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Capítulo 6

DELILAH:

He llegado al instituto pero aún no he visto a Dylan y eso es algo extraño, solemos encontrarnos en la puerta del instituto.
Abro mi taquilla y agarro el libro de historia, de repente, siento como un escalofrío recorre todo mi cuerpo. Sentir escalofríos empezaba a ser algo habitual.

-¿Terminaste ya el libro?

Me giro hacia la izquierda, en donde visualizo a Tyler de brazos cruzados, está apoyado en una de las taquillas y me mira fijamente.

-No, sé que te dije que te lo devolvería en un par de días pero necesito más tiempo, no he podido acabarlo.

Hablo con tanta seguridad y decisión que incluso a mi me sorprende. Él alza una ceja pero no sonríe, nunca sonríe; o al menos no lo he visto sonreír nunca.

-Lo necesito pronto, Delilah.

-¿Cómo sabes mi nombre?

-Igual que tú sabes el mío, escuché a tu amigo llamándote.-responde.

Asiento sin saber que responder y cierro mi taquilla mientras tengo los libros que necesito en la mano.
Hago un gesto con la cabeza mientras sonrío un poco para darle a entender que debo marcharme a clase. Parece entenderlo ya que se gira y se marcha caminando en el lado opuesto al que debo ir yo.

Una vez estoy sentada en mi sitio habitual, Dylan entra con cara de dormido, por suerte, la profesora no ha entrado aún. Él se sienta a mi lado y me saluda como siempre suele hacer; hablando.

-Lo siento, me he quedado dormido.

Una pequeña carcajada se escapa de mis labios cuando veo su cabello, está totalmente despeinado.

-Dios...-al verme reír, pasa sus manos por su cabello para intentar peinarse. Al menos ahora está bastante mejor que unos segundos atrás. - No he tenido tiempo ni para eso.

-Lo sé, no se te nota para nada.-digo irónicamente mientras sonrío.

Niega con una sonrisa divertida y me da un pequeño codazo.
Los ojos amarillos de ayer pasan por mi cabeza.

-Dylan-llamo su atención mientras muevo su brazo con mi mano.

Me mira y alza las cejas esperando a que diga algo.

-Ayer fui a entrenar pero ya era bastante tarde y al volver ya había oscurecido.-hago una pausa.-No te vas a creer lo que sucedió.

-¿El qué?

Ahora, Dylan parece realmente interesado en lo estoy diciendo.

-Buenos días. -la voz de la profesora llega a mis oídos.

-Luego te lo cuento, a la hora del almuerzo.

Él asiente y, como de costumbre, la clase de historia es aburrida. Aún que la clase de después, francés, no estuvo nada mal. Para Dylan ha sido un tostón.

(...)

A la hora del almuerzo nos sentamos en nuestra mesa habitual.

-¿Qué era lo qué querías decirme?

-Ayer cuando fui a entrenar, volví a ir por la carretera de la señal.- pauso para respirar, cojo aire para continuar hablando - Al volver me asusté hasta la mierda.

Dylan ríe por la expresión que he utilizado.

-Habían unos ojos amarillos que estaban mirándome fijamente, me marché lo antes que pude. Parecían ser de un animal grande, robusto y seguramente fuerte también.

Dylan parece quedarse pensando en lo que había podido ser.

-No, definitivamente no encuentro explicación para eso. No tengo ni la más mínima idea de qué se trata. Todo es tan extraño...-dice pensativo.

-Lo sé. Pero fue extraño por que al principio no estaba asustada, me sentía cómoda y tranquila pero en cuanto vi los ojos que estaban fijos en mi...

No termino la frase por que es evidente lo que va a continuación.

-Yo hubiera sido peor que tú.-dice riéndose.

Me uno a su risa por que me lo imagino en la situación, corriendo e incluso me lo he imaginado gritando.

-Tyler me ha pedido el libro.-De repente Tyler pasa por mi cabeza.

-¿Y qué le has dicho?

-Que me lo deje más tiempo. Ha aceptado.

Asiente haciéndome saber que me ha escuchado pero que no tiene nada que decir al respecto.
Continúo comiendo hasta terminar, Dylan había acabado unos minutos antes que yo.

Nos levantamos y dejamos las bandejas en el lugar correspondiente.

-Estoy nerviosa.

-La competición, ¿cierto?-añade él como si me hubiese leído la mente. Asiento dándole la razón.

A veces realmente me sorprendía, nos conocemos desde hace tanto tiempo que podemos llegar a saber lo que pasa por la cabeza del otro, incluso a veces decimos las cosas al mismo tiempo.

Las siguientes clases se pasan extrañamente rápido y la hora de ir a casa llega. Hoy tengo una cosa muy clara:
No iré a entrenar y leeré el libro de licantropía. Si no lo termino pronto creo que Tyler me va a matar, parece tener urgencia en leerlo. Además, necesito estar descansada para la competición de mañana, por lo que no puedo forzarme ni estar cansada.

Me cuelgo la mochila en un hombro y camino por unos largos y eternos minutos hasta llegar a mi casa. Al llegar, en la mesa de la cocina, hay una nota de mi madre que dice que ha ido a comprar. Mi padre, como de costumbre, está trabajando.

Camino hasta llegar a uno de los armarios de la cocina y cojo unas galletas, una opción no muy sana pero deliciosa.
Subo a mi habitación y me siento en la silla que tiene enfrente el escritorio. Saco el libro de licantropía y, mientras como el paquete de galletas, continúo leyendo desde dónde me quedé la última vez.

Llego a una página en donde puedo leer algo en latín:

Dea luna.

No tengo ni idea de latín pero puedo deducir la palabra luna ya que es igual que en español. Utilizo la vieja confiable, el traductor. Cuando me sale la traducción no entiendo lo que quiere decir con eso.

La Diosa luna.

Está escrito en latín en medio de la página en blanco, sin ninguna explicación al respecto. Abajo de el latín, está escrito en lo que creo que es griego:

Θεά Λούνα

Cuando pongo los mismos signos en el traductor, puedo ver que pone exactamente lo mismo, parece querer dar énfasis en la Diosa luna. No logro entender por qué pero sé que es importante.
Siento unas ganas tremendas de llamar a Dylan pero no lo hago. Ahora mismo debe estar durmiendo su siesta como bien vago que es.
Río ante ese pensamiento y me quedo embobada con la página con letras en latín y griego.

Diosa luna.

Soy incapaz de pensar en otra cosa que no sea en eso y me siento demasiado intrigada, tanto que ni puedo dejar de mirar esa página.