Las hijas del sol y la luna

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Las personas huían aterradas. Aunque, la mayoría de los presentes tenía dominio de diversas habilidades, como magia o alquimia, era evidente que no debían enfrentarse a ese ser. Sus ojos eran del color de la sangre y su risa, era el reflejo de la maldad en él.

-Lai- mencionó aterrada, retrocediendo unos pasos. Esos ojos eran los de sus pesadillas -Es él- la miró como si hubiera perdido la razón -Es él, el de mis pesadillas. Él atacó el barco esa noche- hablaba con la mente en blanco por el terror y la visión del recuerdo -¡Oh! ¡No! ¡Gaia!- salió disparada en busca de su hermana.

-¡Dea!-

Grito él detrás, siguiendo sus pasos.

Corría, muchas personas se interponían en su camino chocando con ellas. Quería encontrar a su hermana, no iba a permitir que ese monstruo la lastimara. Al fin, la encontró, estaba unos metros más adelanté, Keilot la mantenía detrás de él, mientras ese mounstro se acercaba a ellos.

Estaba inerte. Esa criatura era temible, sus ojos eran pura maldad y su risa, aún peor. Cuando esta se detuvo, tomó al pobre trovador de su camisa y lo arrojó lejos, al otro lado de la carpa, causando terror en los presentes y provocando la huída de muchos de ellos. Keilot se puso de pie, inmediatamente, y desenfundó sus dos espaldas, ocultándola detrás de él.

-¡Gaia! ¡Te quedas detrás de mí!- mencionó, mientras ese ser, se acercaba lentamente a ellos -¿¡Quién eres, demonio!?-

Era un demonio. Esa criatura con aspecto humano, era un demonio. Ignoró por completo la pregunta, ya que sus ojos, estaban clavados en la muchacha.

-No es un gusto volver a verte, Eyra. Seguramente, no me recuerdas, ha pasado mucho tiempo desde la última vez- habló con su voz grave y distorsionada, mirándola -¿O debo decirte Gaia, ahora?-

¿Cómo sabía su nombre? ¿Por qué la llamo Eyra? La voz de su hermana, interrumpió sus pensamientos.

-¡ALÉJATE DE ELLA! ¡MALDITO DEMONIO!-

Se veía furiosa. Llegó hasta ellos con su mano en alto en forma aamenazante y lista para atacar.

-El placer de volver a verte, es todo mío, Ivette- ironizó.

Lo miró consternada ¿La llamó Ivette?

-Tú sí me recuerdas, ¿Verdad? Tú si recuerdas la noche del naufragio o no, Dea-

-¡Cállate! ¡No se quién eres! ¡Pero no permitiré que te acerques a mi hermana!-

Lo amenazó cortante con su mano produciendo chispas.

-Tu siempre tratando de protegerla- mencionó, sarcástico. Su voz era horrible -Pero te recuerdo que, hace cien años, ella se sacrificó por tí al derrotarme y sellar mi poder con su maldito arco alquímico-

Sus palabras la dejaron en shock ¿Ella se sacrificó? ¿Su hermana era una arquera?

-¿¡De qué estás hablando!? ¿¡Quién eres!?-

Preguntó la alquimista, presa del pánico y la confusión. Todos podían verla temblar.

-¿Quieren saberlo, alquimista? Bien, se los diré- levantó ambos brazos para presentarse con zorna -Soy Golum, el demonio devastador de mundos-

Estaban estáticos, ese era el demonio del que hablaba el cántico del trovador.

-¿Qué quieres de nosotras?-

Volvió a preguntar.

-¡Destruirlas! ¡Hijas del sol y de la luna!-

-¿Qué?-

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora