capitulo 33

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- ¿Qué era tu padre? — le preguntó, no acababa de comprender el término griego que Niall había empleado.

- El general supremo, si lo prefieres — inspiró profundamente y continuó

— A causa de su posición, y de su reputación de hombre cruel, yo era un paria para mi grupo. Mientras ellos se unían para poder robar comida, a mí me dejaban de lado, y tenía que ingeniármelas para sobrevivir. Un día, pescaron a Demian robando comida. Cuando regresaron a los barracones iban a castigarlo. Así es que di un paso al frente y me eché toda la culpa.

- ¿Por qué?.

Niall se encogió de hombros, restándole importancia al asunto.

- Estaba tan débil por la paliza anterior que pensé que no viviría si le daban otra.

- ¿Y por qué le habían golpeado antes?.

- Era el modo de empezar el día. Tan pronto como nos sacaban a rastras de las camas, nos daban una buena tunda.

Victoria hizo una mueca de dolor.

- Entonces, ¿por qué dejaste que te pegaran en su lugar, si tú también estabas herido?.

- Siendo el hijo de una diosa, aguantaba las palizas más duras.

Ella cerró los ojos mientras recordaba las palabras que Selena había dicho esa misma tarde. Esta vez, no pudo resistir el impulso de acercarse a él. Le puso la mano sobre el bíceps.

Niall no se apartó. Al contrario, le cubrió la mano con la suya y le dio un ligero apretón.

- Desde ese día en adelante, Demian me consideró su hermano, e hizo que los demás me aceptaran. Aunque mi madre y mi padre tenían otros hijos, nunca había tenido un hermano antes.

Ella sonrió.

- ¿Qué ocurrió después?.

El bíceps se contrajo bajo su mano.

- Decidimos aunar fuerzas para conseguir lo que necesitábamos. Él distraía a la gente y yo robaba; así, si nos pillaban, yo me llevaba los golpes.

¿Por qué?. Victoria tenia esa pregunta en la punta de la lengua, pero se la mordió. En el fondo, conocía la respuesta: Niall estaba protegiendo a su hermano.

- El tiempo fue pasando — continuó él — y noté que su padre salía furtivamente del pueblo para observarlo de lejos. El amor y el orgullo en su rostro eran algo indescriptible. Su madre hacía lo mismo. Se suponía que debíamos apañárnoslas para conseguir comida, pero algunos días, Demian encontraba cosas que sus padres le habían dejado. Pan fresco, langosta asada, una jarra de leche… y a veces, dinero.

- Qué tierno.

- Sí, lo era; pero cada vez que me daba cuenta de lo que hacían por él, la realidad me destrozaba. Quería que mis padres sintieran lo mismo por mí. Habría dado gustoso mi vida porque mi padre me mirara una sola vez sin odio; o porque mi madre se preocupara por mí lo justo para venir a verme. Lo más cerca que he estado nunca de ella fue en su templo de Thimaria. Solía pasar horas contemplando su estatua, y preguntándome si era así realmente. Preguntándome si pensaba alguna vez en mí.

Victoria se sentó tras él, lo abrazó por la cintura y puso la barbilla sobre su hombro.

- ¿Nunca viste a tu madre cuando eras pequeño?.

Él le rodeó los brazos con los suyos y echó la cabeza hacia atrás, hasta dejarla reposar sobre el hombro de Victoria.

Ella sonrió ante el gesto. Aunque estuviese tenso y nervioso, le estaba confiando cosas que jamás había compartido con otra persona. Y saberlo le proporcionaba una sensación de increíble intimidad.

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