- ¿Pero eres consciente de que con cada día que pase sin poseerla, tu cordura irá desapareciendo?. Para cuando el mes esté llegando a su fin, serás un loco desesperado por la falta de sexo y la única forma de sanarte será ceder a tus deseos. Si no lo haces, hermano, sufrirás una agonía tan dolorosa que el castigo de Prometeo a tu lado parecerá una estancia en los Campos Elíseos.
Selena jadeó.
- ¿Prometeo no es el dios que supuestamente entregó el fuego a la humanidad? — preguntó Victoria.
- Sí — respondió Cupido.
Victoria miró nerviosa a Niall.
- ¿El que fue encadenado a una roca y condenado a que todos los días un águila se comiese sus entrañas?.
- Y a que cada noche se recuperara para que el pájaro pudiera seguir comiendo al día siguiente — acabó Niall en su lugar. Los dioses sabían cómo castigar a aquellos que los fastidiaban.
Una ira amarga se extendió por sus venas mientras observaba a Cupido.
- Los odio.
Cupido asintió.
- Lo sé. Ojalá no hubiese hecho nunca lo que me pediste. Lo siento mucho. Lo creas o no, mamá y yo estamos muy arrepentidos.
Con las emociones revueltas, Niall no fue capaz de decir nada. Desolado, lo único que veía era el rostro de Penélope en su mente, y la visión le hacía encogerse de dolor.
Una cosa era que su familia lo castigara a él, pero nunca deberían haber tocado a los que eran inocentes. Cupido depositó una cajita en la mesa, frente a él.
- Si no quieres abandonar la esperanza, vas a necesitar esto.
- Cuídate de los regalos de los dioses — dijo Niall amargamente, mientras abría la caja para encontrar dos pares de grilletes de plata y un juego de diminutas llaves, colocadas sobre un lecho de satén azul oscuro.
Al instante reconoció el intrincado estilo de su padrastro.
- ¿Hefesto?.
Su hermano asintió.
- Ni Zeus puede romperlas. Cuando sientas que pierdes el control, te aconsejo que te encadenes a algo realmente sólido y que te mantengas… — esperó un momento mientras miraba fijamente a Victoria — alejado de ella.
Niall tomó aire. Podría reírse ante la ironía, pero ni siquiera era capaz de reunir fuerzas.
De una u otra manera, en cada invocación, siempre acababa encadenado a algo.
- Eso es inhumano — balbució Victoria
Cupido le dedicó una mirada feroz.
- Nena, hazme caso; si no lo encadenas, lo lamentarás.
- ¿Cuánto tiempo tardará? — preguntó Niall.
Él se encogió de hombros.
- No lo sé. Depende mucho de ti y del autocontrol del que dispongas — espetó Cupido — Conociéndote, es bastante posible que ni siquiera las necesites.
Niall cerró la caja. Podía ser muy fuerte, pero no tenía el optimismo de su hermano. Lo había perdido hacía mucho, lenta y dolorosamente. Eros le palmeó la espalda.
- Buena suerte.
Niall no dijo nada mientras su hermano se alejaba. Miraba fijamente la caja mientras las palabras de Cupido resonaban en su cabeza. Si algo había aprendido a lo largo de los siglos, era a dejar que las Parcas se salieran con la suya. Era una estupidez pensar que tenía la oportunidad de ser libre. Era su penitencia y debía aceptarla. Era un esclavo, y un esclavo seguiría siendo.
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Leyenda de Amor
RomansaHACE UNOS millas de años atras, Niall Horan FUE maldecido; FUE encerrado En un libro por la eternidad, Condenado Por Los resentimiento y celos de los Dioses. Alli su vida inmortal seria, envejecer pecado, estancado, Poder pecado avanzar jamas. Cada...