capitulo 42

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Niall se encogió ante el evidente rencor.

- ¿Y te extrañas de que quiera marcharme? — Entonces se dio cuenta. A Victoria le estaba costando horrores contener las lágrimas. Tenía los ojos húmedos y brillantes. La culpa lo asaltó

—. Lo siento, Victoria — murmuró mientras cubría su mejilla con la mano —. No pretendía hacerte daño.

Victoria observó la batalla que mantenían el arrepentimiento y el deseo en el rostro de Niall. Su caricia era tan tierna y tan suave… Por un instante, estuvo a punto de creer que, en realidad, él se preocupaba por ella.

- Yo también lo siento — susurró —. Ya sé que no tienes la culpa.

Él soltó una brusca y amarga carcajada.

- En realidad, todo lo que sucede es culpa mía.

- ¡Eh! ¿Me puedo fiar de vosotros? —preguntó Selena.

Niall miró a Victoria con ardiente intensidad, atrapando su mirada y haciéndola temblar.

- ¿Quieres que me vaya? — le preguntó.

No, no quería. Ésa era la base de todo el problema. Que no quería que volviera a abandonarla. Jamás.

Victoria cogió las manos de Niall entre las suyas y las apartó de su rostro.

- Todo está solucionado, Selena.

- En ese caso, me voy a casa. Nos vemos.

Victoria apenas si fue consciente de que su amiga ponía en marcha el coche y se alejaba. Toda su atención estaba puesta en Niall.

- ¿Ahora me vas a decir dónde vas? — le preguntó.

Por primera vez, desde que la policía se marchó, Victoria sintió que podía respirar. Con la presencia de Niall, el miedo se desvaneció como la niebla bajo el sol.

Se sentía segura.

- ¿Recuerdas lo que te conté sobre Rodney Carmichael?

Él asintió.

- Estuvo aquí hace un rato. Él… él me inquieta.

La expresión gélida y severa que adoptó el rostro de Niall la dejó atónita.

- ¿Dónde está ahora?

- No lo sé. Se esfumó al llegar la policía. Por eso me marchaba. Iba a quedarme en un hotel.

- ¿Todavía quieres marcharte?

Victoria negó con la cabeza. Con él allí, se sentía completamente a salvo.

- Cogeré tu bolsa — le dijo. La sacó y cerró el maletero.

Victoria se encaminó hacia la casa.

Pasaron el resto del día en una apacible soledad. Al llegar la noche, se tumbaron delante del sofá, reclinados sobre los cojines.

Victoria apoyó la cabeza en el duro vientre de Niall mientras acaba de leerle Peter Pan y hacía todo lo posible para no distraerse con el maravilloso olor que desprendía su cuerpo. Y con lo maravillosamente bien que estaba, apoyada sobre sus abdominales.

Tenía que echar mano de toda su fuerza de voluntad para no darse la vuelta y explorar los firmes músculos de su torso con la boca.

Niall le acariciaba lentamente el pelo mientras la observaba. Señor, sus manos hacían que le ardiera la piel. Le hacían desear arrancarle la ropa y saborear cada centímetro de su cuerpo.

- Fin — dijo ella, cerrando el libro.

La abrasadora mirada de Niall le quitó el aliento.

Se estiró y arqueó levemente la espalda, apoyándose con más fuerza sobre él.

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