Matrimonio Forzado

Capítulo 40♡

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Hoseok.

—Está bien. Estaré allí en veinte minutos. —Dije para luego colgar la llamada.

Mi padre me había llamado para que fuera con urgencia a la empresa, al parecer algo grave estaba sucediendo. Me levanté de la cama y guardé mi teléfono en el bolsillo de mi pantalón. Salí de la habitación y bajé las escaleras con rapidez hasta la sala, donde esperaba encontrarme a Taehyung, pero ella estaba vacía. Caminé hasta la cocina esperando encontrarlo y así fue, pero definitivamente no deseaba haberlo hecho para verlo en ese estado.

—Tae... —Susurré acercándome con cautela.

Su cabeza estaba agachada y sus manos apoyadas en la barra de la cocina vueltas puño con fuerza. Coloqué una de mis manos en su hombro haciendo que me mirara por unos segundos, los suficientes para ver sus cristalinos ojos, se giró con rapidez y me abrazó apoyando su rostro en mi hombro llorando con fuerza, pasé mis manos por detrás de su cintura y lo acerqué a mi, lo suficiente para que nuestros pechos se tocaran.

Escucharlo llorar era como firmar un pacto con la muerte, uno tan grande del cual no existía retorno. Suspiré y empecé a acariciar su espalda, donde podía sentir su respiración irregular, me dolía en el alma verlo de tal manera. Los minutos pasaban y su llanto no hacía más que aumentar, se estaba desahogando de todo y lo sabía, lo podía sentir, era un dolor tan grande el que lo invadía que no podía creer que lo haya cargado por tanto tiempo.

—Tae... —Susurré.

No recibí respuesta y realmente no era como si lo esperara. Su respiración poco a poco se fue calmando y su agarré en mis hombros se debilitó al punto de creer que si no lo sostenía, caería como una hoja al suelo. Se separó y pude ver sus ojitos hinchados y rojos a causa de las lágrimas que aún no dejaban de salir.

—Q-quiero ir a dor-mir. —Sonrió.

La sonrisa más falsa, más rota, más dolorosa que he podido presenciar en mi vida y no estoy orgulloso de ello.

—Está bien cariño. Yo te cuidaré. —Le dije alzándolo en forma nupcial mientras cerraba sus ojos suspirando.

Caminé con él en brazos y subí las escaleras con calma para evitar que se sintiera peor. Su cabello color café se mantenía sobre su rostro, sus mejillas brillaban por las recientes lágrimas y sus labios estaban semi abiertos, más rosados y húmedos de lo normal, de seguro los abría mordido, pues por su labio inferior habían unas cuantas gotas de sangre. Caminé por el pasillo y con cuidado abrí la puerta de la habitación, entré en ella con ímpetu y lo acosté en la cama.

Ver como se abrazaba a sí mismo dándome la espalda a su vez que escondía su cabeza entre sus piernas me resultaba frustrante. Me acosté a su lado y empecé a acariciar su cabello con delicadeza, todo él debía ser tratado de tal manera. Besé la coronilla de su cabeza haciendo que temblara a mi lado, pero ¿Por qué?, creo que al final existen cosas que aunque quiera saber, tal vez no sea lo mejor.

—Todo estará bien. —Susurré.

Ahora la pregunta era, ¿En verdad lo estaría?, ni siquiera yo estaba seguro de ello.

—¿L-lo pro-metes? —Preguntó dándose la vuelta para abrazarme y esconder su rostro en mi pecho, aún así podía sentir sus lágrimas mojar mi camiseta.

¿Puedo prometerlo?

No.

—Lo prometo, siempre y cuando te mantengas a mi lado. —Suspiré y acaricié ahora su espalda.