capitulo 55

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Los días siguientes fueron los mejores de la vida de Victoria. Una vez se acostumbró a la regla que Niall impuso, que prohibía los besos y las caricias íntimas e incitantes, desarrollaron una relación agradable que fue casi una sorpresa para ella.

Pasaba los días en el trabajo, almorzaba a menudo con Niall y Selena, y dedicaba las noches a tumbarse entre sus maravillosos brazos.

Sin embargo, con cada día que pasaba, saber que iba a abandonarla a final del mes la dejaba destrozada.

¿Cómo iba a soportarlo?

Aunque la idea no abandonaba nunca su mente, se negó a pensar en eso constantemente. Viviría el momento y se preocuparía del mañana cuando llegara.

El sábado por la noche quedaron con Selena y Chris en Tip’s, en el Barrio Francés.

Aunque con bastante más afluencia de turistas que el original Tippitinas’s, era la noche de Zydeco y ella quería que Niall escuchara la música que Nueva Orleáns había hecho famosa.

- ¡Eh! — Les dijo Selena mientras se aproximaban a la mesa, en el fondo del local —. Empezaba a preguntarme si ibais a dejarnos colgados.

Victoria se sintió enrojecer al recordar el motivo de su retraso. Algún día de estos aprendería a cerrar la puerta del baño mientras se duchaba…

- Hola Niall, Victoria — les saludó Chris.

Victoria sonrió al ver la escayola del brazo de Chris que Selena había decorado con pintura fluorescente.

Niall inclinó la cabeza a modo de saludo mientras retiraba una silla para que Victoria se sentara y, después, hizo lo propio a su lado. En cuanto apareció el camarero pidieron cervezas y nachos, y Selena comenzó a seguir el ritmo de la música golpeando la mesa con la mano.

- Vamos, Selena —dijo Chris, malhumorado—. Será mejor que bailemos antes de que tenga que matarte por ese ruidito insoportable.

Con una ligera punzada de envidia, Victoria observó cómo se alejaban.

- ¿Te gustaría bailar? — le preguntó Niall.

A ella le encantaba bailar, pero no quería que Niall pasara un mal rato. En su mente no había dudas de que él no sabía bailar música moderna.

Pero, aún así, fue una invitación muy tierna por su parte.

- No, no pasa nada.

Pero él no la escuchó. Se puso en pie y le tendió la mano.

- Sí, claro que vas a bailar.

Tan pronto como llegaron a la pista de baile, Victoria comprendió que aquel hombre bailaba tan bien como besaba.

Niall conocía cada paso y daba la sensación de que había nacido bailando. De hecho, sus movimientos eran elegantes sin perder el toque masculino y fascinante. 

Victoria nunca había visto a nadie bailar así. Y por las envidiosas miradas femeninas que sentía clavadas en ella, podía imaginarse que todas aquellas mujeres tampoco habían presenciado antes nada semejante.

Cuando el grupo terminó de tocar se sentía excitada y estaba sin aliento.

- ¿Cómo…?

- Fue el regalo de Terpsícore — le contestó Niall mientras le pasaba el brazo por los hombros y la mantenía fuertemente pegada a su cuerpo.

- ¿De quién?

- De la musa de la danza.

Victoria sonrió.

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