Epilogo

182 9 3
                                    

Un año después:

Niall abrió la puerta de la habitación del hospital.

Junto a su madre y a Selena, entró sin hacer ruido, ya que no quería molestar a Victoria si estaba descansando.

El miedo lo atenazó al verla tumbada en la cama. Su aspecto lo aterrorizaba, estaba muy pálida y parecía indefensa. No podía soportar verla a sí.

Ella era su fuerza. Su corazón. Su alma. Todo lo que era bueno en la vida. La idea de perderla le resultaba insoportable.

Victoria abrió los ojos y les sonrió.

- Hola — dijo en un susurro.

- ¡Hola guapa! — le contestó Selena — ¿Qué tal estás?

- Exhausta, pero muy bien.

Niall se inclinó y la besó.

- ¿Necesitas algo?

- Tengo todo lo que siempre he deseado — le contestó ella con el rostro radiante.

Él le sonrió.

- Bueno, ¿dónde están mis nietos? — preguntó Afrodita.

- Se los han llevado para pesarlos — contestó Victoria.

Y, como si las hubiesen llamado, las enfermeras entraron en ese instante empujando las cunas. Comprobaron los brazaletes de Victoria y los de los bebés y salieron en silencio. Niall se apartó del lado de Victoria lo justo para coger en brazos a su hijo con mucho cuidado. La alegría lo inundó al acunar al diminuto bebé.

Victoria le había dado mucho más de lo que jamás imaginó que tendría. Y mucho más de lo que se merecía.

- Éste es Niall Horan Klein — dijo mientras lo depositaba en brazos de Afrodita para coger a su hija — Y ésta es Vanessa Anne Horan Klein — y la colocó sobre el otro brazo de su madre.

Los labios de Afrodita comenzaron a temblar cuando miró a su nieta.

- ¿Le has puesto mi nombre?

- Los dos quisimos hacerlo — le dijo Victoria.

Las lágrimas brotaron de los ojos de la diosa mientras contemplaba a sus dos nietos.

- ¡Todos los regalos que tengo para ustedes!

- ¡Mamá! — la interrumpió Niall con brusquedad — Por favor, nada de regalos. Tu amor será suficiente.

La diosa se limpió las lágrimas y soltó una carcajada.

- De acuerdo. Pero si cambiáis de opinión, decídmelo.

Victoria observó a Niall mientras éste acariciaba la cabeza pelona de Niall Junior. No lo habría creído posible pero, en ese momento, lo amaba aún más que antes.

Cada día pasado junto a él había sido una bendición.

- ¡Ah, por cierto! — exclamó Selena mientras cogía a Vanessa de los brazos de Afrodita — Fui ayer a la librería y Príapo no estaba. Hace unos días que hubo luna llena. ¿Alguien quiere apostar a que en estos momentos está practicando sexo salvaje y desenfrenado con alguien?

Todos se rieron.

Excepto Niall.

- ¿Te pasa algo? — le preguntó Victoria.

- Supongo que me siento un poco culpable.

- ¡¿Culpable?! — exclamó Selena con incredulidad —.¿Por Príapo?

Niall señaló con un gesto a Victoria y a los niños.

- ¿Cómo podría guardarle rencor? Sin su maldición jamás los tendría a ninguno de ustedes. Fue una pesadez pero debo admitir que mereció la pena.

Todas las miradas se clavaron, expectantes, en Afrodita.

- ¿Qué? — preguntó ella con fingida inocencia — ¡No me digas que quieres que lo libere! Ya te lo dije, lo haré cuando aprenda la lección…

Selena meneó la cabeza.

- Pobre tío Príapo — dijo dirigiéndose a Vanessa —.Pero fue un chico muy, muy malo.

La puerta se abrió en ese instante y una enfermera se asomó, indecisa.

- ¿Doctor Horan? — se dirigió a Niall — hay una pareja aquí fuera que dicen ser familiares suyos. Ellos… mmm… — bajó la voz hasta hablar en un murmullo — son moteros.

- ¡Eh, Niall! — lo llamó Eros desde detrás de la enfermera — Dile a Atila el Huno que somos de fiar para que podamos entrar a babear sobre los bebés.

Niall soltó una carcajada.

- Está bien, Trish — le dijo a la enfermera — Es mi hermano.

Eros le hizo una mueca burlona a Trish mientras entraba a la habitación junto a Psique.

- Que alguien me recuerde que tengo que dispararle una flecha de la mala suerte al salir — comentó mientras la enfermera cerraba la puerta.

Niall lo miró con una ceja arqueada.

- ¿Tengo que confiscarte de nuevo el arco?

Eros le contestó con un gesto grosero y se acercó a Selena para tomar en brazos a Vanessa.

- ¡Ooooh! Menuda rompecorazones que vas a ser. Apuesto a que vas a tener a montones de niños corriendo detrás de ti.

Niall perdió el color del rostro y miró a su madre.

- Mamá, hay un regalo que me gustaría pedirte.

Afrodita lo observó, esperanzada.

- ¿Te importaría hablar con Hefesto para que hiciera un cinturón de castidad apropiado para Vanessa?

- ¡Niall! — balbució Victoria con una carcajada.

- No tendría que llevarlo durante mucho tiempo; sólo treinta o cuarenta años.

Victoria puso los ojos en blanco.

- Menos mal que tienes a tu mamá — le dijo al bebé que Eros sostenía — porque tu papi no es nada divertido.

Niall alzó una ceja con un gesto arrogante.

- ¿Que no soy divertido? — repitió— Divertido… eso no es lo que dijiste el día que concebiste a estos dos…

- ¡Niall! — exclamó Victoria con el rostro arrebolado. Pero ya hacía tiempo que sabía que era incorregible.

Y lo amaba tal y como era.

Leyenda de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora