Capítulo 11

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DELILAH:

—Sigo pensando que esto es una locura— digo mientras saco la linterna de la mochila.

Cierro la cremallera de la mochila y me la cuelgo en la espalda.

—Lo es— habla Julliette.

Dylan ya está preparado desde hace rato y yo... Bueno, he estado asegurándome de que todo está en orden.
Realmente no sé por qué he decidido  aceptar ir de noche al bosque para ver si averiguamos algo, esperaba que Julliette se negase pero no lo hizo.

—¿Ya está todo?—dice Dylan a punto de reír.

Sé que sabe que estoy nerviosa y algo aterrorizada pero, después de todo, he sido la única que ha visto esos ojos amarillos.
Asiento y acto seguido salimos de la casa de Dylan, en donde, horas antes, habíamos acordado ir para prepararlo todo.

Caminamos en silencio, cada uno con su linterna en la mano y alumbrando en la oscuridad que hay en la carretera. Escucho el ruido de un motor.

—¡A un lado!—digo y corro hacia la izquierda.

Ellos hacen lo mismo y segundos después vemos un coche pasar por en medio de la carretera. Pocas veces pasan vehículos por esta zona pero alguno hay y, sin duda alguna, lo hemos podido comprobar.
Llegamos a la señal, Julliette se detiene para observar las marcas. Saco mi teléfono para comprobar si algo ha cambiado pero no es así, hay las mismas marcas que la última vez. Suspiro aliviada pues, a pesar de que hemos venido para acampar durante la noche y esperar a que algo suceda, no quiero ver nada.

—Vamos a buscar un buen lugar para empezar a montar la tienda de campaña.

Miro a Dylan, que es quién ha interrumpido el silencio para hablar. Él alza las cejas.

—¿Qué? Si nos quedamos más tiempo aquí vamos a arrepentimos de esto y volveremos a casa. Con lo que me ha costado convencer a mi madre no quiero volver— dice y en parte tiene razón.

Convencer a mis padres ha sido difícil, por suerte, he logrado convencerlos con el argumento de que es viernes y el día siguiente no hay clases.
Comenzamos a adentrarnos en el bosque. Mantengo la linterna hacia abajo para alumbrar el suelo ya que no quiero caerme con una raíz de un árbol. Julliette se mantiene callada, es la que menos ha hablado.
Para intentar tranquilizarme, me centro en el crujir de las hojas bajo nuestros pies.

—Este es un buen sitio— la voz de Julliette me saca de mis pensamientos.

Ella tiene razón, es un buen lugar para colocar la tienda de campaña, es plano y amplio. Veo como Dylan posa su gran mochila en el suelo y se agacha para comenzar a sacar la tienda.

Él extiende la tela y entre los tres la montamos. Ahora observo la gran tienda de campaña montada, cabemos los tres.
Entierro la linterna en una esquina de la tienda para que alumbre un poco y me siento en el pequeño colchón hinchable. Dejo salir un suspiro de cansancio.

—A lo mejor me quedo dormida—digo bromeando.

—Como no—escucho a Dylan reír y se sienta en el otro lado del colchón.

Julliette está afuera escuchando como el aire mueve las hojas, es algo relajante pero, a diferencia de ella, prefiero mantenerme dentro de la tienda.

—Voy a llamar a mi madre para avisarla de que estamos bien—Dylan se levanta y sale afuera.

Me obligo a levantarme para salir con Julliette pero cuando salgo no la veo. Saco mi teléfono pero apenas tengo cobertura.

—Lo siento, había ido a enviar un mensaje pero ha sido inútil, no hay cobertura—me giro y la veo detrás de mi.

—Me asusté—dejo salir una pequeña carcajada para liberar mis nervios, sé que estoy muy tensa—¿Sabes donde está Dylan?

Ella niega y acto seguido abre la boca para hablar.

—Lo vi irse por allí—señala con el dedo hacia adelante—Podemos ir a buscarlo.

Asiento, cojo la linterna que había enterrado un poco en la esquina y comenzamos a caminar. Julliette va detrás de mi ya que yo soy la que lleva la linterna.
Tras unos minutos sin dar con Dylan, paramos.

—Lo voy a llamar.

Marco su número pero sigue sin haber cobertura y menos ahora que nos hemos adentrado un poco más en el bosque.

—Julliette, creo que-

Cuando me giro el pánico comienza a apoderarse de mi sistema, Julliette no está. Debe haberse quedado atrás y yo no me he dado cuenta.
De repente escucho un crujir de hojas y un gruñido que me hace saber que, desgraciadamente, ese ruido no lo han causado ni Julliette ni Dylan.

Muerdo mi labio inferior en un acto de nerviosismo, alumbro con la linterna a todos los lados posibles pero no veo nada. Vuelvo a posar la luz de la linterna en el suelo y comienzo a volver por donde había venido, mi paso es apresurado ya que quiero llegar a la tienda de campaña lo más rápido posible.

Una respiración fuerte junto al sonido de algo aproximándose rápidamente hace que me detenga en seco y que me gire. Esta vez lo que veo no son unos ojos amarillos, son rojos. Noto como mi labio inferior tiembla del miedo que siento ahora mismo, sé de sobras que estos ojos no son los de la última vez. Lo veo correr hacia mí y lo alumbro con la linterna en un intento desesperado de asustar a eso.

No logro asustarlo, solo consigo que se detenga un poco y ver la figura de lo que creo que es un lobo.

¿Cómo es posible que haya un lobo en esta zona?

Dejo las preguntas para luego y comienzo a correr, el animal también parece haberse recuperado por que vuelvo a escuchar como se aproxima con rapidez.
Miro rápidamente hacia atrás de nuevo pero no dejo de correr, lo veo saltar hacia a mí para atacarme pero, justo en el momento que va a caer sobre mi, otro animal sale de los árboles que hay a mi derecha y se enfrenta al lobo de ojos rojos.

Tropiezo con una piedra y caigo sobre mis manos, observo la escena a pesar de la oscuridad de la noche. Siento el martilleo desesperado de mi corazón, si me pudiese mirar en un espejo ahora mismo seguro que estoy algo pálida por el terror que siento.

Quiero huir, de verdad que quiero pero mis piernas no me responden, como la vez que vi los ojos amarillentos. Escucho los gruñidos de ambos animales y finalmente, el que salió de la nada, hace que el de los ojos rojos se marche corriendo. Busco la linterna desesperadamente y cuando la encuentro lo alumbro de una manera indirecta, sin darle directamente a los ojos.
Puedo observar un pelaje grisáceo y cuando miro la cabeza veo unos ojos anaranjados; ahora sé que ese animal es un lobo. Si hay uno eso significa que, seguramente, hay más. Se queda unos segundos mirándome, en ese pequeño tiempo me doy cuenta de que mi respiración es irregular. Después de observarme se marcha corriendo y me quedo sentada en el suelo analizando todo lo que acaba de pasar.

Cuando estoy más calmada vuelvo a la tienda, allí están Dylan y Julliette.

—¡¿Dónde demonios estabas?! —la voz de Dylan está llena de preocupación.

—Nos diste un susto tremendo—esta vez es Julliette la que habla— Me detuve para atarme el zapato y te perdí.

Abro la boca pero la vuelvo a cerrar, no tengo ni idea de como explicarles lo que ha pasado.

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