|72. Verdades incómodas|

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Aquella mañana había salido temprano porque tenía una entrevista con el mismísimo Vince Paulson, el galerista que había conocido más de un año atrás en mi cumpleaños número veintitrés. Estaba preparándose para inaugurar una nueva galería en el centro y necesitaba de gente formada para que se encargaran de ella.  Se había contactado con Zayn para pedirle mi contacto, ya que había mencionado haberse llevado una buena impresión cuando habíamos conversado sobre la exposición de la insurgente Rebecca McManus, y había pedido reunirse conmigo para discutir sobre la posibilidad de formar parte de aquel proyecto. Yo me había sentido sumamente halagada, y entusiasmada; estaba desesperada por volver a trabajar.

Vince era un sujeto agradable, y todas las ideas que me había planteado sobre las que quería trabajar para esa nueva galería me habían parecido demasiado interesantes. Le había comentado que aún no terminaba mi tesis y por ende el diploma de la licenciatura aún no lo poseía, razón por la cual no podía autoproclamarme "licenciada" si no quería cometer el delito de usurpación de título. A él no le había interesado en absoluto, y de hecho sus palabras exactas habían sido "Obtener ese título no es más que una mera cuestión de temporalidad, y no modifica en absoluto tus capacidades a la hora de trabajar con obras de arte".

Habíamos acordado que luego de terminar las entrevistas a otros postulantes, iba a armar el grupo definitivo de gente con el que planeaba trabajar e iba a realizar las pertinentes citaciones. Me había asegurado que no dudaba que yo fuera a estar entre los convocados.
Y yo me había sentido extasiada. Moría de ganas de llegar a casa y contárselo todo a Zayn.

Cualquier atisbo de intención de festejo se esfumaron de mi cuerpo cuando giré las llaves y al abrir la puerta del apartamento mis oídos se inundaron de voces graves discutiendo y vislumbré la figura del hombre que menos esperaba encontrar en Londres.

Connor Edwards.

-¿Papá?-

Él se encontraba de espaldas, pero podía reconocerlo a kilómetros. Los hombros caídos, la espalda levemente deformada por las décadas que había pasado trabajando en el taller mecánico, los rastros de grasa que lo acompañaban a todos lados manchando su piel y su ropa, huellas de las que jamás se había podido - ni intentado - deshacer. Los cabellos rubios alternados con las canas que habían empezado a aparecerle en los últimos años.

¿Qué mierda hacía en mi casa? ¿Cómo? ¿Cómo podía estar dentro?

Los ojos de Zayn se clavaron en los míos, una mirada que expresaba advertencia, como si fueran las balizas señalando que un auto se averió en medio de una ruta oscurecida por la caída de la noche. El par de párpados edematizados y eritematosos no pasaban desapercibidos.

-¿Qué.. qué haces acá?- las palabras abandonaron mi boca con torpeza.

-Ahí estás.- volteó al fin, con el rostro enardecido -¿Qué hago acá? ¿Qué hace tu padre acá? Hace lo que debería haber hecho hace mucho tiempo, venir a presenciar con sus propios ojos las atrocidades que su hija está haciendo.-

-¿Atrocidades?-

-¿A caso no te parece una atrocidad lo que estás haciendo bajo este maldito techo de platino? ¿Viviendo con un hombre de la edad de tu padre? ¿Embarazada de este maldito degenerado? Yo no te eduqué para esto, Perrie.-

Todo ese tiempo, desde que había iniciado mi relación con Zayn y más aún desde que había tomado conocimiento de mi embarazo, había temido que llegara aquel momento. Me aterraba la reacción de mi padre, porque siempre había sabido que iba a ser exactamente esa que estaba presenciando en ese instante. Y sin embargo, cuando oí el asco con el que escupía aquellas palabras, sus insultos, me inundó la indignación. Tal y como había pasado con mi madre, estallé, consumida completamente por la ira.

BE US (against the world) - zerrieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora