Capítulo 1

14.5K 811 75
                                        

DELILAH:

Sé que mi ritmo cardíaco está acelerado pero a pesar de la sensación de no poder más, sigo moviendo mis piernas lo más rápido que puedo. Debo entrenar mucho para ganar la competición de la escuela. Por ello suelo correr todas las tardes, aún que hoy he decidido cambiar la ruta a una más larga y que pone a prueba mi resistencia.
He comenzado por una carretera de mi pueblo en donde no hay demasiados coches. A partir de una distancia puedo ver que dejan de haber casas y comienzo a escuchar solo mis pasos y el canto de los pájaros. Algo que, por cierto, es muy relajante.

Había pasado por aquí el día anterior con mi mejor amigo Dylan, sin embargo, no avanzamos demasiado. Llegamos a la señal de tráfico que, extrañamente, no tiene nada dibujado. Es blanca y tiene unos arañazos en el centro. Ayer no me había fijado demasiado en ella pero como Dylan dijo, es algo extraño. Sin embargo, ni nosotros ni nadie parece hacerle caso a eso, será de algún animal.

Mientras continuo corriendo decido alzar la cabeza para ver lo que tengo delante. He llegado a la señal. Comienzo a dejar de correr y me acerco más a ella para observarla con detalle.
Parece antigua, no sé decir con certeza desde cuándo están los arañazos. El metal en donde están, está lijeramente hundido por el golpe, casi inapreciable. Aún que los arañazos son algo profundos. Pongo mi mano en donde están y sigo el recorrido que forman, mis cuatro dedos encajan. Que coincidencias.

Algo me saca de mis pensamientos. Mi teléfono ha comenzado a sonar y a causa de esto lo saco del bolsillo.
Dylan me está llamando.

-¿Dónde estás? - su voz llega a mis oídos cuando cojo la llamada.

-He ido por la ruta de ayer.

-He ido a tu casa pero no están tus padres así que me he quedado fuera. - Ahora mismo quiero reír, imaginarme a Dylan en la puerta de mi casa esperando es demasiado gracioso.

-Dylan, ven a la señal de ayer. Tengo que enseñarte algo curioso. -Le dije.

-Enseguida estoy allí.

Y colgó.
Me imagino que, como siempre, cogerá su bicicleta para ir más rápido.
Se puede considerar que Dylan y yo somos amigos desde que tenemos uso de razón, es decir, desde bien pequeños.

Como aún tardará un poco decido sentarme al lado de la señal, en el pequeño bordillo que separa el suelo del bosque en el que las hojas de los árboles caen, al suelo del asfalto de la carretera. Mantengo mi teléfono en la mano pero no lo uso, me permito contemplar el paisaje y escuchar el relajante sonido que hacen los pájaros.

Mi ritmo cardíaco ha vuelto a la normalidad y comienzo a sentirme cansada por haber corrido tanto. Espero que todo esté esfuerzo valga la pena.
De repente escucho un crujido de las hojas que hay en el suelo y eso me hace girar hacia atrás para ver qué es lo que ha provocado ese ruido.

Hay un chico que creo haber visto en el instituto. Está caminando por el bosque, ¿qué hace ahí?
Tiene el cabello de color marrón oscuro y va vestido con unos pantalones negros y una camiseta de manga corta blanca. En cuanto levanta la cabeza y me mira, confirmo mis sospechas y de repente un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Es uno de los mejores jugadores de fútbol americano del equipo del instituto. Sin embargo, solo lo conozco de vista, a pesar de que tengo alguna clase en común, jamás he hablado con él. Lo único que sé es que se llama Tyler y repitió el año pasado, lo que lo hace un año mayor a mi.

No ha dejado de observarme en unos segundos que se me han hecho una eternidad. El ruido de una bicicleta llega a mis oídos y vuelvo a girarme, así apartando la vista de Tyler.
Dylan frena y se baja de la bicicleta en la que estaba subido y lo saludo alzando mi mano.
Me giro por un segundo para ver si Tyler aún está allí pero no veo ningún rastro de él.

-¿Qué miras?

-Tyler estaba ahí. -Le contesto.

-¿Tyler? ¿El número veintiséis?- miro confusa a Dylan. -Ah, el veintiséis es su número de camiseta en el equipo de fútbol americano.

Entonces recuerdo haber visto un entrenamiento pero no me había fijado en los números de las camisetas.

-No me fijo tanto pero sí, hablamos del mismo Tyler.- respondo aguantando una carcajada.

Dylan siempre ha sido un buen observador y tiene facilidad para recordar pequeños detalles.

-Que extraño... - susurra colocándose su mano en la barbilla.

-Deja de hacer eso. - digo riendo. - ¡Esa posición no te pega!

Alza las cejas y vuelve a hacer la misma posición, causando que mi risa se oiga.

-¿Qué es lo qué querías enseñarme?

Me levanto y le señalo con el dedo la señal. Él la observa.

-Está igual que ayer.

-Eso no, idiota. Mira. - hago lo que hacía un rato atrás había hecho.

Pongo mis cuatro dedos, por que no había un quinto arañazo para mi pulgar, y le enseño que mis dedos encajan con las marcas.
Dylan se acerca y retira mi mano de ahí, se queda mirando la señal por unos segundos.

-No tengo ni idea de qué animal puede ser pero no tiene pinta de ser uno pequeño.

-Lo sé. - contesto.

-Delilah, ¿te apetece iniciar una investigación? - dice mientras saca su teléfono para hacerle una fotografía a la señal.

Me encojo de hombros y asiento sin saber qué es lo que vamos a investigar. Las ideas de Dylan a veces pueden ser un poco bastante desastre.

-¡Bien!- hace un gesto con sus manos cerrando los puños una vez ha guardado su teléfono.

-Va a ser una locura. -digo.

-Necesitaremos ir a la biblioteca para leer algunos libros.

Está vez soy yo la que alza las cejas.
Sigo pensando que la idea de Dylan es una completa locura a la que no puedo negarme por la curiosidad que invade mi cuerpo.


BETA© |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora