capitulo 46

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- Su música es interesante.

- ¿Te hace añorar la tuya?.

- Dado que la mayoría de la música que escuchaba procedía de las trompetas y los tambores que nos acompañaban a la batalla, no. Creo que soy capaz de apreciar esto.

- ¿qué? — preguntó ella juguetona — ¿La música o el hecho de que el amor hace daño?.

El rostro de Niall adquirió una expresión seria, dejando de lado el humor.

- Puesto que no he conocido nunca lo que es el amor, no sabría decirte si hace daño o no. Pero me imagino que ser amado no debe hacer tanto daño como el no serlo.

El pecho de Victoria se encogió ante sus palabras.

- Entonces — dijo ella cambiando de tema — ¿qué quieres hacer cuando regreses a tu casa?.

- No lo sé.

- Probablemente irás a darle una buena patada en el culo a Escipión, ¿verdad?.

Él se rió ante la idea.

- Ya me gustaría.

- ¿Por qué?. ¿Qué te hizo?

- Se cruzó en mi camino.

Vale, no era eso lo que ella esperaba escuchar.

- Y a ti no te gusta que nadie se cruce en tu camino, ¿cierto?.

- ¿Te gusta a ti?.

Ella sopesó la pregunta antes de responder.

- Supongo que no.

Para cuando llegaron a Bourbon Street, la calle había sido invadida por la multitud típica de un domingo por la tarde.

Victoria se abanicó el rostro, luchando contra el intenso calor.

Miró a Niall, que apenas si sudaba; las gotitas de sudor le conferían un nuevo atractivo. El pelo húmedo se le rizaba alrededor de la cara y con esas gafas oscuras… ¡Ooooh, Señor!.

Por supuesto que su atractivo quedaba aún más enfatizado gracias a la camiseta blanca, de mangas cortas, que se le adhería a los hombros y a la tableta de chocolate que tenía por abdominales.

Mientras dejaba que su mirada vagara hasta el botón de sus vaqueros, deseó haberle comprado unos más anchos. Pero dado su seductor modo de andar, que decía mucho acerca de su confianza en sí mismo, Victoria dudaba mucho de que unos vaqueros más anchos pudiesen ocultar tan tremenda sensualidad.

Niall se detuvo al pasar junto a un club de striptease.

A su favor Victoria tuvo que admitir que ni siquiera jadeó al mirar a las mujeres tan escandalosamente vestidas, que se contoneaban tras el cristal, pero su sorpresa fue bastante evidente. Mirándole como si quisiera devorarlo, una exótica bailarina se mordió el labio inferior y se pasó la lengua por él de forma sugerente, mientras se tocaba los pechos. Le hizo un gesto con un dedo para que entrara al local. Niall se dio la vuelta.

- Nunca habías visto algo así, ¿verdad? — preguntó Victoria, intentando disimular el malestar que sentía ante los gestos de la mujer, y el alivio que la invadió al ver la reacción de Niall.

- Roma — contestó simplemente.

Ella se rió.

- No eran tan decadentes, ¿o sí?.

- Te sorprendería saber cuánto. Por lo menos aquí nadie hace una orgía en… —y su voz se perdió al pasar junto a una pareja que se lo estaba montando en una esquina — Déjalo.

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