capitulo 61

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- Tengo que decírselo — se dijo a sí mismo mientras se secaba con una toalla.

No podía permitir que pasara un día más sin que ella supiese lo que significaba para él. Dejó el cuarto de baño y atravesó el pasillo hasta llegar al dormitorio de Victoria.

Estaba hablando con Selena.

- Por supuesto que no le he contado lo que su madre me dijo. ¡Jesús!

Niall retrocedió un paso y se apoyó contra la pared mientras escuchaba a Victoria.

- ¿Qué se supone que debo decirle?. ¿«Por cierto, Niall, tu madre me ha amenazado»?

Él sintió que acababan de darle un golpe en el pecho y comenzó a verlo todo negro. Entró a la habitación.

- ¿Cuándo has hablado con mi madre? — inquirió.

Victoria alzó la vista, sorprendida.

- Esto… Selena, tengo que colgar. Adiós. — Dejó el auricular en su sitio.

- ¿Cuándo has hablado con ella? — insistió.

Victoria encogió los hombros descuidadamente.

- El día que comenzaste a sentirte mal.

- ¿Qué te dijo?

Ella volvió a encoger los hombros, esta vez con timidez.

- No fue una verdadera amenaza, sólo me dijo que no te compartiría conmigo.

La ira lo atravesó. ¡Cómo se había atrevido! ¿Quién demonios se creía su madre que era como para exigir que Victoria o él mismo la obedecieran?. Qué imbécil había sido al pensar que el corazón de Afrodita se había ablandado. ¿Cuándo iba a aprender?

- Niall — lo increpó Victoria, poniéndose en pie y acercándose a él, al pie de la cama — ella ha cambiado. Cuando vino a liberarte…

- No, Victoria— la interrumpió — La conozco mucho mejor que tú.

Y sabía de lo que su madre era capaz. Su crueldad hacía que las acciones de su padre pareciesen meras travesuras. Con el corazón abatido, comprendió que jamás podría confesarle a Victoria lo que sentía por ella.

Y lo que era aún peor, no podía quedarse con ella. Si algo había aprendido acerca de los dioses era que jamás lo dejarían vivir en paz.

¿Cuánto tiempo tardarían en hacer daño a Victoria?. ¿Cuánto tiempo le llevaría a Príapo ponerla en su contra?. ¿O cuándo se vengaría su madre de ambos?. Tarde o temprano, le pasarían factura por ser feliz. No le cabía la menor duda. Y la simple idea de que Victoria pudiese sufrir…

No. Jamás podría arriesgarse. Los días pasaron volando mientras ellos permanecían tanto tiempo juntos como les resultaba posible. Niall enseñó a Victoria cultura clásica griega y algunas formas muy interesantes de disfrutar del Reddi-wip y la crema de chocolate. Victoria le enseñó a desahuciar al contrario en el Monopoly y a leer en inglés. Después de unas cuantas clases más de conducción, y de un nuevo embrague, Victoria reconoció que Niall no tenía futuro al frente de un volante.

A Victoria le parecía que apenas había pasado el tiempo y, sin embargo, el último día del plazo de Niall llegó tan rápido que la dejó aterrorizada. La noche previa a ese fatídico día, hizo el más sorprendente de los descubrimientos: no podía vivir sin Niall.

Cada vez que pensaba en retomar su antigua vida, sin él, creía morir de dolor. Pero finalmente comprendió que la decisión era de Niall, y sólo de él.

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