Sangre y lágrimas

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Keisalhima, camino a Ciudad del Este.

Un hechicero, un vidente, un aprendiz y una hermosísima cazadora de ojos azules, iban andando por el sendero que indicó el hechizo de la brújula del destino. Mientras cargaban a una inconsciente muchacha con cualidades mágicas, que no dejaba sangrar.

Todo transcurrió tan rápido después del hechizo, que no podían calcular cuanto tiempo había pasado desde que retomaron el camino para salir del bosque.

-¡No llores, Cleo! Ayúdame con esto, Majic...Rayo de luz regeneradora-

Ordenó el hechicero, aplicando el hechizo sobre la joven herida.

-Si, maestro. Rayo de luz regeneradora- hizo lo mismo que su tutor -Se ve muy mal, ese hechizo acabó con ella-

Comentó, mientras el vidente, intentaba controlar el sangrado en el rostro y las manos de la chica en sus brazos.

-Krylancelo ¡No puedo detener la hemorragia!- estaba desesperado -Tengo que hacer esto- levantó una mano -Cura las cicatrices del...-

-No lo hagas, Lai- lo miró por un instante -Tú eres el más fuerte de nosotros aplicando hechizos de curación, necesitaremos tu poder más adelante cuando estemos agotados. No lo malgastes ahora, Majic y yo, podemos controlarlo- interrumpió, precipitado -Cleo... ¡Oye¡ ¡Cleo! ¡Por favor, no llores!- suplicó a su novia con el corazón en la mano -Cleo...Mirame. Eso es, mirame...- rogó, mientras unos tristes ojos azules, se clavaban en él - Escúchame, no puedo concentrarme, si tú lloras de esa forma. Por favor, hermosa. Deja de llorar- ella asintió triste, secando sus ojos -Sino, no podré ayudar a tu amiga. Ya no llores-

Abrazó sus rodillas y contuvo el llanto, mirando hacia la nada. Era cierto, su llanto era como un puñal para él, la peor arma que podían usar en su contra. Lamentablemente, ella era su debilidad.

-Lo siento, es que me siento tan culpable- se disculpó con sus ojos vacíos -¡Yo insistí en que lo hiciera! ¡No sabía que esto podía pasar! Si ella... Si ella-

No pudo continuar, tuvo la necesidad de sofocar un sollozo.

-No digas eso, Cleo- dijo el vidente, dándole consuelo -Todos somos culpables. Tendríamos que haberla detenido antes de que lo hiciera, pero como siempre, ella es tan terca...tan...- no pudo seguir hablando, al observarla inconsciente en sus brazos -Ya es suficiente, Krylancelo. Tenemos que movernos de aquí, antes de que anochesca - limpió la sangre de ella por última vez -Podemos seguir con la curación en el camino-

Cargó a Dea entre sus brazos y comenzó a caminar con ella, seguido por el grupo.

Seguían su camino por el bosque, aplicando hechizos de curación de vez en cuando, hasta que ella, comenzó a toser de manera descontrolada.

-¡Maldición! ¡Se está ahogando con su sangre!- exclamó asustado -No te preocupes, preciosa. Te ayudaré con eso, vas a estar bien.... Lo prometo- susurró, besándola en la sien y acomodándola en sus brazos, mientras la abrazaba fuerte contra su pecho. Fue más un consuelo para él, que para ella -¡Krylancelo, Majic! ¡Ayúdenme a ponerla de pie, mientras la cargo en mi espalda!- ambos se dirigieron a auxiliarlo -Hace un momento se estaba ahogando y saben lo peligroso que es eso- explicó a sus compañeros.

-Yo lo haré, Lai- ofreció su amigo, mirando a la joven -La haz estado cargando durante horas y te ves cansado- intentó tomarla entre sus brazos, pero él, la apartó -Ven, dámela, yo la cargaré desde ahora-

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora