capitulo 2

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Después de cuatro porciones de pizza, dos pastelitos de chocolate, cuatro copas de vino y una película, se reían a más no poder tumbadas en el suelo sobre los cojines del sofá mientras veían Dieciséis velas.

- «Dices que es tu cumpleaños» – comenzó Selena a cantar, y acto seguido golpeó el suelo como si de unos bongos se tratara– «También es el mío».

Victoria le golpeó la cabeza con un cojín y le dio la risa tonta al comprobar los efectos del vino.

-¿Victoria? – dijo Selena burlona –¿Estás achispada?

Victoria volvió a reírse.

- Más bien, agradablemente contenta. Maravillosamente contenta.

Selena se rió de ella y le deshizo la coleta.

- Entonces, ¿estás dispuesta a hacer un pequeño experimento?

- ¡No! – gritó Victoria con énfasis, sujetándose los mechones de pelo tras las orejas – No quiero utilizar la Ouija, ni hacer lo del péndulo y te juro que si veo una sola carta del Tarot o una runa, te vomitaré encima los pastelitos.

Mordiéndose el labio, Selena cogió el libro y lo abrió. Las doce menos cinco. Sostuvo el dibujo para que Victoria lo observara y señaló aquel increíble cuerpo.

-¿Qué opinas de él?

Victoria lo miró y sonrió.

–Está para relamerse, ¿verdad?.

Bueno, definitivamente la cosa iba progresando. No conseguía recordar la última vez que Victoria le había dedicado un cumplido a un hombre. Movió juguetonamente el libro frente al rostro de su amiga.

- Venga, Victoria. Admítelo. Deseas a este bombón.

- Si te digo que no le dejaría salir de mi cama ni a cambio de unas galletas saladas, ¿me dejarías en paz?

- Puede. ¿A qué más renunciarías por mantenerlo en tu cama?.

Victoria puso los ojos en blanco y apoyó la cabeza sobre un cojín.

- ¿A comer sesos de mono a la plancha?.

- Ahora soy yo la que va a vomitar.

- No estás prestando atención a la película.

- Lo haré si pronuncias este hechizo tan cortito.

Victoria alzó las manos y suspiró. Sabía que no merecía la pena discutir con Selena… tenía aquella expresión. No se detendría hasta salirse con la suya, ni aunque cayese un meteorito sobre ellas en ese mismo momento.

Además, ¿qué había de malo? Ya hacía mucho tiempo que sabía que ninguno de los estúpidos rituales y encantamientos de Selena funcionaban.

- Vale, si así te sientes mejor, lo haré.

- ¡Sí! – gritó Selena y la agarró de un brazo para ponerla en pie – Necesitamos salir al porche.

- Muy bien, pero no voy a cortarle el cuello a un pollo, ni voy a beber nada asqueroso.

Con la sensación de ser una niña a la que habían dejado dormir en casa de una amiga, y que acababa de perder en el juego de Verdad-Atrevimiento, dejó que Selena la precediera a través de la puerta corredera de cristal que daba al porche. El aire húmedo llenó sus pulmones, escuchó a los grillos cantar y descubrió miles de estrellas brillando sobre su cabeza. Victoria supuso que era una noche perfecta para invocar a un esclavo sexual. Se rió por lo bajo.

- ¿Qué quieres que haga? – le preguntó a Selena – ¿Pedir un deseo a un planeta?

Selena negó con la cabeza y la colocó en mitad de un rayo de luna que se colaba entre los árboles y el alero del tejado. Le ofreció el libro.

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