Capitulo 39

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De hecho, no creía posible que algo así le hubiese ocurrido antes. Deseaba perderse en su interior. Sentir sus uñas arañándole la espalda mientras gritaba al llegar al clímax.

Que las Parcas se apiadasen de él. Victoria se le había metido bajo la piel.

Y estaba aterrado. Ella ocupaba un lugar en su corazón que acabaría destrozándolo si le faltaba. Sólo ella podía acabar realmente con él. Hacerlo pedazos.

Era casi la una del mediodía cuando salieron del Acuario. Victoria se encogió tan pronto como volvieron a la calle, asaltada por la oleada de calor.

En días como éste, se preguntaba cómo podría la gente sobrevivir antes de que se inventara el aire acondicionado.

Miró a Niall y sonrió. Por fin había encontrado a alguien a quien preguntar.

- Dime una cosa, ¿qué hacíais para sobrevivir en días tan calurosos como éste?

Él arqueó una ceja con un gesto arrogante.

- Hoy no hace calor. Si quieres saber lo que es el calor, intenta atravesar un desierto con todo tu ejército, llevando la armadura y con sólo medio litro de agua para mantenerte.

Ella hizo un gesto compasivo.

- Abrasador, supongo.

Él no respondió.

Victoria echó un vistazo a la plaza, atestada de gente.

- ¿Quieres que vayamos a ver a Selena y demos una vuelta por la plaza? Debe estar en su tenderete. El sábado suele ser uno de sus mejores días.

- Vamos.

Agarrados de la mano, bajaron la calle hasta llegar a Jackson Square. Como era de esperar, Selena estaba en su puestecillo con un cliente.

Victoria comenzó a alejarse para no interrumpir, pero Selena la vio y le hizo un gesto para que se acercara.

- Oye, Victoria, ¿te acuerdas de Ben? Bueno, mejor del doctor Lewis, de la facultad.

Victoria dudó en acercarse al reconocer al tipo corpulento, entrado ya en los cuarenta.

¿Que si lo recordaba? Le había puesto una nota bajísima en su asignatura, con lo cual, le bajó la media de todo el curso. Sin mencionar que el hombre tenía un ego tan grande como el territorio de Alaska, y le encantaba hacer pasar un mal rato a sus alumnos.

De hecho, aún recordaba a una pobre chica que se echó a llorar cuando él dio el sádico examen final que había preparado. El tío se rió, literalmente a carcajadas, cuando vio la reacción de la chica.

- ¡Hola! — saludó, Victoria intentando no demostrar su antipatía. Suponía que el hombre no podía evitar ser detestable. Como buen licenciado por la universidad de Harvard, debía pensar que el mundo giraba a su alrededor.

- Señorita Klein — la saludó con el mismo tono despectivo tan insoportable que ella recordaba a la perfección.

- En realidad debería llamarme doctora Klein — lo corrigió, encantada al ver cómo abría los ojos por la sorpresa.

- Discúlpeme — le dijo con un tono de voz que distaba mucho de parecer arrepentido.

- Ben y yo estábamos charlando sobre la Antigua Grecia — explicó Selena, dedicándole una diabólica sonrisa a Niall

—. Soy de la opinión de que Afrodita era hija de Urano.

Ben puso los ojos en blanco.

- No me cansaré de decirte que, según la opinión más extendida, era hija de Zeus y Dione. ¿Cuándo vas a aceptarlo y a unirte a nosotros?

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