Aprender a quererte

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Mar de Amestris, cerca de Keisalhima, Ciudad del Este.

Han pasado cinco días desde que emprendieron su viaje a Keisalhima y estaban a punto de llegar a su destino en unas horas. Estaba sorprendida, Keilot tenía razón con respecto al tiempo estimado del viaje. Aunque, el mismo no había sido del todo placentero. A decir verdad, habían roto todos los límites o récord del viaje más molesto y largo de la historia, según su opinión.

Edward y Winry, discutían todo el tiempo por cualquier insignificancia, lo cual, es relativamente normal en su relación. En cuanto a Keilot, no lo había visto en días, ya que se estaban distanciados por problemas personales entre ellos. El único que realmente parecía disfrutar del viaje, era Alphonse, entablando amistades con cualquier persona que le brindará conocimiento. No se podía esperar menos de él, ese muchacho era un ángel, su novia May tenía mucha suerte de tenerlo.

Volviendo al problema ocurrido entre la alquimista y el cazador, los acontecimientos sucedidos durante los últimos días en el barco, rondaban una y otra vez por su mente.

Se encontraban los dos cenando, tranquilamente y en silencio, hasta que ella decidió romperlo.

-Keilot, ¿Puedo preguntarte algo sino te molesta?-

-Ya lo estás haciendo pero, continúa -

La animó él con una sonrisa burlona.

-Que gracioso- ironizó, quitando de sus hombros la chaqueta que tenía puesta. Estaba muerta de calor y ya no podía soportarlo -Bien, ahí va ¿Quién es Cleo?- cuestionó, mirándolo con intensidad -Hace un momento hablaste de ella en la cubierta-

Él perdió el color de golpe, pero se recuperó de inmediato. Había llegado la hora de hablar de ella y dejar un poco de dolor atrás.

-Pensé que no me lo preguntarías nunca...Cleo es...Cleo es... ¡ELLA!-

Respondió titubeante con un nudo en la garganta por el recuerdo de ese nombre.

-¿Ella?- preguntó confundida y enrojeció al instante al comprender el significado de esa palabra -¡Oohh! ¡Cielos! ¡Cuanto lo siento! ¡Pensé que era una prima o una amiga!- se excusó, torpemente -Nunca me imaginé, que Cleo seria ella ¡Lo lamentó! ¡Soy tan tonta!-

Exclamó, tapando su rostro por la vergüenza.

-¡Ey! ¡Ey! ¡Tranquila!- la tranquilizó, apartándole las manos de la cara -Eso pasó hace mucho tiempo, tres años, en realidad- le apartó un mechón de cabello tras la oreja -Sólo es un recuerdo que todavía duele...un poco- le acarició el rostro con su pulgar -Pero ya no tanto como antes, ¿Quieres que te cuente sobre ella, bonita?- preguntó.

-Si, me encantaría, pero si te hace sufrir, no quiero saberlo- respondió, sincera -No me gusta verte triste-

Él sonrió y respiró profundo, para sumergirse en ese doloroso recuerdo una vez más.

-No te preocupes, quiero hacerlo, ¿Lista?- ella asintió -Bien, la conocí hace tres años atrás o un poco más, en un pueblo donde yo trabaja atendiendo una tienda de verduras así, como ahora- ella sonrió ante la similitud de las circunstancias -Lo hacía para cubrir los gastos del curandero que atendía la salud de mi hermana Sahara, que había sido atacada por un demonio el año anterior...-

Continuó relatando la historia de, como se había enamorado de una chica rubia, portadora de unos grandes ojos azules. Sobre el viaje que habían realizado al inframundo para matar al demonio que envenenó a su hermana, junto con ella y dos hechiceros. Como ella, se había vuelto una cazadora con cualidades mágicas gracias a su ayuda y por último, el momento en el que le rompió el corazón, cuando eligió al hechicero negro y no a él.

Una Alquimia llena de Magia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora