho esfuerzo –Nuestra idea es ir en tren hasta Ciudad Central y desde allí, viajar en barco hasta Ciudad del Este, que es donde se realiza el festival- bajó el equipaje al suelo con ayuda de su amiga, para no lastimarse – Creemos que el viaje en barco será de unos tres o cuatro días, como mucho-
-Bien, será un viaje largo, pero divertido- aseguró, sentándose junto a ella –Aún no puedo creer que tus padres te hayan permitido ir. Son muy sobreprotectores contigo...-
-Ni yo, pero estoy feliz por eso. Nos costó mucho a Keilot y a mi convencerlos, pero nunca subestimes el poder de esta mirada-
Le enseñó a su amiga la mirada que utilizó contra sus padres.
-¡Basta!- cubrio su rostro con gracia -Esos ojos color avellana, junto con esa expresión, ablandarían hasta el corazón de Ed-
-¿Cómo te atreves a decir algo como eso?- reclamó indignada, tocándose el pecho con la palma de su mano –Ni en mis mejores pesadillas, ablandaría ese corazón de acero. Para eso están Al y tú-
-Si, tienes razón- aseguró, sonriendo e incorporandose de un salto -Tengo hambre, ¿Vamos a comer algo?-
-Me parece bien, yo también muero de hambre, como siempre...- llevó las manos a su pequeño estomago –Además, ya terminamos con esto-
Afirmó sacudiendo sus manos, satisfecha por su trabajo, mientras su amiga, observaba un pequeño estuche de un instrumento musical.
-Gaia, ¿Por qué llevás esto?-
Cuestionó, sosteniendo el estuche entre sus manos.
-No lo sé, pensé que alguien en el festival me enseñaría a usarlo- levantó sus hombros, indiferente –Es lo único que llegó conmigo el día que aparecí aquí-
-Entiendo, ojalá puedan ayudarte con eso. Además, cantas muy bien y sumando a todo eso, tomas clases de guitarra- dejó el instrumento de nuevo en su lugar –Sería una pena que desperdicies tu talento, vamos a estar cinco días en ese lugar, como para que puedas aprender a usar esto-
-¿Cantó bien?- refutó irónica -Winry, por favor, sabes que lo hago por diversión y sólo para ustedes- se puso de pie como una bala –Bueno, basta de charlas, vamos a comer-
Ambas salieron de la habitación, muertas de hambre y dispuestas a comer cualquier cosa a su paso.
La Torré de los Colmillos. Keisalhima.
Dos días después del incidente del entrenamiento y de que haya pasado un día entero en la enfermería, para observación, se encontraba totalmente recuperada y lista para realizar sus rutinas diarias. Orphen se disculpó con ella por su fea actitud, aunque es prácticamente seguro, que su novia fue quién lo obligo. Lo mismo sucedió con el maestro Hartia, que al día siguiente del incidente, llegó a la enfermería envuelto en un mar de lágrimas, pidiéndole disculpas y prometiendo que, nunca más volvería a pasar algo como eso.
Pero ya era otro día y se encontraban en una situación muy diferente y poco conmovedora a la que habían presenciado previamente.
-¡Dije que no, Dea! ¡Entiéndelo!- habló exasperado, a su discípula -¡No vas a ir a ese festival! ¡Y mucho menos, teniendo en cuenta lo que sucedió la última vez que te marchaste de aquí!-
Explicó con la mayor paciencia posible que podía tener en ese momento. Su oficina estaba repleta de personas y él tenía mucho trabajo que hacer, eso, lo ponía furioso.
-¡Pero, maestro! ¡Usted sabe que no fue mi intención! ¡Además, no era un viaje de placer o vacaciones! ¡Estaba buscando a mi hermana! ¡Tan sólo me distraje un poco!- intentó convencerlo presentando sus mejores argumentos –¿¡Ayúdame, Cleo!?-
Suplicó a su amiga en busca de ayuda. Deseaba viajar con ellos. Nunca lo había hecho y además, lo necesitaba.
-¡Ooohhh! ¡Vamos, hombre cangrejo! ¡Deja de tratarla como una niña! ¡Se lo debes por lo que le hicieron Orphen y tú!-
Así era su amiga, siempre llegaba al punto, sin importar nada.
-¡Ahorraré tus comentarios, Cleo!- la mandó a callar -He dicho que no y es mi última palabra. Es la misma respuesta que le di a Krylancelo cuando vino a comentarme sobre el asunto- ultimátum –Además, ya le pedimos disculpas a Dea sobre lo del entrenamiento. Así que, les pido, que se retiren de mi oficina-
Despachó a todos sin derecho a réplica por la puerta grande. Tenía que hacer algo, estaba dispuesta a agotar todos sus recursos, si era necesario.
-¡Usted es muy malo conmigo, maestro! ¡Yo no hice nada para que me encierre en esta torre, como una maldita prisionera!- refutó al borde del llanto por la rabia contenida -Eris, por favor ¿Haz algo?- ella negó con la misma actitud. Lamentablemente, tenía que jugar sucio. No quería recurrir a eso, pero era su única salvación -Lai, por favor...-
Suplicó con una lágrima resbalando por su mejilla. Él se estremeció e intervino en la discusión.
-No, no llores- mencionó con pánico al verla llorar -Hartia, si es necesario yo iré con ella, pero por favor, no la hagas llorar- habló con la voz firme -No llores- susurró, acercándose a ella, para limpiarle otra lágrima -Hartia, mírala...Esta deshecha, no le hagas esto-
Se dirigió a él de nuevo con la misma actitud anterior.
-Esta bien, puedes ir- manifestó con el corazón en la mano, después de mirar a su alumna -Pero Dea, no quiero problemas como la última vez, confió en ti. Ahora, adiós. Debemos trabajar con Eris-
Los corrió a todos de nuevo. Esa pequeña hechicera, siempre conseguía lo que quería manejando los hilos de todos. Eso le molestaba, terriblemente, a su maestro. Pero también le encantaba, no iba a mentirse a si mismo, él la adoraba y nunca le negaba nada, aunque quisiera.
-Gracias, maestro- se acercó a él para besarlo en la mejilla -Y gracias a ti también, Lai- con él hizo lo mismo.
-De nada, preciosa. Ve a prepararte que hoy partiremos con Krylancelo y los otros a Totokanta-
-Bien, ¿Me ayudas, Cleo?-
-Si, claro. Vamos, Leki-
Mientras ambas salían de la oficina, pudo escuchar a lo lejos la conversación entre Orphen y Lai.
-Maldita hechicera manipuladora. Son sus ojos, ¿Verdad?- mencionó el primero de ellos.
-Si, esos ojos hechiceros son mi perdición- respondió su amigo, haciéndola sonreír.
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Una Alquimia llena de Magia
FantasyUn naufragio. Dos hermanas separadas por la tragedia. Dos rumbos desconocidos. Una profecía por cumplir. Un pasado que recuperar. ¿El destino las volverá a unir? Libro 1 de la trilogía: Sol y Luna