|51. Rutina matutina|

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-¿Venís a desayunar?-

Al voltear sobre mi cuerpo me encontré con Zayn a medio recostar sobre la cama, sonriéndome, y yo no pude evitar hacer lo mismo. Me gustaba despertar junto a él.

-De acuerdo.- asentí, tras recibir un beso corto en los labios.

Él se levantó y salió del cuarto, haciéndome notar que llevaba un par de jeans y zapatos Oxford ya calzados.
El reloj sobre la mesa de luz indicaba que eran casi las seis de la mañana, y recordé que había dicho tener que estar a primera hora del día en la Universidad; eso explicaba por qué tenía ya preparado el desayuno e iba a medio vestir.

Salí de la cama y tras encontrar una musculosa con la que cubrirme, me dirigí escaleras abajo.

-Eso huele bien.-

Sobre la mesa del comedor yacía una pila de panqueques con miel y frutillas cortadas; dos tazas humeantes y mi frasco de multivitaminas.

-Espero que puedas decir eso mismo cuando lo pruebes.-

-¿Buscaste mis vitaminas?-

-Siempre te veo tomarlas por la mañana.- se encogió de hombros, llevándose su taza a los labios.

Sonreí, esos pequeños gestos eran probablemente los que me hacían sentir así por él.
No dudaba de la atracción que existía entre ambos ni mucho menos de lo bien que nos llevábamos dentro y fuera de la cama. Pero si me había enamorado de él era por todo el resto, lo que era Zayn, cómo miraba al mundo y cómo me hacía sentir, el que realmente era bueno, y probablemente porque sentía que se preocupaba por mí.

-¿Qué ocurre?-

-Nada.- negué, todavía sonriendo, llevándome un trozo de panqueque a la boca -Son buenos, pero siguen sin ser mejores que los míos.-

Él rió, y me permitió salirme con la mía.

Desayunamos mientras conversábamos y en cuanto hubimos terminado fui la primera en levantarme para ir a dejar los platos y cubiertos usados en el lavavajillas - un electrodoméstico al que había empezado a adorar desde que pasaba tanto tiempo en su apartamento.

-Faltaba esto.- sentí la presencia masculina a mis espaldas y vi cómo colocaba el vaso que me había servido con jugo - ahora vacío -, antes de cerrar la puerta y encender el artefacto.

Sin moverse de su posición, percibí cómo corría a un lado la tela de la musculosa y sentí la humedad de su boca besándome la espalda, primero a la altura de mi omoplato izquierdo y luego sobre mi hombro.
La remera holgada era bastante reveladora y el perfil de mis senos asomaba por los extensos agujeros de las mangas.
Nunca había sido una asidua utilizadora de corpiños, pero con lo sensibles que tenía los pechos últimamente, me resistía a usarlos. Únicamente recurría a ellos cuando tenía que asistir a una clase o en Jerry's, donde necesitaba estar cómoda y sentirme más contenida.

-Creí que tenías que estar en Oxford temprano.- murmuré, volteando para mirarlo al rostro.

-Apenas son seis y veinte.- besó mis labios -Y tu atuendo es.. tentador.-

-¿Lo suficiente para que llegues tarde a tu reunión?- rodeé su cuello con mis brazos y lo atraje hacia mí.

-Mientras me vaya a las siete, voy a estar bien.- respondió, deslizando sus manos por mi espalda.

Me incliné para besarlo y sus labios envolvieron los míos respondiendo con vehemencia.
Sentí que apretaba el agarre y me elevaba lo suficiente para que pudiera sentarme sobre la mesada, en tanto el beso se profundizaba.

Sus manos treparon con una caricia por mis muslos desnudos y una de ellas continuó su travesía camino arriba - levantándome la remera con su paso, hasta amoldarse alrededor de uno de mis pechos y acarició su punta lastimosamente con la yema del pulgar.
Su otra mano me acarició por sobre las bragas y empezó a succionar en mi cuello. Todas aquellas sensaciones haciéndome apretar los párpados y gemir.

-No juegues.- rogué, sabiendo que no teníamos demasiado tiempo y que sus caricias habían logrado despertar el deseo en mí.

Se rió con sorna, burlándose de mí, pero eso no lo detuvo y tiró de mis bragas. El contacto de la totalidad de mi piel con el frío mármol me hizo estremecer, algo que se repitió instantes después en respuesta al movimiento de su pulgar entre mis pliegues.

-Zayn.- podía sentirlo en mi entrada, tentando el encuentro.

Entonces empujó sus caderas y se abrió paso en mi interior, con lentitud y profundidad. Y me abracé aún más a él cuando empezó a moverse, acelerando el ritmo y robándome más de un gemido que se encargó de acaparar con su boca.

Agitada, me convulsioné contra su cuerpo, mientras jadeaba contra la piel de su cuello y le rasgaba la espalda con las uñas, perdiendo el control de mis movimientos.
Y él se dejó ir en mi interior, apretándome las caderas y enterrándose tanto como le fue posible, sensación que me hizo experimentar una nueva oleada de placer.

¿Podría acostumbrarme a eso?
Sin dudas.

Cuando Zayn me dejó en mi apartamento eran pasadas las siete, y yo tenía un examen para el que estudiar, así que haber comenzado el día temprano podría ser provechoso - especialmente considerando lo satisfactoriamente excepcional que había sido esa primera hora.
Asumí que Lisa debía que estar durmiendo, con lo que procuré ser silenciosa y me metí en mi cuarto para cambiarme la ropa por unas calzas y un corpiño deportivo.
Jamás había sido una persona exactamente atlética, pero estaba esforzándome por mantener una vida saludable y había empezado a ejercitarme por las mañanas.

Caminé hasta el living y busqué la colchoneta que mi compañera de apartamento había comprado un año atrás junto con una manta para hacer yoga.
Había empezado a apreciar esa rutina matutina, el sol iluminaba el ambiente atravesando las ventanas y probablemente era el momento del día más relajante que tenía.

Mientras elongaba pude escuchar abrirse la puerta del cuarto de Lisa y asumí que ella había despertado, algo a lo que no le di demasiada importancia.
La oí caminar hasta el baño y poco después tirar la descarga, y luego sus pasos acercándose por el pasillo.

Pero no era Lisa.
Y me congelé cuando lo vi. Era la última persona con la que esperaba encontrarme en mi propio apartamento.

Él se había detenido al verme, a unos pasos de donde yo permanecía de pie, con las rodillas separadas y los pies descalzos; jamás me habían observado de una forma tan despectiva. Entonces sus ojos viajaron a mi vientre, y supe que lo que iba a venir a continuación no iba a ser bueno.
Llevando tan poca ropa como calzas y un corpiño deportivo, el embarazo era evidente. Mi vientre aún no era demasiado extravagante y vistiendo remeras holgadas era fácil disimularlo; pero en aquel momento, nadie podría negarlo.

-¿Estás embarazada?-

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Gracias por su apoyo! Significa mucho ♥️

No voy a escribirles demasiado porque tengo que seguir estudiando y no puedo más con mi ansiedad.
Espero que les haya gustado el capítulo y que no dejen de decirme en los comentarios lo que opinan!

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BE US (against the world) - zerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora