Capítulo 26

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JungKook

Ok, cuando dije que sería entretenido, me refería a que todos excluyéndome iban a salir mal, y claro que era excluyéndome, porque ahorita estaba metido hasta las orejas.

-Más a la izquierda- gritó Jin, y yo hice un esfuerzo para mover el cartel de Feliz Cumpleaños hacía la dirección que me decía- no tu izquierda, mi izquierda- miré a Jin cansado, pero para no iniciar una guerra, volví a moverme para en realidad ponerlo a mi derecha, y por cumplir dicha orden terminé cayendo de cara al piso, aunque a Jin le importo súper poco, porque el cartel al fin estaba recto.

- ¡Auch! - grité y sobé rápidamente mi nariz.

-Maldito Jin- pensé- maldito NamJoon- seguí gritando mentalmente- maldito YuGyeom y maldito BamBam.

En el momento en el que vi que Jin ya no estaba, me puse de pie y caminé hacia la cocina para coger una bolsa de hielo, pues mi nariz dolia a horrores, y al entrar me topé con YoonGi, quién, al parecer como yo, estaba escapando de Jin.

-Hey- saludó.

Solo lo miré e hice una pequeña reverencia, pero cuando YoonGi se fijó en mi nariz abrió considerablemente sus ojos.

- ¿Qué te pasó? - preguntó y se acercó, para poder ver mejor mi roja y golpeada nariz.

Tomé la bolsa de hielo ignorando a YoonGi, y la puse rápidamente, me estremecí ante el contacto helado, pero poco a poco me iba acostumbrando a la temperatura.

-Al parecer mi nariz vió muy solo al suelo, y saltó a abrazarlo- dije sarcásticamente.

YoonGi comenzó a reír por mi comentario y luego solo me dio la espalda para irse aún riéndose.

-Imbécil- susurré.

Mire a todos lados por si acaso Jin estaba por ahí y al no verlo iba a emprender mi escapada a mi habitación, pero cierto ser de traje perfecto me lo impidió.

-JungKook- llamó el secretario Im muy serio- debo hablar contigo.

Y sin esperar una respuesta se dió la vuelta y fue en dirección hacia la oficina en donde al abrir la puerta se encontraba JiMin, cuando nuestras miradas se conectaron, no duró mucho para que los dos la apartemos.

- ¿De qué quiere hablar? - pregunté con el tono más serio que tenía en el momento.

- ¿Por qué no me lo dijiste antes? - preguntó el secretario Im con rudeza.

- ¿Decirle, qué? - respondí.

-Que él era Park JiMin- dijo y señaló al nombrado.

Y al ver a JiMin por la sorpresa, este solo agachó la cabeza.

- ¿Cuál es el problema? - pregunté sin entender.

El secretario se acercó más al escritorio y su rostro reflejaba total enojo.

- ¿Sabes cuánto perdió tu padre por buscarlo hasta que enfermó? - preguntó.

-Si lo sé- respondí con el mismo tono que el secretario Im estaba teniendo porque esa pregunta en serio me molestó, sin importarme ya la presencia del enano- perdió a un hijo.

El secretario Im se asombró por mi respuesta y solo se limitó a fruncir la frente, pues él sabía claramente eso, a pesar de que mi padre no sabía ni por dónde empezar a buscar, él lo hizo a ciegas y por eso me dejó totalmente solo, nunca le importó que creciera bien, o nunca fue capaz de preguntarme un "¿Cómo estás?", yo nunca escuche de él un "estoy orgulloso" o un "eres un gran hijo", por su parte siempre había estado solo, y por eso nunca me importó, aunque después conocí a ciertas personas que me habían ayudado un poco a salir del tremendo hueco en el que estaba, como los tontos que estaban por ahí, haciendo desastres por un cumpleaños.

-Solo te diré una cosa- habló el secretario segundos después- como yo no estuve informado de lo que firmó JiMin, eso quedará anulado.

Tanto JiMin como yo miramos al secretario Im extrañados, y antes de que yo haga algún comentario, el enano habló.

-No me importa- dijo- con lo poco que usted me ha explicado hoy, me bastó para saber de qué no quiero nada, desde un principio todo le perteneció a él, si mi tío nunca le hubiera pedido al señor Jeon que se encargara de mí, nunca hubiera tenido nada que ver con esta familia, así que- JiMin me vio directamente a los ojos- no quiero nada.

Esa sola frase me hizo poner nervioso que incluso el dolor de mi nariz se había ido por unos segundos, pero luego recordé que debía ponerle fin a las tonterías del secretario Im.

-Él lo ha dicho- dije una vez que salí de su mirada- así que ya no se meta más en esto.

El secretario Im hizo una mueca en mi contra, y luego salió de la oficina, dejándonos a JiMin y a mis solos, y como era obvio, el silencio incomodo reinó.

-Ammm bueno- hablo JiMin- ya me voy.

Pero como siempre desde hace unos días, esa necesidad de hacer que no se vaya, se hizo presente.

-Espera- dije y me acerqué a él.

JiMin se giró y para ese momento yo ya estaba lo suficientemente cerca como para hasta sentir su respiración.

- ¿Qué haces? -preguntó.

-No lo sé- respondí- solo estoy actuando por impulsos.

JiMin se intentaba alejar cada vez más, pero lo que él se alejaba, yo me acercaba.

-JungKook, no es divertido- dijo y me vió a los ojos.

- ¿Tú crees que pienso eso? - pregunté entre serio y nervioso- pues déjame aclararte de que no pienso así, porque la verdad debería odiarte, en serio debería hacerlo, pero ya no puedo, en estos momentos solo escuchar tu nombre, me jode la vida.

JiMin no tenía inicios de querer hablar, pues parecía que había entrado en trance, y yo comencé a hacer un recorrido entre sus labios y sus ojos, y cada vez se me hacía más difícil mantenerme así.

-Pero hay algo que si es divertido- volví a hablar- y déjame decirte que de verdad quise olvidarlo, pero la simple duda me está carcomiendo y ya no aguanto, así que quiero que me respondas algo- mi recorrido termino en sus ojos- ¿Por qué me besaste?

JiMin por tal pregunta abrió mucho sus ojos, y se puso más pálido de lo que normalmente es.

- ¿D..De qué estás hablando? - preguntó y desvió su mirada.

Y como yo seguía actuando por impulsos, para que no se vaya puse mis dos manos al costado de su cabeza acorralándolo en la pared, y obligándolo a que me mire.

-Sabes exactamente de qué estoy hablando- dije y mi lado de chico malo salió a flote- no te hagas el desentendido.

JiMin no respondía, y se notaba que buscaba toda forma de escapar, pero no había, pues él no se iba a ir hasta que lo dejara.

-O quizás quieres que te lo recuerde- seguí hablando.

Comencé a acercarme lentamente, y aunque parecía seguro, el corazón me latía a 1000 por segundo por lo nervios que tenía encima, y ya cuando estaba a punto de besarlo, la puerta como era costumbre se abrió de golpe y me aleje de un salto de JiMin.

- ¡Amor! - gritó Lilia y corrió a mis brazos, sin percatarse del rubio que estaba como estatua en la pared.

-H..hola- saludé y le correspondí el abrazo.

Como Lilia estaba de espaldas a la pared no veía a JiMin, pero yo si lo hacía, veía perfectamente como sus ojos se iban cristalizando poco a poco y mordía su labio inferior con fuerza, al final solo agachó la cabeza, suspiró, y segundos después la alzo y sonrió, para después salir sin hacer ruido y desaparecer de mi campo de visión.

- ¿Qué has hecho Jeon JungKook? - me reproché mentalmente mientras Lilia seguía abrazada a mí, pues, aunque casi no había personas que me importaran mucho, ver a JiMin sonreír en medio de notables lagrimas rompió algo que sabía, no se iba a arreglar hasta que vuelva a ver una sonrisa en él, pero que sea verdadera y de alegría.

Eres un idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora