Capítulo 8♡

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Hoseok.

—Aún me pregunto, ¿Qué haces aquí? Le pregunté al castaño frente a mi.

—Sabes lo que quiero.

—¡Joder! ¿Acaso no ves que está destruido? —Cuestioné frustrado por el hecho de que las palabras 'No lo verás', no le entraban en su cabeza.

—Tú lo has herido aún más.

—Yo no lo usé como objeto sexual. —Refuté.

—Yo no lo obligué a casarse.

—Ambos son unas mierdas. —Miré al responsable de aquella voz, encontrándome con Jin hyung.

—No eres el más indicado para decir eso SeokJin. —Murmuré.

—Lo sé...

Mi teléfono empezó a sonar, lo saqué de mi bolsillo y miré al remitente, para luego contestar.

—Hola mamá... Sí, faltaba hacer aseo, pero le pedí el favor a Yuri noona... Sí, aquí está... Jennie también... Hoy me quedaré en la casa de los Kim... También te quiero... Mañana lo conocerás... Ya le digo... Adiós mamá. —Colgué la llamada y miré a los dos chico enfrente mio.

—Jungkook. —Le llamé. —Mamá quiere que vayas a casa ahora, y que lleves a Jennie, tiene que hablar con ella. —Asintió y se fue.

—Entonces... ¿Te quedarás?

—Sí, ya hablé con tu madre y tu padre. —Asintió. —Iré con Tae.

—Hablaré con tu hermano.

—Gracias, quiero saber lo que Jungkook siente verdaderamente por Taehyung.

Miré por ultima vez por la ventana que daba al patio, viendo a Tae sentado con su cabeza agachada. Bajé las escaleras y caminando con dificultad entre toda la gente, al fin logré llegar a la puerta trasera de la casa. Caminé a paso lento, sintiéndome un poco nervioso, siempre que estaba cerca de él, los nervios me atacaban. Me senté a su lado y noté que su cabecita estaba entre sus piernas.

Levantó su rostro y se sorprendió al verme, por lo que se alejó un poco.

—Quiero estar solo. —Susurró con la voz ahogada.

—Tae... —Suspiró y se quedó callado. —Hoy me quedaré, ya hablé con tus padres. Mañana llevaremos tus cosas a nuestra casa. —Asintió.

—Ma-mañana, después de de-jar las cosas, saldré con mis amigos. —Murmuró.

Me sentí incomodo, y los celos empezaron a brotar desde lo más profundo de mi ser, ya sabía que entre sus amigos, estaba ese alfa con olor a chocolate. No podía permitirlo.

No irás.

—No le pregunté, le estoy contando que haré.

Tae...

—¡¿Podrías dejar de usar esa maldita voz?! —Me gritó, mirándome directamente a los ojos, sentí una punzada, al ver que los suyos estaban cristalizados.

Matrimonio ForzadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora