|1. Mesa Siete|

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-Pezz, ¿podes cubrirme en la mesa siete? La mujer de la dos me está volviendo loca.-

-No te preocupes, yo voy.-

Tomé la bandeja que Brandy me tendía y acomodé con la mano libre los vasos que ésta llevaba y los que John acababa de pasarme. Dos cervezas para la mesa tres, una gaseosa para la seis y un agua mineral con unas papas especiales para la mesa siete.

La pareja ni se percató de que les dejaba su par de botellas ni de que les informaba que pronto les llevaría sus nachos con guacamole; estaban demasiado entretenidos entre arrumacos. De todas formas no podía culparlos, cualquiera actúa de aquella forma cuando está empezando a salir. Luego probablemente acabarían como yo y Caleb, así que mejor que aprovecharan la miel del principio.
La mujer de la siguiente mesa se mostró pulcramente agradecida por la gaseosa y agregó una hamburguesa a la ensalada ya pedida, aclarando - como si realmente importara - que era para su hija que volvía de una clase en la Universidad.

Entonces, y tras cruzarme a una familia que se quejaba porque sus sándwiches no tenían suficiente aderezo, llegué a la mesa de Brandy.
Junto al ventanal estaba sentado un hombre de unos cuarenta años con un par de gafas y una barba espesamente interesante - me fue imposible no observarlo, desde los trece años había decidido que el vello facial era indispensable en los hombres.
Estaba leyendo un libro, pero en cuanto escuchó el ruido de mis zapatillas despegó los ojos de las páginas amarillentas y se fijó en mí. Amablemente, le sonreí mientras le servía el agua e intenté evitar pensar en ese momento que quizá eso me significaría una buena propina; definitivamente necesitaba unos billetes más para pagar las compras del departamento, Lisa estaba quebrada, así que esa noche atendería cuantas mesas pudiera.

-Espero que lo disfrute. ¿Algo más que deseé?-

-Sí. Vi unas hamburguesas que le llevaron a dos chicas de una de las mesas; voy a querer una de esas.-

Supuse que hablaba de la mesa uno, así que asentí - aún sonriente - y tomé nota.

-Una hamburguesa completa con huevo frito incluido.-

-Que sea completa, pero mejor sin el huevo.-

-De acuerdo, no hay problema. En unos minutos se lo traigo.-

-Gracias.-

En la vuelta a la barra crucé con un par de clientes más que buscaban una segunda ración de papas o que aguardaban por un postre o que simplemente estaban ansiosos por realizar su pedido. Ya estaba acostumbrada a la demanda. Y lamentablemente también a algunos asiduos malos tratos.

-Noche de papas eh.- comentó John cuando le pasé las órdenes, riendo. Sí, había sido lo más pedido desde que había empezado mi turno.
Era sabido que Jerry's tenía las mejores papas fritas de la ciudad. Las salsas que servíamos para acompañarlas también eran famosas; había gente que venía exclusivamente para pedir una de las triples raciones con compañía mixta.

-¿Cómo te fue con la mesa siete? El tipo parece algo malhumorado.-

Brandy acababa de dejar su bandeja vacía y se acomodaba las horquillas que llevaba en el cabello. Siempre le gustaba hablar entre rondas.

-De hecho ha sido bastante amable.- me encogí de hombros y empecé a ordenar en mi azafate los postres helados y la porción de brownie que John recibía de la cocina. -Luce algo solitario.-

-Sí, parece como que necesita una compañía femenina.- se mofó Brandy y me miró unos segundos antes de soltar aún más divertida -Quizá puedas invitarle un trago cuando termine el turno y acabes con mejor propina.-

-No estoy tan desesperada como para dormir con un cliente.- murmuré algo irritada, y decidí que era mejor llevar los pedidos ya listos.

Brandy solía ser divertida y estudiaba en la misma Universidad que yo a pesar de llevar distintas carreras, pero a veces era imposible no saturarse con sus constantes insinuaciones. De acuerdo, yo no era ninguna santa pero no me agradaba que sugiriera frente a John que podía buscar a un cliente con la intención de sexo a cambio de dinero. Sabía que ella más e una vez lo había hecho, como aquella ocasión con un tipo casado que había querido una mamada en uno de los baños de la parte trasera del bar; y no iba a juzgarla ni opinar con una mente naif y virginal porque todos sabemos lo difícil que es conseguir sobrevivir a la universidad cuando no hay dinero en el bolsillo. Pero nunca había pensado en conseguir dinero de aquella forma, quería conservar el sexo con el concepto de deseo y placer, no el de trabajo.

BE US (against the world) - zerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora