La vieja palabra destino

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Cerca de Ciudad del Este. Keishalhima.

Un grupo de tres viajeros, entablaban una discusión, no muy amistosa entre ellos. Estaban esperando al otro par de perdonas que los constituían, un tanto nerviosos o al menos, uno de ellos.

-¡MALDITOS MUCHACHOS! ¿¡DONDE ESTÁN!? ¿¡HASTA CUANDO VOY A TENER QUE ESPERARLOS!?-

Gritó un exasperado Orphen, lanzado una roca a la cabeza de su discípulo.

-¡Ay! ¡Orphen! Tranquilízate, ya llegarán, tan sólo se quedaron unos kilómetros atras-

Mencionó despreocupada, picando con una rama a un Majic inconsciente en el suelo.

-Les prometo que, yo no tenía ni la más mínima intención de venir aquí-

Expresó, sin emociones.

-¡Que ingrato eres!- arrojó la rama lejos y lo miró irritada -Haz gastado mucho dinero de Lai y Dea, para pagar gastos innecesarios en este viaje ¿Cómo puedes ser tan indiferente?-

-Si lo fuera, no hubiera venido desde un principio, pero tú, nos obligaste-

Reclamó, señalando a su novia con ojos lanza llamas.

-¿Yo te obligué? ¡Tú fuiste el que quiso seguirme desde un principio! ¿No es así, Majic?-

Miró amenazante a su amigo, que se estaba incorporando del golpe recibido, para que le diera la razón.

-Pues... Verás, Cleo yo...-

Titubeó, aturdido con cara de terror hacia ella. Pero un destello verde entre ambos, interrumpió la conversación.

-¡Al fin llegan, Lai! Ya es tarde ¿Dónde estaban?- se acercó a él -¿Y qué pasó con ella?-

Cuestionó a su amigo vidente, observando a la chica que traía en su espalda.

-Simplemente, se durmió, después de la charla que tuvimos antes de transportarnos aquí- no les iba a mencionar lo que sucedió entre ellos -Aunque esté recuperada mágicamente, se cansa con facilidad. Después de todo, no lo ha pasado muy bien últimamente- observó a la chica en su espalda de reojo -Tenemos que dejarla descansar-

-Es cierto, cuando la ayudé a asearse la otra noche en el río- caminaban en dirección a la ciudad que se veía a lo lejos -Pude observar que, su cuerpo, está cubierto de heridas y además, se encuentra extremadamente delgado. No entiendo como puede mantenerse en pie- aseguró, su amiga.

-Ella es fuerte- acotó el hechicero negro, mirando hacía el frente con sus manos detrás de la nuca -No nos olvidemos que sobrevivió a un naufragio y a un hechizo que casi la mata, por su propia estupidez- sonrío, sin saber porque -Tengo que admitirlo, esta muchachita, tiene agallas-

Indicó con los ojos brillosos y la misma sonrisa anterior.

-Es verdad, maestro. En ese aspecto, ella se parece mucho a usted, ¿No creé?-

Formuló él, mientras iban andando. Se sentía afortunado de aprender y estar rodeado de hechiceros tan fuertes.

-¡Cállate, Majic! ¡No digas tonterías! ¡Yo no tengo nada que ver con ella!- la señaló, despectivo -Apenas es una conocida con la que tengo una relación muy turbulenta- indicó, seguro.

-Pero, Orphen. Él tiene razón, ella se parece mucho a tí. No físicamente, pero sí en carácter. Tienes que ser idiota para no notarlo-

Intervino su novia en la conversación.

-Krylancelo, no sé si lo sabes pero, su madre, era oriunda del suroeste de Keisalhima ¿No es de dónde tu vienes?- cuestionó al otro hechicero, mientras este, asentía -¿No creés que ella sea algo tuyo? Me refiero a que, una vez me comentó, que su madre se parecía a tí físicamente ¿No crees que...?- sugirió.

-No lo creo, Lai- aseguró, titubeante -Yo era muy pequeño cuando llegué al orfanato donde conocí a Azalie y a Leticia. No recuerdo nada de mi vida anterior- pensó por un momento, tratando de recordar -¡No lo sé! ¡Realmente, no lo sé!- explicó exasperado, observando a la chica en la espalda del muchacho, mientras negaba -Bueno, continuemos, ya casi llegamos-

Así fué, como el grupo continúo su camino, entre charlas e historias, con una bella hechicera durmiente y con una incógnita en su cabeza.

-...Mi madre era originaria del souroeste de Keisalhima ¿Sabés? Tenía cierta similitud física contigo, en especial el color de los ojos y el cabello...

Recordó, sin poder evitarlo, negando con su cabeza.

En la lejanía, podía observarse los primeros indicios de Ciudad del Este, más allá del bosque.

En el mar de Amestris, un apuesto cazador de ojos verdes y una alquimista de hipnótica mirada, compartían un tierno beso en la cubierta del barco, después de su reconciliación.

-No estoy seguro de poder sobrevivir sin tus besos, a partir de hoy-

Confesó, cuando se separaron, acariciando los labios de la muchacha entre sus brazos. Tenía tantas ganas de volver a probarlos, una vez más.

-Lo superarás- Sonrió, poniéndose sería de inmediato -Keilot, verás... Yo creo que esto va demasiado rápido, ¿No te parece?- tomó la mano de él que tenía en su rostro -Apenas hace unas semanas que somos amigos y no creo que sea correcto ir más lejos-

Él negaba ante las declaraciones de ella. No sabía porque, pero estaba seguro que, se había enamorado de ella desde el primer momento en que la vió.

-Permite corregirte, mi hermosa alquimista- le apartó los cabellos tras la oreja, besándola en la mejilla -Aproximadamente y si mis cálculos no me fallan, hace más de tres semanas que somos amigos- ella se golpeó la frente por su falta de argumentos -Pero si tiempo es lo que quieres, tiempo es lo que tendrás. Pero antes...- le robó un pequeño beso -Te besaré todo lo que quiera, cuando quiera y como quiera y tú, no podrás impedirlo- volvió a besarla repetidas veces -Esa es mi oferta por tu tiempo sino, no hay trato-

¡Jaque mate! pensó en su mente. Si no fuera un cazador, sería un gran alquimista. Él sabía perfectamente como aplicar el principio de intercambio equivalente.

-Bien, es un trato- estiró su mano, pero él, la volvió a besar -¡Ey! ¡Tramposo!-

Se quejó molesta, aunque le dió gracia. Estaba segura de que era un descarado y un pervertido, encubierto detrás de sus ojos de ensueño y cuerpo de héroe.

-Mi trato, mis reglas-

Dijo mientras la abrazaba, basandola en la cabeza. Un carraspeo, interrumpió el momento y ambos voltearon a ver a la dueña de esa voz, encontrándose, con una bella rubia, mirándolos.

-Disculpen que interrumpa este hermoso momento de amistad- mencionó pícara -Pero Gaia, estamos llegando a Ciudad del Este, tienes que ir a buscar tus cosas al camarote-

Explicó con una sonrisa.

-No estás interrumpiendo nada, Win. Solamente, estábamos haciendo las pases con Keilot ¿No es verdad?-

Cuestionó a su, ahora, pretendiente, levantando la vista hacía él que la abrazaba por los hombros y besaba su sien.

-Si, es cierto y fue la mejor reconciliación de todas- le guiñó un ojo en respuesta -Ahora, ve con Winry- la abrazó por última vez -Nos vemos luego, bonita-

La besó en la mejilla y se fué. Ambas jóvenes, lo observaron marcharse.

-¿Qué significa esto, Gaia? Tienes que explicarme lo que acabo de presenciar aquí- reclamó, apuntandola -Y está vez, no te me escaparás, ni tampoco te harás la tonta-

Advirtió, acercándose a ella.

-Bien. Te explicaré todo en el camino- entrelazó su brazo con el de ella -Pero lo único que voy a decirte, amiga mía, es que el destino tiene muchas sorpresas-

Comenzaron a hablar animadamente, sobre lo sucedido en la cubierta de camino hacia el camarote y con los primeros vestigios de Ciudad del Este, sobre el horizonte.

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora